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Marion se encontraba caminando sin rumbo a través del boulevard, esperaba se hiciera la hora prometida para poder encontrarse con una mujer cerca del centro. No necesitaba hacer demasiado, hablar un poco y convencerla de ir hasta la nueva guarida de Jingoku, para que luego se convirtiera en alimento. Aquel asqueroso trabajo se le había encomendado en cuanto Douma le prohibió a su padre lastimarla más de lo necesario hasta cumplir con el objetivo.

Trataba que sus víctimas fueran malas personas. Estafadoras, asesinas, cualquiera que tuviera un rumor de mala vida era suficiente para ser escogidas. Y, aunque seguía sintiéndose mal consigo mismo por llevarlas a la pronta muerte, tener el concepto de «malas personas» hacía que su conciencia estuviera un poco más tranquila o por lo menos quería aferrarse a esa idea para no sentirse asqueada.

Levantó la cabeza cuando noto que varios traceuntes rumoreaban cosas sin sentido mientras la miraban y señalaban algo lejano a su espalda. Se volvió pensando que se trataría de la mujer con la que iba a encontrarse, pero entro en pánico en cuando reconoció aquella hermosa melena bicolor. Kyojuro se acercaba a grandes zancadas a su ubicación y si bien lo estaba haciendo sin llamar demasiado la atención, lo hacía demasiado rápido como para que las personas a su alrededor tuvieran que salir de su camino para evitar quedar atropelladas. Eso sin dudas estaba mal, muy mal.

Le dió la espalda y comenzó a correr lejos de él, con todo el poder que la sangre demoniaca pudiera ofrecerle a su cuerpo. No era parte del plan volver a encontrarse a solas con él, no sabía cómo reaccionaria o más bien, como ella reaccionaria ante su cercanía. Tragó saliva ante la idea, continuando con su recorrido sin mirar atrás.

Cuando giro a su izquierda se debutó abruptamente, era una callejón sin salida. Se acercó para abrir una pequeña puerta que deba hacía algún restaurante pero fue incapaz de hacer que cediera, para cuando estaba calculando la distancia del piso al techo más bajo Rengoku apareció detrás de ella. Asustada y sin querer escuchar algo que no que quería oír se echó hacia atrás, manteniendo una distancia segura del pilar. No sé supone que debían encontrarse, aún no era el momento adecuado. Si Jingoku se enteraba, su plan fracasaría, todo lo que había soportado durante esta nueva etapa iba a irse al drenaje.

Aún así, ver de nuevo a Kyojuro era de alguna manera tranquilizador, volver a ver ese cabello dorado, esos orbes amarillos e incluso escuchar el sonido de su voz. Lo extrañaba tanto, hacía que quisiera volver a la Mansión Rengoku, a despertar cada mañana en un apacible hogar, ver llegar al pilar entrada la noche, cenar juntos, charlar hasta tarde mientras paseaban por el jardín y después... Compartir un futón. Quería estar con él, quería...

En cuanto su espalda tocó la sucia pared, el bicolor hizo un movimiento rápido hacia ella. En solo un instante, la distancia había sido cortada por una ráfaga de fuego. Antes de que pudiera emitir sonido alguno, su áspera mano tapo su boca. Temerosa lo miro a los ojos, esperando que reflejarán la decepción y la traición, pero en vez de eso, reflejaban una genuina preocupación, eran amorosos, la misma manera en que la había visto cuando pasaron la noche juntos.

La mano que restringía su boca se convirtió en un pulgar que acariciaba la comisura de sus labios, diciéndole en silencio que no había necesidad de hablar. Marion recordó que le había explicado a Uzui con mucho detalle cómo funcionaba la sangre demoniaca de Jingoku, por lo que este debió haber transmito el mensaje a Kyojuro. Si ninguno de los dos hablaba, Jingoku no se enteraría de ello. Eso le dió un atisbo de esperanza. Solo por un momento, quería apreciar estar de nuevo con el pilar.

Con su otra mano la agarro de la cintura y la estrecho contra su pecho, echo su mechón hacia atrás y la tomo de la nuca para guiarla hasta sus labios. Era un beso cálido y lleno de añoranzas, sus labios iba a un compás lento, saboreando la sensación de ser besado por alguien que amaba. El cabello bicolor del pilar caía en su mejilla y cuello, haciéndole cosquillas cada vez que movían sus labios, estaba en un trance percibiendo el suave aroma y cuando se alejaron un poco para tomar el aire su uniforme tenía la imperceptible fragancia de una mujer. Eso la hizo volver a la realidad, estaban en Tokio, la casa principal de su familia debía estar ubicada en algún condenado lugar de esa ciudad y, en ella, vivía una de las mujeres a las que se le había presentado como posible partido de matrimonio. Puso sus manos en su pecho para empujarlo, pero ninguna parte de sus macizos músculos se movieron. Marion rompió el encanto del beso con un buen mordisco en su labio inferior, pero eso no hizo que la soltará.

La peliazul quiso abrir nuevamente la boca pero fue acallada por un segundo beso, el bicolor jalo un poco de su cabello e hizo que su cabeza se echara hacía atrás, profundizando el tosco beso. Eran de ese tipo ardientes, provocadores y para nada romántico. Se tenso cuando sintió la lengua del pilar entrar en su boca, tratando de juguetear con la suya. El sabor metálico de su sangre se mezclaba con su saliva y la sensación embriagadora que le recorría el cuerpo, haciendo que sin querer cediera a sus deseos. Tenía que detenerlo, aquello no podía llegar a nada más o ambos se harían daño emocionalmente. Las manos de Kyojuro eran grandes, ásperas y en esa noche fría se sentían vivas y calientes. Sintió que con una le acariciaba la nuca, la otra estaba buscando desesperadamente deshacerse del obi.

Sin mediar palabras ella le acaricio el pecho y luegos sus manos fueron hasta su cuello, acariciando su nuca y cabellos bicolor. Un jalón de parte del haori de flamas hizo que ambos sorpresivamente se separaran y haciendo que Marion cayera de redondo en el suelo. Con los ojos desorbitados miro hacía arriba, al culpable o a su salvador.

Uzui jalo más fuerte a Rengoku lo que hizo que el pilar perdiera también el equilibrio y casi cayera al suelo. El albino lo miro con desaprobación, chasqueando la lengua al ver que el bicolor tenía poco o casi nada de autocontrol. Aunque no podía culparlo, al ser un simple primerizo en ese nuevo mundo de sensasiones. No ayudo a Marion a levantarse del suelo, del bolsillo de su uniforme saco una carta, tirandola en su regazo y alejándose con el ardiente pilar sin decir una palabra.

Marion tardo varios minutos en reponerse, sus piernas no respondían sus órdenes y su cabeza daba vueltas por lo que acababa de pasar. Tomo la carta, la abrió y leyó con prisas.

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Ya he obtenido tu carta. Espero que dieras con el núcleo, porque ya no tenemos tiempo. Creemos que la antigua prometida de Rengoku es el siguiente rehén, por lo que es momento de actuar.

Tu decides... Crees que serás capaz de sacrificarte? Espero tener una respuesta pronto
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Las lágrimas de Marion cayeron en el papel, mojando y deformando las palabras escritas en tinta. No había logrado saber el lugar exacto donde se alojaba el núcleo, los acontecimientos alrededor del demonio le había impedido tener el tiempo suficiente para comprobar. Se llevó las manos a los labios, estaba un poco hinchados y aún sentía el placentero hormigueo. Ese seguramente sería su último beso con Kyojuro, ya no había salvación para ella. Deseo desesperadamente que todo fuera de otra manera. Apretó la carta contra su pecho. Quería que su destino fuera diferente. Deseo que si volvía a renacer, se encontraría en algún momento con Rengoku y que esa vez, al fin, sería felices.

Arrodillada, aferrándose a la carta y entre lágrimas, rogó que su destino cambiará milagrosamente.

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🌿Nota: Si tengo tiempo para corregir el próximo capítulo es posible que para el sábado publique otro 🤭 Está semana de trabajo fue agobiante, algunos clientes suelen ser muy groseros y piensan que por contratarte tienen todo el derecho de comerte con las palabras... 🙄 Pero bueno, es parte del proceso evolutivo del trabajo... Ya espero poder acostumbrarme a esos tipos de ambiente, para que no me afecten emocionalmente.

Sin más que decir, hasta el próximo capítulo🤙Mayo tuna

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