29. ALEXIA

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Intento con todas mis fuerzas que mi cuerpo sea capaz de responder a todos mis movimientos, pero me resulta imposible. Apenas siento mis piernas, llenas de heridas y de moretones. Tengo el tobillo demasiado hinchado, tanto que parece que cada vez que trate de apoyar mi peso sobre él, se me caiga el mundo encima. No puedo apoyarme sobre mis piernas sin que el dolor me mate.

Dalton... Julian ha dicho algo sobre que Dalton era el responsable de esto. Que era el que nos había mandado esta lluvia de bombas para ayudarnos. Nos estaba echando una mano, o lo que sea que pretendiera con este bombardeo. Tampoco puedo pensar en mis hermanos mientras Julian me lleva mientras estoy estirada en una camilla hasta la primera habitación completa que hay. Logro incorporarme poco a poco, aunque el mareo estalla cuando lo hago y no puedo evitarlo. Julian me sujeta por los brazos antes de que me caiga.

Me detiene de golpe y me deja tumbada.

—No quiero que hagas ningún esfuerzo, Alexia—me lo pide con calma, sin alterarse, con una voz tan tranquila que calmaría la tormenta más salvaje de todas—. Tranquila. Respira con calma—no quiero quedarme tumbada. Así que me quedo sentada en la camilla mientras veo a Julian agachado frente a la bañera, preparándola para un baño—. Lavaré tus heridas—asiento. Estoy loca por lavarme y por deshacerme de todo esto—. Es un día de suerte, tenemos agua caliente—me dice Julian, aunque noto la ironía de ser un día de suerte—. No nos podemos permitir muchos lujos, pero será mejor así—le sonrío débilmente, lo que agrieta mis labios. Con una pequeña toalla limpia, Julian limpia mi labio manchado de sangre—. No... No quiero que pienses que estoy aprovechando este momento para—niego poco a poco.

Él se calla. Ni siquiera tengo fuerzas para poder poner mi mano sobre su boca.

—Sé que no puedo sola.

Mi garganta duele y por eso mi voz está tan ronca. Veo que su labio tiembla, solo un poco. Solo le pido que no se rompa por mucho que le duela verme así. No podemos rompernos ahora. No puedo romperme o terminaré matándome.

Julian asiente.

—Si te hago daño, por favor, dímelo, no quiero hacerte más—asiento, aunque sé de sobras que esto me va a doler. Son heridas que no han sido tratadas de la manera correcta. Así que esto va a ser doloroso, pero necesario.

Dejo que me retire con mucha calma las vendas que logré ponerme de algún modo sobre la espalda, rodeando el torso. Las retira desde la espalda, poco a poco, para que las partes que estén pegadas a la piel no sean brutalmente separadas. De esta manera, no se abrirán las heridas, lo cual es lo último que quiero ahora mismo. Me deja con el torso descubierto. Me siento vulnerable. Tantas heridas, tanta escasez... No quiero ponerme a llorar.

Al verme la espalda, veo de reojo que Julian frunce el ceño, en un gesto que me confirma que mi espalda es un desastre. Sé que está horrible, eso ya lo sabía desde hace tiempo, desde que me desperté en esa celda después de... eso. Aunque no he llegado a verme la espalda, solo con el dolor ya me puedo hacer a una idea del mapa que tengo ahí detrás. Me deja al borde de la camilla y me quita los pantalones con mucho cuidado.

No hay nada sexual aquí, nada de aquello que nos invadía las otras veces que sucedía esto, sobre todo en el Imperio. Julian va con mucho cuidado, quitando los pantalones muy despacio por las heridas y el tobillo inflamado. Apenas se distingue el hueso y mi tobillo parece inexistente. Le obliga a estirar la tela del pantalón hasta romperlo un poco, lo que haga falta para que no me mate de dolor. Todas mis ropas están llenas de sangre seca, aunque algunas manchas son recientes. Por último, Julian se deshace de mi ropa interior con el mismo cuidado que mis pantalones.

Estamos destrozados.

Sé que ya me ha visto desnuda, y no por eso siento vergüenza. No me da vergüenza estar desnuda, me da vergüenza que vea lo que soy: una chica débil, llena de heridas, delgada... Está viendo lo que soy, tal cual. Está viendo mis marcas, mi dolor, y todas las heridas expuestas por completo. Expuesta ante él, desnuda en todos los sentidos. Mi alma está totalmente abierta a él. No dice nada.

La Marca del Ejército (#LMDLR2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora