Capítulo 20: Personas que brillan.
Miró alrededor y se encontró con un sobre cuadrado encima de la mesa.
— ¿Qué es esto?— le preguntó cogiéndolo.
— Oh... eso.- intentó quitárselo pero Harry lo escondió, de nuevo. Suspiró con pesadez.
Él sacó un disco del sobre y miró interrogante a Bárbara. En el CD había palabras escritas en español con rotulador especial.
— ¿Qué pone aquí?
— "Cosas que no verán mis futuros hijos."— dijo tapándose la cara con las manos.
Él soltó una carcajada y se levantó para coger el portátil de la peliazul. Lo encendió e introdujo el disco en él.
— Bárbara, ¿puedo coger tu ordenador? Oh, claro Edward, no te cortes.— habló ella con tono de protesta.
— Calla.— ordenó Harry poniendo el primer vídeo.
En el vídeo salía Bárbara con un vestido corto y tacones gigantescos. Llevaba su pelo azul mucho más largo y ondulado de lo que lo tenía en ese momento. Estaba encima de una barra de bar, rodeada de hombres borrachos por debajo de ella. Cantaba Does your mother know? de ABBA, burlándose de los borrachos. Bailaba y reía. Se notaba que estaba un poco bebida, pero igualmente estaba preciosa. Era el centro de atención, todos gritaban su nombre o le decían piropos. Ella les guiñaba el ojo riendo y les hacía otros gestos en broma. Estaba radiante, y se notaba que se estaba divirtiendo. No estaba siendo provocativa, estaba siendo divertida.
De pronto, un rubio se hizo camino entre todos aquellos hombres hasta que llegó a Bárbara. La bajó de la barra y se la colocó en un hombro, sacándola de allí gritándole.
— Es Daniel.— explicó.
Harry asintió y siguió viendo cómo los borrachos abucheaban a Daniel y Bárbara le golpeaba en la espalda para que la bajara. Cuando el vídeo acabó se giró para mirarla.
— Él te apagaba...— murmuró.
— ¿Qué?
— Tú resplandecías, y él te apagaba. No te dejaba ser tú.— Bárbara lo miró a los ojos con expresión indescifrable durante minutos, hasta que ella misma apartó la mirada y puso el siguiente vídeo.
En esta ocasión salía Bárbara con una peluca morena agazapada entre dos coches. Enseñó una tarta de merengue que llevaba en la mano y dijo algo a la cámara riendo que Harry no pudo comprender porque no entendía español. La persona que manejaba la cámara dejó de enfocarla para apuntar a una mujer de mediana edad vestida elegantemente que venía andando por la calle. En aquel momento Bárbara entró en acción. Se levantó, se cubrió ligeramente la cara con la peluca y anduvo con la cabeza agachada hasta que se cruzó con la mujer y le estampó la tarta en la cara. Ésta se quedó en shock. Bárbara salió corriendo y riendo mientras la otra le gritaba algo.
Miró a la peliazul con lágrimas de la risa en los ojos.
— La señora Hernández, mi ex jefa.— aclaró ella, haciendo un gesto para quitarle importancia con la mano. Le dio a reproducir al siguiente vídeo.
Esta vez no se veía a Bárbara en la pantalla. Se veía un partido de fútbol. Un jugador le entró a otro dándole una fuerte patada en la pierna. El árbitro lo pasó por alto y las gradas estallaron en abucheos. De pronto, un pequeño cuerpo con cabellera azul apareció en el campo, se abalanzó contra el gigante jugador que había cometido la falta y se colgó de su espalda gritando.
— ¡Suficiente!— chilló Bárbara cerrando el ordenador. Lo cogió y lo escondió en su habitación. Cuando volvió al salón, Harry aún se estaba riendo.— Vale ya, ¿no?
— Nunca dejaré de reír contigo.
Ella arrugó la nariz y miró la hora en su teléfono.
— Son las doce. Debes estar cansado por el vuelo, ¿quieres dormir?
— De acuerdo.
La casa de Bárbara tenía tres habitaciones: la de Bárbara, la de invitados y la que ella había convertido en un estudio de baile. Harry dormía en la de invitados.
Bárbara no dejaba de dar vueltas en la cama. No podía dormir, pero era algo normal. Sufría de insomnio desde que podía recordar. Pensó cosas extrañas sobre las que estaba segura de que si la gente las escuchara, la encerrarían por loca. Luego pensó en qué cosas extrañas pensaría su escritor favorito antes de irse a dormir. Y luego pensó en qué cosas extrañas pensaría el escritor favorito de Harry antes de irse a dormir.
Finalmente, decidió salir a beber café. Si no iba a dormir, por lo menos quería estar en sus cinco sentidos. Estaba preparando la taza cuando un Harry más despeinado de lo normal salió de la habitación de invitados.
— ¿Qué haces despierta? Son las cuatro de la madrugada.— su voz era más ronca de lo normal.
— Insomnio. ¿Te he despertado? Lo siento.
— No.— mintió.— No podía dormir. Oye, no bebas café. No es la mejor solución para el insomnio.— cogió la taza de café que ella llevaba y la dejó en la mesa.
Bárbara bajó la mirada y mordisqueó su labio inferior. Al final lo miró.
— ¿Puedes dormir conmigo? Me da seguridad.— parecía una niña pequeña y Harry sonrió.
— ¿Estás segura?— alzó las cejas.
— Confío en ti.
«No deberías» pensó Harry mientras la seguía hasta su cama. Era lo suficientemente grande como para que cupieran los dos. Cada uno se acostó en un lado. Bárbara apagó la luz haciendo que montones de dibujos de estrellas brillaran en la oscuridad sobre el techo.
— Qué bonito.— alagó Harry.
La peliazul se tumbó boca arriba, para poder verlas.
— Fue lo primero que puse en el apartamento cuando llegué.— susurró con tono cansado.
— ¿Por qué?
Bárbara no respondió a su pregunta. Minutos más tarde habló:
— Algunas personas son como las estrellas. Brillan con luz propia. Daniel brillaba, pero se apagó a sí mismo. —lo miró y sonrió.-. Tú brillas. Alicia brilla. Sois especiales, no mucha gente brilla.
Él sonrió ampliamente y acarició su cara con los nudillos suavemente.
— ¿Qué hay de ti?— preguntó.
La sonrisa en el rostro de Bárbara se fue borrando poco a poco.
— Yo dejé de brillar el día que nací.
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El chico del ascensor » EDITANDO
FanfictionBárbara no es como las demás chicas. Si a primera vista destaca por su cabello azul, cuando la conozcas no será eso lo que más te sorprenderá sobre ella. Es impredecible, loca, y vive la vida de una manera que muchos no entenderían. No ve revistas n...