Capítulo 1 | 553 Días atrás

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De niña solía creer en todas esas historias románticas y cursis que mi madre solía contarme mientras cepillaba mi cabello, ha pasado tanto tiempo desde que dejó de hacerlo porque ya no soy más una niña pero aún sigo creyendo en esos dulces cuentos.

Siempre decía que él llegaría a mí, lo sabría en el instante en que sus ojos encontran los míos y entonces sentiría como si una explosión llenará mi pecho, ese sería mi primer amor. Y aunque la creencia continua, no he sentido eso ni una sola vez, ahora que estoy en bachillerato me gustaría experimentar ese sentimiento.

-Mikasa llegarás tarde si te quedas ahí.
-Lo siento, mamá. Bajaré enseguida.

Guarde mi cuaderno de dibujos en la mesita de noche.

-Esto no lo tiene que ver nadie sólo tú. Cuidalo mientras no estoy aquí.

Acaricié la cabeza a mi pequeña gata para después bajar de prisa y salir de casa.

No lo he visto jamás, ni siquiera me pasa por la mente su nombre o su tono de voz pero es tan sencillo dibujar al chico que me encantaría conocer.

¿Será como lo he imaginado? Espero que sí.

Busco entre las nuevas caras de los chicos de primer ingreso a alguien parecido pero tristemente no hay ni uno solo que haga estallar mi corazón por dentro.

¿Soy demasiado exigente acaso?

Con cinco minutos de ventaja al profesor entro a mi aula y tomo mi sitio, todos hablan de sus vacaciones y las chicas de sus novios.

Tsk... yo sólo me quedé con Katie todos esos días en mi habitación dibujandolo a él y trabajando.

-Lo conocí en el café, fue increíble.
-¿Ah sí?

Sí, es cierto... yo los vi, fue más que increíble y fue por mi culpa, les di el mismo sitio por accidente pero resultó bien, ambos se conocieron, la pasaron bien y eso evitó que perdiera mi trabajo en el café.

La clase inició y todo transcurrió tal y como siempre, el profesor hizo una breve introducción, nos contó su vida y después comenzó la clase hasta que se llegara la hora del descanso. Fue entonces que tome mi almuerzo y deambule por la escuela tratando de encontrarlo pero el resultado de la mañana fue el mismo de siempre y nada increíble ha pasado.

Resignada y hambrienta decidí sentarme a comer antes de que terminara el descanso.

Tal vez sólo estoy demasiado ansiosa ahora que hay rostros nuevos tendré todo un año para encontrarlo... seguramente.

-Mañana será el día o quizá por la tarde... oh eso lo haría más romántico en medio del atardecer- me di ánimos- ¡Sí!

Una semana después...

-Katie... ¿Por qué no lo encuentro? - la cuestioné - no entiendo eso.

Mi gata estaba recostada en mi estómago tan sólo escuchando mis quejas.

-Como si pudieras hacer algo - la miré de frente- estás tan sola como yo. ¿Verdad?

Ambas tenemos mala suerte en esas cosas del romance, si me quedo sola y ella también, después de todo ella no necesita más que un tazón de leche fresca, una cama suave y calientita para ser feliz.

-Tu vida es tan sencilla, mi querida amiga.

Me quité el uniforme, ya casi es hora del trabajo. Alguien tiene que trabajar para mantener a la pequeña Katie.

-Me voy a trabajar, Katie. Nada de traer gatos extraños a la casa.

Salí de la casa y mire el balcón donde Katie me despedía moviendo con sutileza su cola.

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