Capítulo 33 | 275 Días Antes

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No pasó absolutamente nada por lo cual preocuparme, el sujeto apenas y lo topaba.

Me preocupe de más supongo.

Sin embargo, a menudo miraba el número de Levi. Si yo llamara él vendría rápidamente hasta aquí.

Ha pasado tiempo desde la última vez que estuvimos cerca, toda está tranquilidad y el extrañar su tacto se siente frío.

O tal vez, sólo es el paso de la estación, ha comenzado el tiempo lluvioso. Los cristales se llena de gotitas y debo llevar mi botas para la lluvia.

El ambiente frío me hace desear más sentir el calor de los brazos de una sola persona.

-Mikasa... ¿Dónde está tu cabeza ahora?
-¿Eh?

Me había quedando viéndolo, me perdí de la conversación con mis amigos y ahora iba a ser sentenciada por ellos.

-Si tanto lo quieres ve por él.

Todos se rieron, saben de más lo que siento por Levi.

Una broma... un platónico... quisiera que fuera de ese modo pero entre el frío abraza más mis huesos yo más lo deseo.

¿Por qué me siento así otra vez?

Tomé por escusa mis obligaciones como delegada y me quede en la escuela hasta que el atardecer bajaba.

Es difícil saber la hora cuando está tan nublado y con la lluvia cayendo en todo momento.

-Se escucha ruido, creí que era la última - pensé.

Camine hacia el aula en que escuchaba el murmuro y los vi.

Ella estaba encima de él, sus manos rodeaban su rostros, sus caderas subían y bajaban guiadas por las manos de él.

Mis piernas se habían paralizado en ese instante, yo no sabía que hacer pero una cosa era segura debía desaparecer sin hacer el mínimo ruido.

Debo dejar de mirarlos, sentirán mi presencia.

Baje la mirada y seguí caminando rogando que no me descubrieran. Sería sumamente vergonzoso vernos las caras.

-Uff mi pecho... mi pecho arde.

Era alguien de mi grado, vi la cinta de su brazo. Ni siquiera somos mayores para hacer eso.

-¿Qué... qué rayos hacen? Y por qué soy yo quien huye si no he hecho nada malo son ellos quienes...

-Mikasa.
-¡Yo no vi nada!
-¿De qué hablas?
-¿Eh? No nada... me tomaste por sorpresa.
-Actúas sospechosa. Dímelo.
-¿Eh?
-Dime lo que viste.
-No vi nada.
-Estás roja.
-Es por el frío.
-Ajá.
-Algo me estás escondiendo, dime que viste.
-No vi nada, lo juro.
-Venías de esa dirección. Entonces iré yo mismo.
-Espera, Levi.

Levi es tan fuerte que podía caminar tranquilamente mientras me llevaba arrastrando por el pasillo.

-Espera, por favor.
-Mikasa no hagas esto difícil, además nos verán mal si sigues así.
-Entonces déjame explicarte. Yo creí ver... ver a unos chicos de segundo con teléfonos... pero se fueron, nunca los había visto.
-¿Estás segura?
-Sí.
-Bien.

¿Enserio me creyó? Y de cualquier forma por que estoy mintiendo no es como que yo sea culpable de algo.

-Ya es algo tarde. ¿Por qué sigues aquí?
-Me encargaron unas cosas. Ya terminé.
-Ve con cuidado, la acera es resbalosa.
-Lo haré, gracias.

Él me dejó ir, tomé un taxi junto a otras personas. Llegué antes de que la lluvia se soltara por completo.

-Menos mal pero Levi... ¿Acaso él llevaría paraguas?

Ryuck se sentó en mis piernas y ambos nos quedamos mirando la ventana desde el comedor.

-Uff espero que esté bien.

Al día siguiente, sentí una especie de alegría al ver a Levi como siempre. Son tiempos en los que las personas suelen enfermar.

Levi... él se ve fuerte, dudo que una gripe lo tire.

-Disculpa.
-No pasa nada... Oh.

Recordaba su pelo, rizos castaños y el extraño movimiento de sus caderas.

No puede ser me la tope tan pronto, no quería ver su rostro.

-¿Te encuentras bien?
-Sí, nos vemos.

Salí de esa escena tan bochornosa, todo lo que esperaba era que ella no me haya visto ayer.

Subí las escaleras con pesadez, es mi último año y ahora debo tomar clases hasta el último piso.

Último año y luego me voy... lo extrañaré.

-Mikasa, buenos días. ¿Podrías llevar esto a la profesora Hange?
-Buenos días, claro.

Tome la caja y me dirigí al aula que me indicaron en una notita.

-Buenos días.
-La profesora Hange aún no llega si la buscas. Tendrás que esperar.
-Oh gracias.

Mire de reojo el aula y los recuerdos entraron cuando vi a ambos. Era esa chica de nuevo y su novio.

Dios ahora conozco ambos rostros, necesito olvidar.

Bajé la mirada rápidamente pero de algún modo sentía que ellos ya no me quitaban la mirada de encima.

-¿Por qué tarda tanto?- pensé.

-Hey chica, ven aquí luces cansada.
-¿Eh?
-Ven.
-Así estoy bien.
-Insisto, ven aquí.

Ella se levantó y me llevó a rastras a su asiento.

-Deja la caja aquí parece pasada.
-Gracias.
-Tu rostro... nos vimos hace rato. ¿No?
-Parece que sí.
-Tenía razón, nunca olvido una chica tan linda.

Su novio ignoraba por completo la conversación, parecía estar en otro mundo.

-Cariño... ¿Verdad que es linda?
-Sí, como sea.
-¿Y cuál es tu nombre?
-Mikasa... Ackerman.
-Mucho gusto, soy Emy.

Ella era simpática si tan sólo no hubiera visto eso... no me sentiría incomoda.

-Buenos días, chicos. Disculpen la demora... oh Mikasa estás aquí.
-Buenos días, me pidieron entregarle esto.
-Muchas gracias por esperar.
-No es nada, hasta luego.
-Mikasa vuelve de nuevo.

Fui directo a mi salón y bueno... no me dejaron entrar. Genial.

-¿Te vas a casa?
-No, es sólo que me quede fuera y ni siquiera pude dejar mis cosas.
-Es demasiado temprano para que ya estés metiendo la pata.
-No es eso, me pidieron un favor pero tuve que esperarla y volví tarde a mi salón.
-Ya veo.

De la nada unos brazos me rodearon, era Emy lo supe cuando su olor a fresa llegó a mi nariz.

-Mikasa vamos, acompáñame a algo.

La costumbre es simple, camino a un metro de distancia de Levi, ignoró por completo que estuviera hablando con él.

La seguí hasta el baño y escuché unas cuentas palabras, no sé como cambiaba de tema tan rápido.

-¿Mikasa a qué hora sales hoy?
-Uhmm a las 3 si no tengo deberes hoy. ¿Por qué?
-Simple curiosidad, bueno... nos vemos después.

Su novio ya estaba fuera así que me quedé sola nuevamente.

Esos dos son un par extraño. Ella es enérgica y alegre pero él... ¿Acaso tiene sentimientos?

-Como sea, no me involucra - me encogí de hombros.

Ojalá... eso realmente no me hubiera involucrado pero nuevamente mis ojos se toparon con una escena que no debí ver.

-¿Es enserio? - pensé.

Se besan como en las películas que veo sola con helado.

Cuando mi alma volvió a mí, me dispuse a largarme de ahí.

-Hey Mikasa ven aquí.

Hola, Dios... soy yo de nuevo.

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