Supe que Alexia dejaría de ser la misma mujer que conozco desde que he visto cómo se la llevaban. Ellos me sujetaron con fuerza al intentar ir a por ella, fuese como fuese, aunque fuese imposible. Estrujaron mi mano herida y volvió a sangrar. El dolor me nubló la cabeza y me quedé paralizado por completo. Tampoco hubiese servido de nada haber alcanzado a Alexia, si lo hubiese conseguido tampoco teníamos ninguna manera de salir de allí. Me detienen antes de alcanzarla y la realidad me golpea de ese modo. El apretón hizo que volviera a la realidad.
Me atan las manos y me llevan a una sala llena de pantallas, en algún sótano. Veo lo que probablemente estén viendo todos los republicanos en este momento. Me obligan a sentarme en una silla y me atan las manos en los reposabrazos de ella. Quizá esto no sale del país, que el resto del mundo no lo verá, pero espero que lo haga. Para ver si el hecho de que jodan a una chica haga que alguien en este mundo de mierda se entrometa y haga algo por nosotros. Hay soldados custodiándome.
La pantalla más grande de la sala retransmite en directo todo lo que está pasando en la plaza del Parlamento. Escucho la puerta de la sala abriéndose, pero no puedo girarme a ver quién entra porque estoy sujeto.
—Buenas tardes, Julian—esa voz es la de Charline—. Ya sé que no hemos tenido una agradable mañana. Espero que a partir de esto reconsideres mi oferta—ella se queda a mi lado, pero mantiene una distancia prudente. Tiene las marcas de mis manos en su cuello—. Todavía tienes tiempo para pensártelo—apoya su mano sobre mi hombro. Pronto me la aparta y se queda sentada en otra silla. Mantiene las distancias porque la he herido. Porque sabe que si tengo la ocasión, la mataré. Por eso ahora estoy atado—. No me importa lo que me digas de esto, que me supliques cuanto quieras, que me digas que no se lo merece... Porque sí que se lo merece. Tú crees que no, pero algún día serás consciente de que sí.
Mi respiración se altera cuando la sacan por la puerta principal del Parlamento, con el torso descubierto por completo, y sin cabello que la pueda cubrir, porque esa melena de color dorado ahora se había vuelto una melena que apenas roza sus hombros.
Mi boca se abre de golpe.
El cambio me toca la cabeza y me deja todavía más impactado. No me puedo creer lo que Charline ha hecho con ella al dejarla semidesnuda. No me puedo creer que haya cortado su pelo. Ella misma se negaba a cortárselo. Yo lo entendía. Casi nadie quiere el pelo largo en una guerra. Pero Alexia se aferraba a ese pelo con todo su ser. Y se lo han quitado. La están humillando.
Pero el público permanece callado.
—¿Qué necesidad tenías de dejarla semidesnuda? —murmuro la pregunta.
Pero ella me escucha.
—¿Qué pasa? Su primer castigo son latigazos en público—lo dice Charline como si eso fuese lo más normal del mundo o como si no hubiese tenido nada que ver, cuando literalmente en este país ella tiene que ver con todas las decisiones—. No voy a ordenar que le pongan un sujetador solamente porque son los pechos de una mujer. Vamos, que son solo pechos. Los moralistas del sur del país que se tapen los ojos. Si te pusiera en su lugar de la misma manera, nadie diría nada sobre ti. Limítate a hacer lo mismo. Piensa que es un tío, no a la rebelde que te estás follando.
Van a joder a Alexia.
La tienen atada contra un poste de madera oscura con las cuerdas y los grilletes. Ella tiene toda su bonita espalda al aire, espalda que siempre he adorado acariciar. Recuerdo la suave piel de ella bajo mis dedos, lo intacta y pura que estaba, a diferencia de sus manos y sus costillas, o incluso su cuello dañado. Lo mucho que amaba ver que Alexia conservaba un espacio en su cuerpo sin ninguna herida, un lugar que no había sufrido daños.
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La Marca del Ejército (#LMDLR2)
Science FictionSEGUNDA PARTE DE LA MUERTE DE LA REVOLUCIÓN. ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por lo que más deseas? Tras la ida al Imperio, Alexia cree encontrar las soluciones a sus problemas al encontrarse con sus hermanos, los cuales viven a salvo en el I...