Epílogo

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2 meses después...

Bárbara

Bajo los pies del salpicadero y me inclino para limpiar las marcas de mis botas en él. Me siento como una persona normal, pero esa postura no dura mucho. Cruzo las piernas. Las descruzo. Las doblo una sobre otra sobre el asiento. Me muevo un poco para intentar sentirme cómoda, pero al no conseguirlo dejo caer mi cabeza en ma ventanilla, rendida.

— ¿Estás nerviosa?— pregunta Harry desde el asiento del conductor.

— No.— digo.— No mucho.

Miento. Joder, sí estoy nerviosa. Tanto que creo que no voy a ser capaz de andar.

Él sabe que miento, lo veo en sus ojos. Baja una mano del volante y acaricia mi muslo para intentar tranquilizarme, pero no lo hace.

Minutos más tarde Harry aparca el coche haciendo que –aunque parecía imposible– mis nervios aumenten.

— Bien.— inspiro.— Allá vamos.

Harry me sonríe sabiendo que no hablo con él; que hablo conmigo misma. Abro la puerta del coche y salgo de él. Acomodo mi falda haciendo todo lo posible para no mirar a ese domicilio. Harry coge mi mano y la aprieta tratando de darme seguridad.

Tomo una respiración profunda y doy el primer paso. Luego otro. Y otro. Y...

— No puedo.

Suelto su mano y corro hacia el coche de nuevo. Entro en él y pongo todos los seguros para que Harry no pueda entrar en mi pequeño refugio. Lo oigo suspirar desde fuera, buscando motivos para no matarme.

— Marie... Venga, amor, vamos.

— No.

— Sal.

— No.

— Bárbara.

Abro mucho los ojos al oír mi nombre. Vaya, debe estar muy enfadado.

— Tengo miedo.— confieso y él ríe por lo bajo.

— Tan valiente para unas cosas y tan cobarde para otras...

Bufo y finalmente abro la puerta. Edward no pierde tiempo y me coge de la cintura para echarme a cuestas sobre su hombro como si de un saco de patatas me tratara. Chillo y le suplico que me baje pero no me hace caso.

Cuando estamos en el portal me deja en el suelo, pero me coge de la cintura para que no pueda huir. Va a tocar a la puerta pero lo freno.

— No les voy a gustar.

— A mi me gustas. Así que, les vas a gustar.

Echo una mirada furtiva al coche y después miro a Harry de nuevo. Me pierdo en sus ojos y en lo que me hacen sentir. Suspiro de nuevo y me pongo de puntillas para llegar a sus labios. Le beso con ternura. Él tarda un poco, pero me devuelve el beso. Pasa sus manos por mi cintura y acaricia la parte baja de mi espalda.

Y cuando está perdido en el beso... lo empujo. Lo empujo y salgo corriendo en dirección al coche.

Lo oigo bufar enfadado detrás de mí y cuando me quiero dar cuenta me encuentro en el aire. Me pone en su hombro con tanta fuerza que me escurro hasta tener que agarrarme a su cadera por detrás para no caer.

— Vamos a ir quieras o no. Tienes que hacerlo porque es importante para mí.— dice con demasiada dureza. Al darse cuenta añade:— Por favor.

Chillo con frustración pero me rindo. Patalearía, pero solo conseguiría caer. Hago un puchero sintiéndome como una niña pequeña que quiere quedarse cinco minutos más en el parque.

De pronto la puerta de la casa se abre y aparece una mujer morena. Sé perfectamente quién es, así que mi estómago hormiguea de nervios. Habrá salido por el espectáculo que estamos formando.

Y es entonces cuando me acuerdo de que me encuentro cabeza abajo, colgada de Harry como un mono.

La mujer se queda mirándonos confusión y nosotros la miramos a ella. Pasamos así lo que parecen horas.

Bien, este es el momento más incómodo de mi jodida vida.

Al final ella desfrunce el ceño y nos da una sonrisa llena de ternura y felicidad.

— ¡Harry!— chilla con emoción.

Edward sonríe ampliamente y me deja los pies en el suelo con cuidado.

— Hola, mamá.

Anne chilla de nuevo y corre a abrazar a su hijo. Me aparto un poco para observar la escena. El momento se me hace tan bonito que pronto me encuentro a mi misma conteniéndome para no sacar una foto y parecer una paparazzi psicópata delante de su madre.

Cuando se separan, la atención de Anne recae sobre mi.

— Así que esta es la chica que hace que mi hijo no venga a verme a casa.— se cruza de brazos.

El pánico se apodera de mí instantáneamente. Miro a Harry con cara de horror en busca de ayuda. ¡Se lo dije! ¡Le dije que su madre me odiaría! Balbuceo algo inteligible hasta que ella se ríe.

— ¡Sólo bromeaba!— me relajo y suspiro de alivio.— Aunque es verdad que estás dejando de venir por ella.— le regaña a su hijo y yo vuelvo a abrir los ojos como platos.

— Basta ya, estás siendo mala.— le advierte Harry abrazándome por los hombros.— Bárbara está muy nerviosa.

— Eso no es verdad.— miento descaradamente.

— Tienes razón.— dice acariciándome la cabeza, pero se gira para gesticularle a su madre negando con la cabeza:— No tiene razón.

Anne suelta una carcajada cuando le pego a Harry en el brazo y nos invita a pasar a la casa. Mientras entramos, comenta:

— Hacéis una pareja muy especial.

Voy a decir algo, pero Gemma aparece súbitamente haciéndome callar. Ella literalmente se lanza sobre su hermano y lo abraza con tanta fuerza que llego a plantearme cómo Harry consigue respirar. Seguidamente se gira hacia mi y también me abraza.

— Tú debes de ser Marie.— afirma cuando me suelta.

— Bárbara Marie.— corrige Harry.

— Bueno, Bárbara Marie, me encanta tu pelo.

Sonrío. Exactamente lo que Harry dijo que diría.

— Gracias. ¿Os puedo ayudar a preparar algo?— me ofrezco intentando ser agradable.

Asienten y me guían hasta la cocina y Harry va a saludar a su padrastro. Mientras que cojo algunos platos y cubiertos para poner la mesa, Anne y Gemma se dedican a hacerme preguntas banales como mi edad o a qué me dedico. Respondo con simpatía a todas y les devuelvo algunas a ellas.

En el momento en que la mesa está puesta, todos nos sentamos alrededor de ella para probar la comida que la madre de Harry ha preparado.

— Y... ¿cómo os conocisteis?

Anne nos sonríe a ambos con expectación. Harry me mira y también sonríe, cogiendo mi mano por debajo de la mesa.

— Bueno... Esa es una historia muy interesante.

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Y con esto damos por finalizado "El chico del ascensor." Aún no me puedo creer que haya terminado, me va a costar horrores hacerme a la idea.

Bien, no me voy a enrollar porque dudo que leáis un pedazo discurso. Sólo quería daros las gracias a todos los que votáis y comentáis, me animáis mucho simplemente con eso. Simplemente con leer mi historia ya me estáis animando a continuar.

Espero que sigáis apoyándome y leyéndome en "La chica de la fiesta" para que sepáis lo que pasa con todos los personajes.

¡Besos!

— Magda.

El chico del ascensor » EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora