30. ALEXIA

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El bombardeo se detiene minutos antes de que saliéramos a la superficie, ya en el sur de Roma. Una vez me da la luz del sol, las bombas ya no caen. Ahora mismo, Roma es la ciudad más peligrosa en la que podríamos permanecer. Si mi intención es seguir con vida, este no es el mejor sitio para eso. Es cierto que la guerra había empezado a tener una tregua, pero esa tregua solo ha durado unos pocos meses y ahora ha llegado a su fin.

La guerra ya no parece centrarse en lo que hay en la República, o en esta Revolución o los que defienden al gobierno. Ese es el mayor problema. El enemigo que ha atacado lo ha hecho desde las tierras del Imperio del Norte de Europa, los liberales han atacado directamente a la sede del gobierno republicano. Una guerra entre la República y el Imperio podría volver a suceder, aunque aquí se traten de pequeñas partes de cada país. Una guerra en la que podría entrar toda Europa, incluso los que no lo deseen. Y no solo en el Sur.

Si hacen que los rebeldes se posicionen, ahora mismo estarán a favor. Una vez eliminado el Ejército, entonces empezará el duelo entre esas dos masas. Y no sé si voy a querer estar en medio.

Mi búsqueda y captura ha quedado anulada desde el momento en que la primera bomba cayó sobre el suelo de Roma. Resulta que ya no soy la asesina más buscada de la República. En realidad, lo sigo siendo, pero por lo menos ya nadie me da importancia porque no ofrecen esa millonada por mi cabeza.

Odio a Charline. Odio a esa mujer desde el primer momento en que la vi rezagada en aquella habitación de la ciudadela de Santander. Agachada, agazapada, llena de miedo, pero mostrándose valiente. Incluso muerta, sé que seguiré odiándola. Pasarán años desde que la mate y la seguiré odiando.

Ahora hay algo peor que se anuncia por las pantallas: la respuesta al bombardeo. Van a bombardear Berlín. Sin piedad.

Como he dicho antes, parece que hay dos tipos de rebeldes: los que se están uniendo con los liberales por el enemigo en común y los que están contemplando cómo otro entra en el juego y picotean de mientras. El enemigo común es Charline Courtois de la Flore.

Los rebeldes la quieren muerta para instaurar la democracia, aunque todos saben que para provocar la rendición del Ejército, los rebeldes tendrían que tomar el Parlamento de la República. Los liberales tienen otros intereses que no importan a los rebeldes, por lo que se llevarán una puñalada por la espalda. Colaborarán hasta que uno de los dos sea el que tome el Parlamento. Y no soy la única que lo pensará. Esto ha dejado de ir por países, va por tipos de gente. El Ejército contra los rebeldes se ha sustituido por los liberales. Como si los rebeldes fuéramos secundarios. Pero no lo son.

Sé mis ideales.

Yo no quiero una Europa unida y tampoco quiero a Charline en el poder. No quiero participar en esta guerra, tampoco estoy en condiciones para ello. Pero digamos que estoy en ese grupo de rebeldes que asiente, sonríe, y espera hasta el último momento para la puñalada final. Haré lo que sea con tal de quitarle el poder a un monstruo.

Quiero irme lejos por unas semanas, tengo que recuperarme de las heridas que tengo, de la pierna herida. Quiero tener una vida relativamente normal. Y a la larga, esa vida normal es lo que tendré. Viviré tranquila sabiendo que no habrá ninguna bomba amenazando que se lleve la vida de los que más quiero.

Roma tiene unas colinas donde la gente lleva reuniéndose desde que la guerra empezó a golpear la capital. La ciudad de las siete colinas. Se han montado hospitales de campaña en la base de las colinas, en casi todas las colinas de Roma, las siete famosas. Algunos niños miran con algo de miedo y asombro el humo de las zonas bombardeadas. Para ellos esta es la nueva normalidad. Humo que sale de restos machacados y reventados. Hay monumentos importantes que se mantienen en pie, intactos, como si nada hubiera pasado.

La Marca del Ejército (#LMDLR2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora