28. JULIAN

41 0 4
                                    


Alexia está tan rota que me duele el alma. Se me hacía más fácil el poder imaginarme que lo esta antes que verlo, porque verla así se hace tan real de golpe que me duele todo. No me han dejado en paz. Han empezado a humillarla delante de mi cara, la han drogado porque saben que si ella está en sus plenas facultades, los habría matado de alguna manera u otra. Eso lo saben todos, incluso Charline, que no para de subestimarla todo el rato. En el fondo, si la drogan es por miedo.

Alexia me lo ha dicho muchas veces: su fama viene por algo.

Me esfuerzo en tener dentro de mi cabeza la imagen de la chica dulce y a veces me olvido de que es una asesina que roza la profesionalidad. A pesar de estar drogada, ella mordió hasta hacer sangrar al soldado, y sé que eso la satisfizo, por ser capaz de hacer tanto daño, incluso así. Que incluso en ese sentido Alexia seguía siendo una auténtica amenaza. No tocan a Alexia en un aspecto abusivo, quizá un poco, pero ella no es nada fácil.

Han dejado a Rider en la misma celda que ella. Es la tortura psicológica más barata que existe. Alexia no lo sabe, pero lo suelen hacer con cómplices. Siempre hay uno que arrastra a todos. Cuando se juntan empiezan a echarse la culpa, o a decir que ninguno de ellos es culpable. Palpan a gente que conocen antes de morir y todos están en esa celda, siendo conscientes de que morirán. A veces sirve para sonsacar información de alguna manera. Quizá Charline pretende eso para Alexia. Hacerle que entienda que es su culpa que Rider esté así, por conocernos, por haber sido su amigo, por haberse aliado con nosotros... Quién sabe.

Ojalá yo ahora estuviera con Alexia.

Ha amenazado con suicidarse, la pistola estaba totalmente cargada. Había disparado al techo, y por un segundo pensé que se había suicidado y yo realmente no lo podría haber superado. Se me paró el corazón.

No la tocarán, al menos no ahora. Dejarán que pase un día. Escucho sus lágrimas, sus llantos desconsolados. Llorando mientras Rider seguramente esté desmayado por el dolor.

Abro la boca un par de veces, pero no me salen las palabras. ¿Qué voy a decirle? No hay consuelo alguno. Vi las vendas llenas de sangre. Vi el pelo por los hombros. Vi la nariz herida. La he visto sangrar por la boca, mordiendo, tropezando... Fallar en lo más absoluto. Y la sigo queriendo tanto que me duele seguir en esta situación.

Cierro los ojos.

Es mejor desconectar.

Dejarme ir.

**

Un par de soldados, distintos a los anteriores, me despiertan y me llevan a otra sala oscura en la misma planta. Sigo en el subsuelo del Parlamento, a juzgar por las plantas que subo. Estamos bastante profundos, así que eso solo me confirma que nos tienen miedo. Me quitan las vendas de la espalda y miro al frente cuando me dejan solo. Sin cadenas. La puerta se abre. Rezo para que no sea ella. Lo rezo de verdad.

Veo a Charline, con un traje bastante elegante, negro y dorado, con capa, con la corona de olivo sobre su cabeza, peinada con trenzas. Mierda, es ella. Lleva un estilo muy militar. Las botas suenan por el suelo cuando se acerca a mí. Pide que nos dejen a solas.

Ellos se marchan y obedecen.

—Me da pena verte, Julian—la voz de Charline es tan sincera que me desconcierta ver que en el fondo no me miente—. No me esperaba que alguien como tú, de esta categoría... No sé, Julian... No sé qué puedo hacer por ti—Charline se acerca—. Me da pena ver que te has convertido en el cómplice de alguien como ella y... Me da pena ver que alguien que tenía tanta buena voluntad por este país ha terminado traicionándolo—deja su mano sobre mi hombro. Me duele hacerlo, pero la aparto—. La guerra es así. Cuatro meses y no sabes qué puede pasar. Has estado mucho tiempo inconsciente...—me sujeta por la barbilla.

La Marca del Ejército (#LMDLR2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora