Kujo Marion perdió su hogar en manos de un demonio. Siendo la única sobreviviente de la masacre, no tiene más alternativa que seguir con su vida e intentar progresar en una civilización que solo la ve para un solo propósito.
Rengoku Kyojuro, el pil...
—El Jefe de policía encontró el cuerpo hace pocas horas... —se acercó a su patrona para susurrarle algo al oído, los ojos de la mujer se agrandaron y miraron directamente a Rengoku. Masayoshi pareció captar los papeles en el aire y se dirigió al pilar sin más mistisismos —Se encontró una nota. Al principio pensaban que era una carta de despedida y que se había suicidado. Pero después de leerla comprendieron que no. Era un aviso—
Rengoku tragó saliva, la boca estaba seca. Su pulso se aceleró por culpa del descontrol de sus sentimientos, no quería saberlo pero no tenía más opción que enfrentar la realidad. El recuerdo de su madre volvió a invadirlo, como si fuera una señal funesta.
—Que decía la carta?—
—"El gorrión aún sigue con vida. Estaremos esperando por ti en el bosque"— el bicolor soltó el aire que había estado conteniendo con alivio, Marion aún seguía con vida. Masayoshi cambio su expresión cuando volvió a mirar a su jefa. La mujer estaba algo alterada y sus ojos le decían claramente que estaba asustada— No hay necesidad de preocuparse, pondré a los hombres a patrullar la zona y tendrás más escoltas... El patrón ordenó que no salieras hoy y que mantuvieras contigo a Rei—
La mujer asintió sin mucha discusión. Como si fuera una niña, agarro la punta de la camisa de Masayoshi en busca de protección. Rengoku recordó al niño que jugaba en el columpio y supuso que era a quien se referían, no quería indagar en cosas que no le competían así que mantuvo a distancia su curiosidad. La ama de llaves miraba reprochante el comportamiento de su señora, pero no podía evitar también sentirse asustada. Que hayan asesinado al representante de los Minamoto era algo que haría temblar a la aristocracia, cualquiera que fuera, debía de no tenerle miedo al poder. El pilar de la Flama sabía que hablar sobre temas de su organización o la existencia de los demonios era perder tiempo, Kaguya y el resto eran del tipo de personas que poco se cruzaban con algo tan aterrador y no conocían las consecuencias de esa ignorancia.
Sus pensamientos fueron hasta Marion, sentía temor por ella. Aún si era una rehén los demonios no tardarían en lastimarla o intentar comer alguna parte de su cuerpo. Cerro sus ojos y respiro hondo, él estaría ahí para protegerla.
Después de intercambiar un poco más de información comenzó a despedirse. Rápidamente Masayoshi lo detuvo, conocía las intenciones del pilar y por lo que pudieron hablar, era a él el destinatario de la carta.
—te prestaré refuerzos, mis hombres son bastante eficientes. Necesitarás toda la ayuda posible—
Kyojuro sonrió por fin con tranquilidad, sentía que las cosas comenzaban a tomar un buen rumbo.
—Gracias, pero no lo necesito. Esto es algo que tengo que hacer por mi cuenta— hizo una reverencia a los presente y salió de la mansión con dirección a la posada. Prepararía su arma y descansaría para el anochecer, traería a salvó a Marion y procuraría no perderla nunca más.
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El cuerpo le dolía un infierno, el vestido casi desecho estaba tieso por la sangre seca y las horquillas había pasado a la historia. Tenía una enorme herida en la pierna lo que la hacía renquear cuando caminaba, el líquido aún teñia el torniquete improvisado y no había dejado de dolerle desde que fue hecha. Pensando un poco en su acción, había sido una completa estupidez. Si no hubiera tenido la suerte de su lado, ahora mismo estaría tiesa y fría en algún rincón de un oscuro cuarto, o picada y devorada en pedacitos como un sashimi mal hecho.
Había pensado en las 2 horas que restaban para que amaneciera cómo podría zafarse de los demonios. Habían quedado encantados con la regeneración y estaban pensando en llevarla con Su señor, kibutsuji Muzan. Escupió, imaginando al hombre de traje. La habían llamado Híbrida, el error que siempre cometían las personas al descubrir sus habilidades. Estaban equivocados, era solo una maldición, una para que ella no pudiera morir a menos que se lo ordenaran. Era un pequeño animal encerrado en una jaula, esperando el día en que su propietario se cansara de él y lo asesinara.
Su noche de torturas le había enseñado que "la bestia" era alguien que se irritaba con facilidad y que podía descontrolarse si se le presionaban los botones adecuados. Cuando el hombre demonio se fue, procuro irritarla lo más que pudo, sus ojos se inyectaron en sangre y los músculos de su cara se tensaron, haciendo que la cicatrices se vieran más severas y horrendas. Creyo que moriría de tantas veces que la golpeó, pero fue bueno que se distrayera y no notará que poco a poco la estaba direccionando a la ventana. Cuando el brillo del sol tocó los tejados, ya ella se estaba desintegrando. Para su mala suerte, la bestia fue lo suficientemente hábil como para retroceder a la seguridad de las sombras. Marion no vio otra salida que saltar por la ventana y caer como una bolsa de papas al suelo, a la seguridad del día.
Hubiera sido excelente que esa demonio hubiese muerto, pero con que ella escapara era suficiente. Las personas, que comenzaban a salir de sus casas al trabajo, se vieron perturbadas por su estado lamentable, murmurando palabras inaudibles. Nadie se acercó a ayudarla. En este mundo, solo podía valerse por si misma.
Aunque fuera de día, dirigirse hasta la posada era volver a ponerse en la mira de los demonios. Aún si el pilar de la Flama estaba ahí para protegerla, no tenía la certeza de que los demonios no volverían a secuestrarla y a torturarla. Sintió como la piel comenzaba a cerrarse, la regeneración comenzaba a obrar, en el día era más lenta y siempre dejaba cicatrices, pero por lo menos dejaría de desangrarse pronto. Poco a poco pudo caminar mejor y el torniquete dejo de hacer su función. Lo primero que haría seria robar algo de ropa, luego si no encontraba a Rengoku le dejaría una carta con la dirección y la apariencia de los demonios. Sea como sea, antes de que el sol se ocultara ella estaría lejos de Naha.
