Capítulo 20 | 296 Días Antes

406 77 14
                                    

Mis amigos me sacaron a rastras de mi departamento, normalmente odio los días calurosos por lo abrumadores que son. El hecho de sentir como se me quema la piel y la temperatura elevada es desalentador.

-Un helado no te hace daño. Además que pasa con ese sombrero.
-Me protege del sol.
-Debe ser un problema tener la piel tan blanca.
-No llevas ni treinta minutos y ya te has puesto roja de las mejillas.
-Esto es por su culpa. De todos los días eligieron el más caluroso.
-Hoy es un día especial.
-¿Especial por qué?
-El calor realmente te daña la cabeza... no nos hemos visto en dos semanas, hoy será especial.
-Lo siento, Annie en verdad me estoy sofocando.
-Ya casi llegamos. Cargala para que no se queje.
-A la orden.
-¡No!- de un momento a otro ya estaba en su hombro-Yo puedo ir sola, yo puedo... esto es vergonzoso. ¡Annie!

Ellos se reían, yo lloraba y la gente nos miraba como a bichos raros.

-Llegamos, ahora eres libre.
-Me siento adormilada, tu hombro es cómodo.
-Comenzó a ejercitarse desde hace unos meses para este momento.
-¿Ah?
-La razón... esa chica de ahí.

Con la mirada me indicó a la chica salvavidas que observaba la piscina con detenimiento.

-Oh es hermosa.
-Lo sé, tanto que duele.
-Va a presentar su entrevista para integrarse al grupo de salvavidas.
-¿Entonces aquí termina el día especial?
-Para nada, quiero conocer mejor el lugar así que pienso disfrutarlo al menos una vez con mis mejores amigas.
-¡Bertolt invita el helado!
-¡Sí!
-¡Oigan, chicas!

Mientras comíamos nuestros helados, Bertolt no dejaba de hablar de lo impresionado que quedó después del primer encuentro con esa chica. Hablaba maravillas de ella con los ojos brillantes mientras el helado en su mano se derretía, pobrecito.

-Tengo miedo de no ser aceptado... no sé de qué otra manera acercarme. Dios, nunca he hecho esto.
-Tranquilo, ella debería notarte sí o sí.
-Gracias, Annie eres muy buena...
-Es que mides como dos metros, no puedo creerlo - se reía a carcajadas.
-¡Oye!
-No le hagas caso, Bertolt. Eres muy apuesto y agradable. Yo creo que tienes una oportunidad, ve con confianza.
-Eso me da ánimos.
-Me pregunto si no la asustaras.
-¡Deja de molestar con mi altura!
-No creo que sea tan importante eso.
-Mikasa no los has visto cerca. ¿Verdad?
-Pero nosotras también le quedamos bajitas y no veo el problema, no es para tanto.
-Sólo observa.
-Annie... no sigas.
-Vamos.

Annie se acercó a la piscina primero para hablar con ella y nosotros nos acercamos después.

La chica bajó de su sitio para hablar con ella y podía ver que apenas le llegaba a los hombros.

Si esa chica es menos alta que Annie y Annie es menos alta que yo que soy de baja estatura a comparación de Bertolt entonces...

Se posicionó a su lado con extrema pena y entonces me di cuenta de lo alto que es y como esa chica se veía diminuta a su lado.

-Muchas gracias por la información, nos vemos.

Nos despedimos y ella volvió a su sitio.

Bertolt tenía la cabeza agachada. ¿En verdad eso es un problema?

-Vamos, no es tan malo quizá le gusten los hombres que son el doble de alto que ella.
-No te escucharé más.
-Chicos...

Estaba por buscar calmar a mis amigos cuando una voz conocida me erizo la piel.

-Vamos, vamos... quiero ir a la piscina. Eres lento.
-Ya voy.

La abeja reina y el tipo chismoso, no puede ser. Creí que no los volvería a ver, me había olvidado por completo de ellos.

Mantuve el perfil bajo desde ese momento, no quería ser vista y comenzarán a hablar a mis espaldas de nuevo.

-Mikasa... ¿Vienes?
-Sí, claro.
-Bertolt se enojó y no sé dónde se metió.
-No debiste hacerle esa broma.
-Ay sólo quería bromear, no pensé que fuera a tomárselo tan a pecho.
-Le debes una disculpa, eso es seguro.
-Quizás ella realmente le importa. Bertolt tolera siempre mis bromas.
-Siento compasión por Bertolt, no debe ser fácil.
-Empezaré a bromear contigo entonces.
-Ay no.

Ella me siguió tratando de hacerme cosquillas.

-Detente, por favor.
-Te encanta esto.
-Espera, podríamos causar un...

Sí, joder... de todas las personas tuve que tirarle la bebida encima a la abeja reina. Moriré otra vez.

-¡Son unos idiotas!

Empujé a su novio que llevaba su bebida y cayó encima de ella. Todo lo que quería era morirme pero Annie tomó mi mano y entonces huimos del lugar antes de que nos sacaran los ojos.

-Dios pensé que moriría ahí.
-Bueno, el novio no sale vivo de esa.
-Pobre...
-Al menos no nos vieron bien. Busquemos a Bertolt.

Él estaba en el otro extremo, comprando dulces.

-¡Aquí estás!
-Déjame, Annie.
-Vamos, sólo fue una broma... tú eres más que eso. Te adorara.
-Gracias. Sabía que no lo decías enserio.
-Que fácil- dije tras ver la escena conmovedora.

Como sea, Annie le quitó sus dulces y después de eso fuimos a la piscina para jugar. El día avanzaba rápidamente.

-Oye, Mikasa deberíamos ahogar a Bertolt para que vengan a rescatarlo.
-Buena idea.
-La traición de Annie es normal pero de ti. ¿Es enserio? Van a acabar conmigo.
-Te queremos, Bertolt - respondimos juntas mientras sumergimos su cabeza en el agua.

El día terminó y tuvimos que irnos, Bertolt tomó un camino para cruzarse con ella por última vez.

Nunca lo había visto así, sus ojos brillaban pero en el fondo creo que lo entiendo, seríamos el club de los enamorados no correspondidos si Annie tuviera un interés romántico por alguien pero parece no estar interesada en absoluto.

CRUSH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora