Capítulo 32: Patinaje.

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Capítulo 32: Patinaje.

- Oh, no. -negó ella.- Esto no acabará bien.

Él puso una mano en la parte baja de su espalda para guiarla hacia la pista de hielo.

- Claro que acabará bien. -le aseguró.- Vamos.

Ella se paró en seco y lo miró con el ceño fruncido.

- Edward, he visto el videoclip de Night Changes. Creéme, no acabará bien. Es un no rotundo. No patinaré y jamás lograrás convencerme.

***

Cinco minutos después, ambos estaban poniéndose los patines. Estúpido Harry Styles y su poder de convicción.- pensaba Bárbara mientras ataba con fuerza y fastidio los cortos cordones blancos de su calzado color crema.

- ¿Lista?- cuestionó él, ya de pie frente a ella.

La peliazul se hizo una coleta alta. Ya estaba lista, pero no quería ponerse de pie.

- Nunca he patinado.- susurró tan bajo que Harry no la oyó.

- ¿Qué?

- Que nunca he patinado.- dijo, esta vez lo suficientemente alto.

- ¿Nunca?- preguntó con incredulidad.

Bárbara lo miró estrechando los ojos.

- Mi infancia no fue precisamente jugar a las muñecas y patinar sobre hielo, ¿de acuerdo?. Así que, sé un hombre, mueve tu culo y ayúdame a andar con estas cosas en los pies.

Harry soltó una risita. - Claro, mi dulce princesa.- ironizó.

La cogió de la mano y le ayudó a levantarse. Ella estuvo a punto de perder el equlibrio, pero él no dejó que se cayera. Bárbara hizo una mueca y lo miró con preocupación. Harry negó con la cabeza, como quitándole importancia.

- Tranquila.- le dijo, mientras empezaban a deslizarse.- No te dejaré caer.

Tras unos minutos dando vueltas, Bárbara ya se sentía con la suficiente confianza como para intentar patinar sola. Soltó la mano de Harry y empezó a andar sin él.

- ¡Lo estoy haciendo! -chilló como una niña pequeña, dando pequeños grititos de emoción.- ¡Edward, mírame! ¡Yo sola!

Ni siquiera le dio tiempo a Harry para felicitarla antes de que empezara a perder el equilibrio. Con una mueca de horror, se giró hacia él para agarrarse a su cuello, haciéndo que cayeran los dos al suelo. Llevándose Harry todo el impacto.

¿No querías patinaje? Pues toma patinaje.

Bárbara quedó encima de él, con las piernas a cada lado de su cintura. Harry estaba totalmente tumbado sobre la fría superficie.

- Dije que esto no acabaría bien.- musitó, dándole una sonrisa de disculpas.

En ese momento se dio cuenta de lo cerca que estaban. Sus respiraciones se mezclaban y sus labios casi se rozaban. Un mechón de pelo azul se salió de su coleta y colgó sobre los ojos de Harry, que lo apartó para colocarlo detrás de su oreja mirándola directamente a los ojos.

Recordó entonces su boca sobre la suya, en el beso que se dieron frente a Daniel. Recordó cómo se movían sus labios y su lengua, búscandola como si nunca tuviera suficiente de ella. Recordó la textura de sus rizos entre sus dedos, su camiseta de algodón, como se dilataron sus pupilas... Recordó su olor, su tacto, su sabor...

- Y yo que acabaría bien.- murmuró él con la voz varios tonos más ronca de lo usual.

Notó que sus rodillas estaban mojadas por el hielo, pero no le importó. Lo que le importó fue cómo Harry alzó la cabeza lo suficiente como para que sus labios se tocaran. La típica corriente de electricidad de la que se habla en los libros o las películas recorrió su cuerpo. Se estremeció ante ese simple roce. Luego, sus labios se estamparon contra los suyos con más rudeza. Sus lenguas se encontraron y entonces...

... y entonces despertó.

Se incorporó en la cama algo desorientada. Después palpó sus rodillas: no estaban mojadas. Miró hacia abajo: no llevaba patines. Echó un vistazo a alrededor: Harry no estaba allí.

Había sido un sueño.

Gruñó con frustación y golpeó su almohada con los puños una y otra vez.

Maldito Harry Styles. Ya no sólo lo tenía en su cabeza a todo momento mientras estaba despierta, si no que ahora además se colaba en sus pocas horas de sueño. Maldito Harry Styles.

Cuando se cansó de pegar puñetazos a la almohada, se desplomó rendida sobre ella. El pelo le cayó sobre el rostro y lo apartó con un resoplido.

Se dio por vencida y se volvió a acomodar entre las sábanas. A lo mejor, por lo menos, podría retomar el sueño.

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Entiendo que me queráis quemar en la hoguera o acosarme con antorchas, pero solo ha sido un sueño, sowy.

Tengo curiosidad, (no preguntéis por qué, son preguntas que me surgen): ¿Qué preferís, invierno o verano?

- Magda.

El chico del ascensor » EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora