48. JULIAN

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No sé cuánto tiempo podré aguantar en Roma.

El hecho de que Astrid esté embarazada solo nos complica las cosas. En la ley de la República se respeta a las embarazadas, sean las peores traidoras de este mundo, ellas no pueden ser juzgadas con la pena de muerte. Alexia es curiosa cuando me pregunta sobre qué siento yo con la paternidad, quizá para hacerse a la idea de con qué clase de hombre podría criar a ese niño. Le cambió la cara cuando me incluí en la crianza sin que ella me lo pidiera. No tiene que pedírmelo. Cuidaré de él y eso no puede negármelo nadie. Si seguimos juntos en esta relación, ese sobrino también es mío. No tengo hermanos y nunca me he imaginado que pudiera ser tío. Pero claro, nunca contaba con que mi pareja sí podría tener hermanos.

Sé que Dalton puede odiarme. Tiene los motivos suficientes como para hacerlo. Pero no puedo culpar a un crío inocente de lo que están haciendo sus padres. Valoro lo que Alexia hace, ese esfuerzo por permanecer en Roma para tener a Astrid vigilada, para saber lo que va a pasar de primera mano, para asegurar que no vuelven a haber calamidades. No le importa tener que matar a gente que se lo suplique porque quiere recuperar a su hermano y ahora salvar a su futuro sobrino. No quería comprender qué la ataba a la guerra y es que su familia está hundida en la guerra hasta el cuello.

Dalton es un pez gordo de la facción liberal. Alexia es la joya de la Revolución. Pete se baraja entre los dos que pueden tener la mayor influencia sin tener en cuenta al Ejército. Los liberales seguirán los consejos de Dalton, ya que Astrid es una líder liberal. Los rebeldes seguirán los pasos de Alexia porque fue de los pocos rebeldes que plantó cara en un lugar de tortura. Es una leyenda para ellos. Alguien que habló cuando nadie se atrevería, cuando la azotaron públicamente. Un rebelde seguirá fielmente a alguien que desafió de ese modo al gobierno, incluso ante el peligro de la muerte. Y cuando nazca ese niño, solo será otro motivo para que Alexia no se marche de aquí.

La carta más importante de la baraja.

Y las cosas aquí no hacen más que molestarme.

Me molesta que Rider continúe haciendo de las suyas aunque Alexia me diga que está cambiando. Que no me haya protestado cuando lo mandé callar por primera vez no quiere decir nada. Sé que ella me lo dice porque en el fondo lo aprecia y lo valora, porque es un amigo que ha vivido lo mismo que ella y nadie más que él y yo podemos consolarla. Y hay cosas que a Alexia le costará hablar conmigo, porque ella me respeta, ella tiene todavía esa serie de cosas que no puede borrar tan fácilmente. Se ha criado de esa manera. Rider la puede entender porque ella sí cree que es igual que ella.

Quizá crea que hay algo de mí que la supera, cuando no soy más que otro humano. Estamos juntos, eso no me hace ser más que ella. Luego está Careg, que no sabe nada y cree que es el que peor lo pasa porque tiene que tomarse unas pastillas antidepresivas. Eso sí, ahora lo hace a espaldas de Rider, mientras fuma y hace cosas que no debería, como beber.

Aunque quiera irme de Roma para asegurarme un futuro, amarla me ata a este país.

Y aunque todo el mundo pensará que eso es lo que más debería molestarme, que me ate a la República, lo cierto es que es lo que menos me molesta.

Ella me dijo que no quería enamorarse de mí porque eso la ataría al Sur.

Resulta que soy yo el que se ha atado al Sur por ella.

Sé que es protectora con Pete y que no lo dejaría junto a Dalton, un liberal al que acusarán de genocida, al que por ley republicana lo condenarían a muerte. Lo único que puede salvar a Dalton son las leyes del Norte que prohíben la pena capital. Pero eso no quiere decir que Dalton vaya a librarse de la cárcel, porque lo hará. Si lo condenan en el Sur, podría ser perpetua, podría ser también pena de muerte. En el Norte no se libra de la perpetua. Sea como sea se va a pasar el resto de vida entre rejas. Alexia puede pensar lo que quiera, pero Dalton no se va a librar fácilmente de una condena e incluso no descarto la pena de muerte.

La Marca del Ejército (#LMDLR2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora