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Marion corrió sin mirar atrás con dirección a la nueva guarida de Jingoku. Sus pies descalzos se raspaban contra la textura rústica del suelo haciendo que sangraran por las pequeñas heridas abiertas por objetos punzantes, aquellas mismas eran sanadas rápidamente y vueltas a abrir un segundo después. Poco le importaba, su mente estaba colérica y solo tenía espacio para pensar en una  cosa. El demonio había planeado la mayoría a escondidas de ella, sabía cómo trabajaba su mente pero nunca creyó que fuera lo suficientemente astuto como para planear todo a sus espaldas.

No le permitiría salirse con la suya, no dejaría que tocará un solo cabello del bicolor. No importaba lo que le costase, si debía morir para que aquello no ocurriera se lanzaría ella misma al océano y moriría con gusto. Era momento de pagar todo lo que Kyojuro había hecho por ella, esa chica Jiro serviría para consolarlo, era buena, dulce y servicial, no dudaría en si Rengoku tuviera el tiempo necesario le correspondería en algún momento.

Miro al fin atrás tratando de desviar sus sentimientos, había dejado la ciudad más rápido de lo que creyó, la sangre demoniaca ardía en sus venas por la furia del demonio y la suya en combinación. Sabía que Jingoku estaba molesto, podía sentirlo en el dolor de su pecho. La daga que cargaba en su mano  derecha sonó entre el choque de la vaina y el metal, la había encontrado mientras revisaba todo los gabinetes del dormitorio que le asignaron. Era un arma preciosa, la funda era de madera tallada con bastante detalles de flamas y el mango, que era igual de hermoso, acababa en el pomo con una cabeza de tigre rugiendo. Supo que estaba hecha de nichirin cuando la desenvaino y el filo se torno de un color carmesí. Con el arma en su mano tendría como defenderse del demonio y la usaría para apuñalar su propio cuerpo cuando tocará rematar a Jingoku. Mandaría al diablo todo plan alternativo, si quería que todo saliera acordé a como lo imaginaba debía hacerlo ella misma. Incluso si aquello era cortar su propio cuello.

Al poner un pie de nuevo en la guarida fue recibida por un extrañamente pacífico demonio. Jingoku se acercó desde la oscuridad para solo dejarse ver con la poca iluminación del sitio, la tranquilidad que emanaba era solo una señal de que Marion debía tener todos sus sentidos en alerta.

—Haz vuelto—

—Pareces sorprendido por ello. No es lo que querías?—

La sarcástica pregunta fue respondida con un gruñido de desaprobación, estaba siendo cosa que el demonio odiaba. Procuraría provocarlo lo suficiente como para que dejara de pensar racionalmente.

—Deberia matarte?—

—Hazlo, no me importa ya. Estoy cansada de tener miedo a tus malditas amenazas— se acercó sin vacilar ante la figura imponente de su padre, a pesar que la mayoría del cuerpo de Jingoku estaba sumergido en la penumbra, percibió la tensión a flor de piel. Apretó los labios sintiendo otra oleada de furia apoderarse de ella— El plan era que ibas a llevar a Rengoku a la fortaleza de su señoría, no convertirlo con la sangre de Douma—

—Nunca dije que ese fuera el plan. Sabía cuáles eran tus intenciones y fuiste muy estúpida al pensar que Douma-dono creyó tu patética mentira— Ella Vaciló ante esa revelación. Por supuesto que lo sabía, estaban hablando de la segunda luna superior, una de las lunas más fuertes de las filas de Muzan y una de las más antiguas. Ese enjendro desprendía tanta maldad con un solo poro de su ser, era retorcido y siniestro. Pero aún así, Marion quiso creer que todo se estaba hilando perfectamente según sus planes. Había evitado ser llevada a la fortaleza para su interrogatorio, logrado sobrevivir el tiempo suficiente para advertir a los pilares sobre los nuevos planes de Jingoku y ahora, procuraría llevarse al infierno a su padre a costa de su propia vida— Que pretendes al venir hasta aquí? Ya haz dicho mis planes a los pilares, tenías la maldita protección de ese amante tuyo. No veo razón para querer volver—

—No puedo encontrar el núcleo...— no pudo terminar la frase ya que Jingoku había comenzado a bufar.

—Y piensas que yo voy a decirte dónde está?—

Ella dió un paso adelante de manera amenazante.

—Me aferrare a ese pedazo de masa asquerosa con mi vida, haré que vayas al mismo infierno al que quieres mandarme— alzo la daga hasta su pecho, al ver el filo carmesí de la nichirintō Jingoku entro en un colapso.

Marion se echó hacia atrás cuando vio al demonio acercarse a ella, su rostro detonaba furia y su manos estaban tan tensadas que podía notarse cada músculo. La peliazul se sitúo cerca de varios espacios de luz para protegerse del demonio. Jingoku chasqueo la lengua, el escondite tenía sus altibajos, entre ellos era que había poca movilidad y los rincones oscuros eran escasos en plena luz de día. Él estaba acostumbrado a que le temiera pero en esos momentos su valor y determinación eran más fuertes que el temor a morir. Alzo la daga de nichirin y descendió hasta enterrarse en su costado izquierdo, arrugó el rostro cuando su cuerpo registro el dolor.

—No puedes hablar enserio?— pregunto su padre mientras contenía el aliento, Marion pudo notar algo parecido a la admiración en sus ojos— No serás capaz de matarte, está en nuestra naturaleza. Solo deseamos seguir viviendo a costa de lo que sea. Hasta tu madre, ella hubiera echo cualquier cosa para continuar respirando. Incluso sacrificarte—

Una vena se tenso en la frente de la chica.

—No hables de ella sin haberla conocido de verdad!— grito enfurecida, volviendo a sacar el arma y apuñalandose otro sitio. El valor volvía a refulgir cuando la cólera volvio a tomar el control de sus emociones. La daga subía y volvía a descender cubierta de sangre, sus heridas se abrían y volvía a cerrarse con un pestañeo, pero el dolor continuaba avivandose hasta el punto en que creyó no sentirlo más— Ella me protegió de ti. Quiso que continuará viviendo, aún si no quería continuar sin ella— su respiración hizo que se le dificultara hablar— Peor a morir es la soledad, la indiferencia de las personas a tu alrededor—

Jingoku sintió un leve pinchazo en la piel que lo alertó. Marion no había dejado de apuñalarse y la masa no podía seguir el compas de la daga, para colmo la chica se había ubicado en el traga luz más grande del escondite y las heridas tardaban en cerrarse, permitiendo que el sol tocara su piel interna quemando la sangre demoniaca. Si no encontraba una manera de agarrarla, tocaría el núcleo con la nichirintō.

Con eso en mente se hundió en la penumbra buscando los restos de una niña que había cazado recientemente. La pequeña había servido para calmar su hambre, aunque no pudo comerla por completo. Lanzo con fuerza el torso a medio roer, haciendo que chocará contra su hija y está saliera disparada directo al muro más cercano. Marion perdió el aliento y gimió de dolor cuando la nichinto se incrustó con el golpe cerca de su corazón, en ese momento, su cuerpo registro la masa posicionandose en el lugar seguro. Cerca de su pulmón derecho, su corazón latio con fuerza, había conseguido la ubicación. Antes de poder tomar el mango de la daga para matar al demonio, fue neutralizada. Jingoku la tomo del cuello, alzandola en el aire. Con su mano libre la libero de la nichirintō lanzando el arma lejos de su alcance. Con una sonrisa triunfal.

—Cumplire tu deseo, te permitiré descansar— con aquel susurro la mano de Jingoku se colo en su cuerpo, arrancando la masa y dejando que se desangrara en el suelo.

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🌿Nota: Estamos a poco de terminar la historia ✨ Estoy feliz de que pueda terminar algo, siempre se me ha hecho difícil finalizar este tipo de cosas. Lo que es dibujar y escribir soy demasiado floja... Como son ideas que van y vienen en mi cabeza suelo dejarlas a la mitad cuando ya pierdo el interés en ellas.

Estaba leyendo la nota del principio y decía que está historia tendría unos 10 capítulos 😂 creo que me extendi un poquito... Solo un poquitico 🤣 En realidad está historia se definiría en los capítulos de Naha, una sola misión. Pero como dije antes, las ideas van y vienen y ya estamos en el capítulo 60 😅

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