Cumplo veintiún años en un día turbulento.
Me despierto sin Alexia a mi lado, pero no me molesta, porque sé cómo es ella y dudo que sepa que el veinte de octubre cumplo años. No recuerdo si he tenido la ocasión de contárselo. O quizá ella ni siquiera lo recuerda con la de cosas que tiene en su mente.
Como algo y me entero de que hay algo que asola Roma, pero cuando Max sale corriendo a ver qué sucede y me encuentro a Alexia tan triste, solo quiero hacer un borrón y cuenta nueva en algún otro lugar del mundo. Careg se acerca a mí cuando todo el caos se marcha.
Sé que si sigo con Alexia es gracias a él, porque cuando Alexia me dejó y estuvimos un mes entero sin estar el uno con el otro, Careg le dijo que si me quería, no debería importarle que fuese un soldado de la República y ella una rebelde. No le caigo bien, tampoco me cae bien, no le debía nada y él salvó lo poco que se podía salvar.
—Lo que está pasando en Roma es la plaga—me dice él cuando se acerca a mí.
—¿Qué coño es eso?
—Un arma bioquímica de posible origen liberal—se sienta a mi lado—. Dudo que sepas algo sobre esto, pero no está de más que te lo mires.
—Solo sé que tanto el Ejército como la Revolución no se están culpando.
—Bueno, pues menos mal que os habéis largado de Roma—es lo que dice Careg—. La plaga mata en veinticuatro horas si tienes suerte. Te deshace por dentro. Lo hace sin ningún patrón. Puede deshacerte los músculos. O puede deshacerte el corazón—abro la boca de golpe. ¿Quién ha podido permitir algo así? —. Julian... No le he dicho nada a Alexia porque... Bueno, salió su hermano públicamente amenazando a Roma. Lo vio todo el país. No sabemos si han sido los liberales... Pero no hace mucho que amenazó a la ciudad entera por lo de ella...—esto no pinta nada bien—. El último bombardeo fue liberal. Y desde entonces, están hundiéndose. La capital entera está en cuarentena—no puede ser cierto. Sé que Dalton sería incapaz de esto. Pero recuerdo a Astrid... Ella ideaba una especie de ataque que hiciese daño, sin destruir nada. Sin destrozar Roma—. Hay que hablar con Berlín.
—No responden a nadie—le digo yo. Careg parece a punto de contestar—. Llevamos intentando hablar con Berlín todos los días desde que salimos de ese pozo. Rider lo intenta todos los días y nadie responde. Así que si quieren hablar, saben dónde tienen que hacerlo. No van a decir que son los culpables, pero este silencio y la defensa entre los bandos enemigos... No pinta nada bien—me llevo una mano a la frente—. Las armas bioquímicas ya tienen una cura. ¿Por qué los están dejando morir?
—Los liberales son partidarios de la Unión Europea—la cara se me cambia de golpe.
—Puede que sea puro chantaje—Careg niega.
—¿Tantos muertos por un país imposible de reunificar?
—¿Por qué si no harían eso?
—Es una locura—dice él—. No digas locuras—exige—. Entiendo que pertenecías a su bando. Pero aunque los rebeldes estén defendiendo al Ejército yo no puedo fiarme de esos cabrones. Así que tampoco me fío de ti—me lo quedo mirando. ¿Me está vacilando? ¿Ahora no puede fiarse de mí? —. Y sé que mi hermano tampoco se fía de ti.
—¿Qué tiene eso que ver con la extorsión liberal?
—Que nunca hemos dejado las cosas claras—Dios, ya empezamos. Pero la verdad es que me sorprende lo que me dice—. Coge a Alexia, haz una mochila y largaos de aquí antes de que os vuelvan a hacer mierda. Sed felices antes de que esto os ahogue, porque es lo que está haciendo con vosotros. No os lo van a volver a permitir. Si vuelven a atraparos, os fusilarán o peor. Ahora estarán muy ocupados con la plaga, pero entiéndelo. Salir del Parlamento fue un milagro, teniendo en cuenta que ibais a morir condenados allí—eso le duele.
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La Marca del Ejército (#LMDLR2)
Fiksi IlmiahSEGUNDA PARTE DE LA MUERTE DE LA REVOLUCIÓN. ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por lo que más deseas? Tras la ida al Imperio, Alexia cree encontrar las soluciones a sus problemas al encontrarse con sus hermanos, los cuales viven a salvo en el I...