Capítulo 11|410 Días Antes

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Mi enamoramiento por él corría sin frenos, a un ritmo que sólo conseguía que me perdiera por él una y otra vez.

¿En qué momento la mínima acción o gesto que él hiciera se volvía todo un espectáculo para mí?

Él sólo estaba ahí sin hacer nada extraordinario pero me hacía tan bien. Y cuando su mirada y la mía se conectaban... simplemente confirmaba lo enamorada que estaba.

Este sentimiento persiste, se vuelve tan grande que duele la espera y en mi consuelo sólo mi imaginación es la cura. Mi amor crecía y yo también.

-Annie no vendrá hoy.
-¿Por qué?
-Porque no ha llegado.

A veces me dan ganas de golpearlo.

-A sus asientos chicos, comenzaremos la clase.

Otro día sin Annie... espero que esté bien.

Largas horas pasan cuando ella no está alrededor de nosotros. No soy tan cercana con Bertolt como lo soy con ella.

-Tsk... mi vientre duele.
-¿Estás bien?
-Sí, no pasa nada.
-El clima es horrible hoy.
-Tampoco me gusta el calor.
-Sólo a un lunático le gustaría.

Una risa al fin y luego un silencio abrumador. Sí, él y yo dependemos de Annie para estar normal.

-Vamos, Mikasa.

Me acompañó hasta los vestidores de las chicas y luego se fue.

-Educación física en un día caluroso... que feo.

Debí tardar demasiado cambiandome que cuando caí en cuenta, ya no había nadie, ni siquiera en los pasillos.

-Mejor compro un botella de agua desde ahora, quizá él quiera una también... ugh... tsk... duele.

Tome las botellas con dificultad, el dolor en mi vientre era más evidente al igual que en mi espalda baja.

-Ugh... Annie te necesito.

Seguí caminando como pude pero el malestar seguía y sentía calor.

-¿Mikasa estás bien? - apareció de la nada - te ves muy pálida.
-Sí, sólo tengo dolor de espalda. Ya me voy.

Cargame...

-Mikasa no te muevas.
-¿Eh?

Cuando voltee sólo vi como me cubría con su chaqueta para llevarme a la oficina de consejería.

-¿Q-qué?
-Mikasa... tuviste un accidente.
-¿Accidente?

¿De qué está hablando? ¿Accidente de qué o qué?

-Uff... ¿Tienes la regla?
-...
-Tienes sangre entre las piernas.
-Oh no...
-Bueno, hoy comienza. Te llevaré con la enfermera. ¿Está bien?
-Gracias - no quería mirarlo a los ojos.
-Mejor bebe esto, el agua fría te provocará cólicos peores.

Entonces todos estos dolores habían sido anuncio de mi regla... Que descuida fui, si no hubiera sido por Levi, yo...

-Mikasa no llores, estas cosas pueden pasar ahora sólo debes ser más cuidadosa.
-Estoy muy avergonzada.
-No pasa nada, todo está bien.

No, no está y no puedo dejar de llorar.

-Que vergüenza.
-Ya, ya...

Acarició mi cabeza y luego de dio la vuelta para salir.

-Levi no...

Lo abrace otra vez.

-Entiendo como te sientes pero es mejor que lo atendamos. Te acompaño hasta enfermería.

Me ofreció toallas húmedas para limpiar mis piernas. Las gotas de sangre habían corrido. Lo que tuvo que ver Levi fue la escena más vergonzosa de mi vida pero él actuaba tranquilo y su gesto parecía más suave.

Me llevo a su lado con su chaqueta en mis hombros incluso me dio una botella de agua templada y secó mis lágrimas.

Es tan bueno... todo va a estar bien. Él lo dijo es normal, no debería sentirme tan mal.

-Ella te sabrá ayudar mejor que yo. Te veo luego.
-Gracias.

Toque la puerta de la enfermería y me dijo que pasara de inmediato.

-Disculpe...
-¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?
-Yo tuve... mi regla y...
-¿Qué? - saltó de su silla- que descaro.

Se veía irritada con mi respuesta, no me lo esperaba.

-Como sea, no puedes andar así, ven.

Me dio una toalla sanitaria y me indicó el sitio del baño para cambiarme.

Estaba triste otra vez, la forma en que me veía me daba miedo. Olvidé decir que mi cambio de ropa esta en vestidor y no tengo ropa interior.

Ojalá Annie estuviera aquí o Levi... Me siento tan sola.

-¡Mikasa! ¿Dónde estás?
-Bertolt... Estoy aquí.
-Me dijo que estabas aquí. Dime... ¿Te puedo ayudar en algo?
-...

Ahora también sabrá... ¿Me juzgará? ¿Lo sabe ya?

-Mikasa eres mi amiga tanto como Annie. Yo sé que pasa, puedes confiar en mí.

Quiero llorar... en definitiva quiero llorar.

-Tuve mi regla, mi único cambio de ropa está en vestidor pero no tengo ropa interior...
-Conseguiré algo, espera aquí.

Me había quedado sola otra vez, la enfermera también debió irse, no escucho nada del otro lado.

-Mika regrese. Traje esto para ti.
-Gracias.

Abrí y cerré la puerta a velocidad de la luz.

-¿D-dónde conseguiste esto?
-Club de costura... sólo eso necesitas saber. No te preocupes no dije nada.
-Gracias.
-No podía entrar a los vestidores así que te prestare mi pantalón. Te quedara un poco flojo pero estará bien mientras tanto.

Salí del baño finalmente y sin poder mirarlo a los ojos seguía agradeciéndole.

-Vamos con trabajo social.
-Llamaran a mi madre seguramente. La verdad no quisiera hablar con más personas, la enfermera fue muy déspota conmigo.
-Ese es su carácter de siempre, no es nada contra ti sólo no sabe hacer su trabajo. No todos son así.
-Eres muy bueno, Bertolt - quise llorar otra vez- me hubiera muerto ahí si no llegabas.
-A Annie le han pasado cosas similares, así que estaba preparado. Para veces futuras puedes sentirte con más confianza.
-Gracias.

Llegamos a trabajo social y la mujer a cargo me trato con mucha calidez que el mal rato se me olvidó.

-Llamaré a tu madre para que venga por ti, corazón. No tendrás problemas en tus otras clases, yo pasaré el aviso a tu profesor.
-Sí, está bien.

Pero aún tenía un problema mayor, mi madre se enojara por mi accidente. Como puedo decirle que soy madura si tuve un descuido así.

-Oh no responde.
-Debe estar trabajando, es abogada.
-Ya veo, te llevaré yo misma a tu casa para que descanses. ¿Está bien?
-Sí, muchas gracias.
-Vamos, corazón.

Fuimos hasta mi departamento y se fue hasta que entre.

Katie me recibió y finalmente me deje caer. Había sido el día más largo de mi vida.

Y oh sí... por fin tuve mi regla, odio ser irregular.

Entregue las prendas prestadas a los respectivos dueños junto con un chocolate y una carta de disculpas, aún no me atrevía a mirarlos a los ojos pese a todo lo que hicieron por mí.

-Me alegra que estés mejor y gracias por el chocolate.
-Sí, te debo la vida - dije apenada.
-Todo está bien.

Llamé a mamá y fue al siguiente día fue a verme con una caja llena de cosas para vivir mis felices días de menstruación. Y la vida continuó normal después de eso. Nada raro, nada de que avergonzarse.

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