Capítulo 50: La presencia de las personas que se van.

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«Me dijo una vez que sólo recordamos lo que nunca sucedió». - Marina, Carlos Ruíz Zafón.

Capítulo 50: La presencia de las personas que se van.

Dos semanas.

Dos semanas habían pasado desde que había sacado a Harry Styles de su vida.

Bárbara no había encendido el teléfono desde entonces; no era capaz de ver la reacción de él hacia sus palabras. Era consciente de lo increíblemente cobarde que estaba siendo, pero prefería ser una cobarde a enfrentarse a él. Y lo que en realidad la aterraba era que Harry no le hubiera llamado ni le hubiera mandado ningún mensaje. Le aterrorizaba la idea de que él se mostrara totalmente indiferente hacia ella y sus sentimientos. Así que, prefería no saber absolutamente nada. Prefería vivir en la ignorancia.

Aunque a veces era tal la incertidumbre por saber de él que la hacía sostener su teléfono apagado en la mano durante horas, mirando a la nada, replanteándose muchas veces si estaba haciendo lo correcto. Si debería encenderlo y afrontar su decisión. Pero al final siempre lo dejaba en el mueble de nuevo.

No se había permitido a ella misma aislarse del mundo, sin embargo. Todos los días quedaba con Josh para ensayar la coreografía del concurso de Ariel y Luisa, que sería la semana que viene. Y casi todas las noches salía con sus amigos y se divertía.-cosa que desde que se enamoró de Harry no había hecho.- O al menos lo intentaba. Cuando alguien intentaba hablar con ella sobre Harry, se daba la vuelta y se iba sin más. Quería divertirse, no lamentarse.

No obstante, todas las noches le dedicaba a Edward su insomnio.

Había sacado a Harry Styles de su vida, pero no de su cabeza.

¿Qué estaría haciendo él ahora? ¿Habría seguido con su vida normal? Seguro que sí. Seguro que se estaba tirando a miles de tías perfectas. Seguro que él dormía plácidamente por las noches, no como ella.

- ¡Ojalá te de sida!- le gritó a la pared.- ¡Ojalá les pegues ITS de koalas a todas!

Repentinamente hecha una furia, miró su reloj: las 10 de la noche. Perfecto.

Se puso un vestido corto, los tacones más altos que tenía y se maquilló. Hoy saldría por su cuenta.

Cogió su coche y condujo tarareando la canción que sonaba en la radio -aunque no la había oído en su vida- hasta un pub cubano. Se bajó, se colocó el vestido, se peinó con los dedos y entró. Salsa era lo que necesitaba.

La música retumbó en sus oídos y su cuerpo reaccionó al instante. Ya tenía ganas de bailar, pero primero necesitaba un acompañante. Fue hasta la barra y pidió un mojito. Mientras el camarero se lo preparaba, miró por encima de su hombro. Un chico la observaba.

Cuando él vio que Bárbara lo miraba, avanzó hacia ella.

- Esta se la pago yo.- le dijo el chico al camarero cuando éste le puso delante la bebida a la peliazul. Ésta sonrió. Él le guiñó un ojo.

Bárbara lo inspeccionó de arriba a abajo mientras le daba un trago a su mojito. El chico no estaba mal. Tendría dos o tres años más que ella, era alto y tenía la piel y el pelo largo morenos. Sin embargo... no pudo evitar compararlo con Harry. Él no era como Edward, para nada.

- ¿Cómo te llamas, preciosa?- le preguntó el moreno con gracia.

- Celia.- mintió.

- Roberto.- se presentó y se quedaron en silencio mientras ella seguía dándole pequeños tragos a su bebida.

De pronto empezó a sonar Valió la pena de Marc Anthony.

- ¡Me encanta esta canción!- exclamó Bárbara para romper el hielo.- ¿Bailas salsa?

El chico del ascensor » EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora