Comemos sentados en el suelo del salón donde está el sofá de cuero blanco. Hemos traído unas cuantas provisiones así que decidimos racionarla por si acaso. Podría sobrar comida pero no podemos arriesgarnos porque en Roma hay una plaga que hace que la comida tenga algo de riesgo, aunque Astrid insiste en que somos totalmente inmunes.
Careg mira a Rider mientras el chico habla animado con Jena, y por suerte Rider no está diciendo ninguna tontería. Es de agradecer. Solamente hablan de cómo les ha ido la vida en ese momento en que ambos abandonaron Nápoles para ir a Roma él y a Túnez ella. Rider omite varias cosas, como por ejemplo nunca suele mencionar a Kristine. Me imagino que lo hace para no romperse.
Jena no se escandaliza como muchos con el parche, así que Rider está de buen humor, lo que es una bendición, porque no recae en el odio que le tiene a su hermano y a Julian. Es una auténtica paz después de la tormenta. Recogemos una vez terminamos porque creo que todos necesitamos un descanso. Todo es un caos.
Arreglamos lo que podemos, como las camas. Ayudo a Astrid con la cama de Careg, en la habitación que pertenecía a Julian. Veo las paredes blancas, lisas, con una bandera republicana colgando de la estantería. Astrid no dice nada, solo la mira y suspira un poco. Hay figuras de acción en la estantería que Julian usaría en su infancia. Pronto amanecerá, pero necesitamos descansar aunque sean unas horas. Todo lleno de polvo.
—Julian no está solo. Pero tú sí que lo estás—es lo que le digo a Astrid. Ella me mira de golpe. Sabe que en mi voz hay algo que no es normal. Algo nuevo. Algo diferente que ella no ha probado. La amenaza—. Conmigo Julian tiene a toda una legión protegiéndole, a pesar de lo que Rider diga, o lo que mi hermano diga. No te confundas. Me traicionaron unas ratas, pero son pocas—Astrid me mira con cara de pocos amigos—. ¿Qué te harían si saliese en plena Vía del Corso gritando que tengo a la responsable de la plaga aquí? Seguro que nada bueno. Mi palabra vale mucho, eso lo sabéis—sonríe ante la amenaza.
—¿Me estás amenazando? —me pregunta ella, confundida.
—Antes era como tú—le digo, a lo que ella no entiende. Le señalo la bandera de la República que descansa en la pared de lo que una vez fue la habitación de Julian—. He visto cómo la miras. La odiaba yo también—confieso—. Lo hacía porque ese gobierno me había dejado sola. Este país no iba a ayudarme—su cara cambia un poco—. Pero ahora mismo están transformándola en un símbolo que nos une.
—¿Y odias a Dalton? —me pregunta ella de golpe—. Antes odiabas a la bandera de tu país. Antes amabas a tu hermano. ¿Se han cambiado los papeles?
—Ten cuidado con lo que dices, princesita—dejo mi mano apoyada en el marco de la puerta—. Tú estás jugando con mi hermano. ¿Crees que soy idiota? Puede que le quieras. Pero también sé que estás jugando con él porque nunca había conocido a una mujer tan fuerte como tú—Astrid me mira con rabia en los ojos.
—Te mataría—es lo que confiesa Astrid—, pero Dalton te quiere.
—Te lanzaría a los leones—es mi respuesta—. Pero necesito que estés viva para llegar a mi hermano. Esa es una verdad. No pienso permitir que sigas utilizando a mi hermano a tu antojo. Lo usas porque su nombre tiene fuerza gracias a mí—Astrid no me dice nada—. Desde que tú has entrado en su vida, mi hermano no es el mismo que recuerdo. Está pecado como un idiota, esto no lo haría un musulmán. Pero te ama. Por eso no te odio... Solo te digo que no te espera un buen destino.
—¿Por qué me amenazas? —está claro que no es tonta.
No voy a tocarla, porque lo que se merece es peor que lo que me hicieron.
—Tú eres mi salvoconducto para Julian—es lo que le digo—. Tu vida solo estará en riesgo si a alguien se le ocurre poner una mano encima a Julian. Tú lo sabes, pero realmente no te haría daño... Yo no—le aseguro, pero también le dejo claro que eso sería lo mejor. Astrid se acerca a mí, lenta y segura. Se queda a pocos centímetros de mi rostro—. No me asustas. Solo sé que tú eres la culpable de que Dalton ya no sea el mismo. Conmigo estuvo dispuesto a conocer a Julian y ahora quiere matarle. No sé qué papel juegas.
—No puedo justificar lo que está pasando en Roma porque no lo entenderías—es su culpa. Ella merece un castigo por todo esto—. Sé que ha sido algo desesperado y que se está muriendo la gente. Lo hemos hecho mal, pero ya no puedo dar marcha atrás—ella no me grita, solo está tan cerca de mi rostro que es como si lo hiciera. Lo hacen mal, pero no pueden dar la cura—. Dalton te tiene en un pedestal a pesar de lo que le dices, Pete también. Si no crees que quiera a tu hermano, allá tú. Julian ha cometido errores contigo. Tú también has cometido errores, Alexia. Incluso yo.
—Mis errores no tenían tantos daños colaterales como lo que hemos visto antes de llegar aquí—me alejo de ella, apartándola casi al pasar por su lado. La rozo en una simple amenaza para que mantenga las distancias—. No he dejado a decenas de miles de muertos, he matado por sobrevivir. Vosotros estáis matando por un puto negocio. Por unas putas tierras, porque os da miedo retiraros—suspiro un poco—. Eres mi cuñada, me guste o no. Mi hermano te quiere, lo respeto. Pero cuando esto acabe, eres una líder liberal y tu destino no será bonito. Te juzgarán por genocida, porque al ser líder eres responsable de esto que está pasando. A mi hermano también. ¿Y qué crees que te espera por genocida?
Ella se queda un rato callada. Baja la cabeza.
Me pide que no me marche con un gesto. Entonces vuelve a hablar.
—No querrás matarme. No lo hará nadie porque no sería moral—susurra. Me pide que me acerque y yo lo hago sin fiarme demasiado. Tengo la pistola en la mano cuando estoy a su lado. Ella sonríe un poco cuando ve que estoy armada, pero niega poco a poco—. Necesito que no te vuelvas loca.
—He dicho que no pienso matarte, a menos que Dalton toque a Julian... Eso no quita que el resto del país pida tu cabeza—le digo, siseando.
—No es sobre eso, Alexia—me corta ella—. Estoy embarazada. La ley protege a las criminales embarazadas. Nadie puede matarme por ley. No es moral. Vas a ser tía.
![](https://img.wattpad.com/cover/26778865-288-k288181.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La Marca del Ejército (#LMDLR2)
Научная фантастикаSEGUNDA PARTE DE LA MUERTE DE LA REVOLUCIÓN. ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por lo que más deseas? Tras la ida al Imperio, Alexia cree encontrar las soluciones a sus problemas al encontrarse con sus hermanos, los cuales viven a salvo en el I...