27. ALEXIA

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Puedo escuchar cómo Rider y Julian hablan sobre temas variados, pero es un suave murmullo de fondo. Tampoco estoy escuchando nada en concreto. No tengo la suficiente energía como para poder poner atención a todo lo que dicen y me mantengo lo más alejada posible del pasillo.

Cierro los ojos, tirada en el suelo. Me encojo allí. Es mejor dormir tirada en el suelo que en ese colchón de mierda. La espalda me duele, así que duermo de lado con la almohada de esa cama sucia. Imaginad el estado de la cama como para que yo prefiera dormir en el suelo, clavándomelo en la cadera. No me importa hacerlo. La espalda es un dolor tan constante que no sé si seré capaz de pegar ojo. Igual es lo que quiere esa loca, que yo pierda la cabeza. No sueño, pero sí me noto descansada, a pesar del dolor de espalda.

El ruido de la puerta hace que me despierte de golpe. La están abriendo. Eso me hace pensar que ya es por la mañana. Pienso que van a llevarme a algún lado, pero... No me sacan de la celda.

No quiero creer en Allah pero de repente se me hace irremediable ponerme a suplicarle en mi mente que me saque de esta. Que por favor se apiade de mí. Pero he cometido tantos errores, tantos pecados, que Allah nunca podría apiadarse de un alma tan condenada como la mía. Un alma cuyo destino es sentarse al lado de Satán.

El último es el mismo que cierra la puerta de nuevo. Los dos se quedan dentro de la celda. Comprendo que me van a castigar en privado. La humillación al gobierno ha sido demasiado alta cuando me dieron los latigazos. Todo el mundo estaba callado y me respetaban. Charline no va a cometer el mismo error y no va a caer tan bajo y menos cuando le dije "me respetan". Ella es consciente. Ella sabe que ese silencio es por respeto y sé que lo sabe.

La han humillado.

El primero de ellos se acerca a mí y me agarra del brazo con fuerza. Es tan violento que el mero agarre me duele. Me golpea en las costillas con el pie y me quejo levemente del dolor. Me quedo sin respiración. Mi garganta está destrozada. No suelta mi brazo, pero sí que se burla de las vendas que cubren mi torso. Que se notan mis pechos perfectamente. Los pelos se me ponen de punta cuando me imagino lo peor, por el miedo que me da que me hagan esto.

Me asusto de verdad, intento mantener la cabeza fría.

El segundo soldado me atesta una fuerte patada en la pierna, justo sobre la espinilla, y eso hace que mi pierna abrase de dolor. Me tiran al suelo, sin ningún tipo de cuidado en cómo caigo. Y caigo de espaldas. Eso hace que me congele por momentos de dolor. La espalda me arde. Me dan en la cara. El otro, el que me ha agarrado del brazo, sujeta mis mejillas con fuerza y me hace mirarle a la cara. Entonces, me escupe, sin ningún tipo de remordimiento, como si lo estuviera deseando.

Intento defenderme, pero todos mis movimientos estiran mi espalda. Ya no sé qué duele más: los golpes que me dan o las heridas cosidas de la espalda. Soy una completa inútil por no poder defenderme de esto. Es lo que me han hecho.

El soldado me tira de nuevo al suelo, con más violencia. Me cogen de la pierna para que no huya de ellos y me arrastran por el suelo de la celda. Las heridas de mis rodillas son cada vez más graves y me golpean los tobillos para que no me pueda mover. Es doloroso.

Miro al que me ha escupido directamente a los ojos. Él sonríe y uno de ellos está preparando algo. Trato de ponerme de nuevo en pie. Lo logro, a pesar del tobillo que me estalla de dolor. Es el mismo tobillo que me dañé hace unos cinco meses, cuando estaba asaltando un edificio del Estado y caí. Ahora es el peor momento para descubrir que no se había curado bien... Es el peor momento de los que podría haber. Estoy débil, y apoyar mi peso sobre él me duele demasiado. En menos de un segundo, vuelvo a estar en el suelo.

La Marca del Ejército (#LMDLR2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora