Capítulo 48: Pasado.

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Capítulo 48: Pasado.

Cuando Harry llegó a la casa de Bárbara, ésta ya lo estaba esperando en la puerta. Ella lo vio y le lanzó una sonrisa, que inmediatamente él reconoció como una copia barata de las preciosas y alegres sonrisas de la peliazul. Ella no estaba bien y él lo sabía, pero no quería presionarla. Por eso cuando estuvo cerca de la chica la abrazó sin decir ni una sola palabra.

Bárbara recibió su abrazo con necesidad. El nudo que tenía en su garganta desde que empezó aquel nostálgico día se hizo más grande, casi insoportable. No sabía lo mucho que necesitaba aquel abrazo y algo de calor llenó su pecho. Sus ojos se cristalizaron cuando los labios del chico se posaron en su pelo azul, pero no había ni rastro de esas lágrimas retenidas cuando parpadeó y miró a Harry a los ojos, haciendo un gran esfuerzo por sonreír.

- Hola.

El corazón del chico se estrujó cuando observó las bolsas bajo los ojos carentes de alegría de aquella chica. Incluso el azul vivo de su pelo estaba ahora pálido por falta de tintarlo de nuevo. Nunca la había visto tan vulnerable. ¿Qué podía ser tan malo como para que ella estuviera así? Quería preguntarle. Quería seguir abrazándola. Pero en lugar de eso, sonrió y preguntó:

- ¿Vamos?

Ella asintió y anduvo unos pocos pasos hasta su coche. Se montó en el asiento del conductor y él en el del copiloto. Arrancó y partieron.

Por el camino no hablaron en absoluto. Harry no dejaba de observar sin ningún disimulo a Bárbara maniobrando, a Bárbara tamborileando con sus dedos en el volante con nerviosismo, a Bárbara mordiendo su lengua entre sus labios y jugando con su piercing como hacía cuando estaba concentrada o nerviosa. El pelo de Bárbara agarrado en un desordenado moño. Las pecas de Bárbara sobre su nariz y mejillas. La enorme camiseta negra de Bárbara que hacía que su cuerpo pareciera aún más diminuto de lo que era. Se preguntó: ¿qué tenía esta chica? Sabía la respuesta. Ella era simplemente Bárbara. Eso era lo que tenía.

Ella, por su parte, estuvo todo el recorrido sintiendo sus nervios aumentar cada vez que se acercaban más a su destino. Si a eso le añadías a Harry Styles mirándola fijamente, ya podías imaginar el resultado. Sus dedos temblaban y su corazón latía rápidamente.

Finalmente, Bárbara aparcó y se volvió hacia Harry, que aún seguía mirándola y no se molestó en apartar la mirada cuando ella lo pilló.

Se miraron a los ojos durante minutos sin decir absolutamente nada. Esmeralda fundiéndose con amarillo. Al final, ella rompió el contacto visual y estiró su brazo hacia el asiento de atrás. Cogió los dos ramos de margaritas blancas que reposaban allí entre sus manos y se los mostró a él.

- Las margaritas blancas demuestran amor puro e incondicional. -dijo. El corazón de Harry martilleó en su pecho desmesuradamente. ¿Qué significaba eso?

Por un segundo pensó que ella le quería y se lo estaba diciendo de una manera un tanto extraña. Porque ella era así, extraña.

No obstante, Bárbara salió del automóvil y cerró la puerta detrás de ella, comenzando a andar. Harry reaccionó y miró alrededor. Era un paisaje sombrío. El suelo estaba lleno de hojas secas, el cielo apagado y habían tumbas y lápidas alrededor.

Estaban en un cementerio.

Él se sintió idiota, como siempre se sentía al lado de ella. Tan rápido como pudo, se bajó del coche y la siguió sin decir nada. Anduvieron durante un par de minutos hasta que ella paró y Harry la imitó. Bárbara se agachó delante de dos lápidas negras con expresión neutra y apartó algunas hojas secas de ellas para descubrir los nombres que habían en éstas.

El chico del ascensor » EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora