Capítulo 34: Ballet.

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Capítulo 34: Ballet.

- Otra vez.- ordenó Bárbara.

Estaba ensayando en el estudio de baile de su apartamento con Ariel y Luisa. Llevaban haciéndolo desde que la academia cerró. Puede que estuviera siendo muy dura con ellas en ese instante, pero ese día parecía que no se estuvieran esforzando al máximo.

- ¿Podemos empezar con salsa y seguimos con ballet más tarde?- pidió Ariel.

- Chicas, queréis presentaros a ese concurso de baile, ¿no?. Os tiene que salir perfecto, el ballet se valora mucho en los concursos.

- Pero me duelen los dedos de los pies.- se quejó Luisa.

Bárbara suspiró y le tocó el pelo a ambas. Se sentó en el suelo de madera clara y las otras la imitaron.

- Bárbara... Hay una cosa que debemos decirte.- anunció Ariel, su voz sonaba como la de una madre.

- ¿Qué es, chicas?- preguntó, algo preocupada por la seriedad de la adolescente.

Ariel se apartó su pelo rojo de la cara. Sí, se llamaba Ariel y era pelirroja. Casi parecía que sus padres se burlaron de ella al hacerla la viva imagen de La Sirenita.

- El concurso... Es de dos parejas. Dos de cada edad. Es decir, Luisa y yo no nos podemos apuntar si tú y alguien más de tu edad no bailáis con nosotras. Bueno, no con nosotras, pero en nuestro equipo.

La peliazul se quedó boquiabierta.

- Pero, niñas... Ya sabéis que yo ya no actúo.

- ¿Ni siquiera por nosotras?- Luisa hizo un puchero.- Piénsalo, por favor. Profesora, para nosotras esto es muy importante.

Bárbara apretó los labios, pero asintió.

- Lo pensaré. Y ahora, repitamos.- se levantó y encendió de nuevo el equipo de música.

Una melodía suave comenzó a sonar y las tres se pusieron en posición. Sobre sus puntas, anduvieron a pasitos cortitos un par de centímetros con un brazo alzado y otro delante de ellas. De pronto, Ariel apoyó sus talones en el suelo y dejó caer sus brazos. Las otras dos se detuvieron.

- No me sale. No lo estoy haciendo bien.- dijo con impotencia.

Su profesora de baile se desplazó hacia el equipo y volvió a apagar el sonido. Solo entonces se dieron cuenta de que alguien estaba tocando al timbre de la casa.

- Luisa, ¿puedes abrir tú?- le pidió Bárbara.- Mientras hablaré con Ariel.

Ésta obedeció y salió fuera de la habitación. Bárbara se acercó a la barra y le hizo un gesto a la pelirroja para que hiciera lo mismo. Puso una mano encima de la barra de madera y se puso de puntillas mientras se miraba en el espejo de la pared. Ariel la imitó.

- Sé lo que te pasa.-comenzó- A mí me pasa lo mismo. Estás tensa y tienes muchas inseguridades, por eso no te salen los movimientos con naturalidad. Pero, cariño, el baile es para desahogarte. Tienes que dejar las inseguridades fuera para poder disfrutarlo. El baile te da seguridad, no lo contrario. Prueba con pensar que estás en un lugar que te guste mucho, que te de tranquilidad. ¿Vale?

Ariel asintió y la abrazó.

- Intentémoslo otra vez.

La peliazul encendió la música y se puso detrás de su alumna para observar sus movimientos. Esta vez le salieron a la perfección. Bárbara le sonrió ampliamente.

- Así es. Estoy orgullosa de ti.

Unas palmas sonaron en la puerta de la habitación. Luisa entró acompañada del chico.

- Hola.

- Joder.- musitó Bárbara.

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Lo siento, lo siento, lo siento. Dije que tendría más tiempo para escribir, pero he cortado con mi novio y me sentía demasiado desgraciada y miserable como para escribir algo bonito. (Srsly, si de mi estado de ánimo dependiera, Bárbara se hubiera suicidado). Así que básicamente me he pasado dos dias enteros en mi habitación comiendo helado y maldiciendo al género masculino en general. Peeeeeero, ya estoy mejor. ¡Soy libre! ¡Alegría! ¡Yuju! ¡Arsa, arsa!

¡Os quiero!

- Cupcake.❤️

El chico del ascensor » EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora