—Ya veo... Estás detrás de las nichirintōs— revelo el patrón, la mayoría miro hacía su espada como si estás tuvieran algún mensaje oculto que era imposible de leer. Si no fuera porque el hombre no podía verla, seguramente en esos momentos tendrían una batalla de miradas.
Había acertado con una escalofriante tranquilidad, como si pudiera verlo todo de manera omnipresente. En su viaje entre pueblos, se había encontrado con grupos de cazadores y gracias a ellos, pudo saber que en realidad existían armas letales para lo demonios. Las nichitintō fueron una bendición y una esperanza para acabar con la agonía que sentía, si pudiera tener una, su vida acabaría tan rápido como un suspiro. Esa fue su propósito inicial, pero algo había cambiado en los meses, había guardado una pequeña esperanza de que algo en su vida cambiará.
Sintió el ardor en la cicatriz que le había dejado la daga de Yoriko, el veneno de Glicinas no la había matado pero aún seguía en su sistema, atacando la sangre demoniaca que estaba infiltrada en sus venas y haciendo que su cuerpo se descompusiera en el proceso. Era una tortura. Shinazugawa volvió a amenazarla con el filo de su espada.
—Si no tienes ninguna objeción en que te ejecuten no veo problemas en acabar con el asunto. Oyakata-sama por favor de la orden—
—La organización fue creada para proteger a quienes lo necesitan de los demonios. Y nuestras reglas son claras, no se debe pelear entre camaradas— la mano de Sanemi tembló levemente, no le gustaba la idea y no quería acatarla. Pero era un hombre de principios y leal al patrón, nunca desobedecia. Marion en varias ocasiones pudo ver cómo era sumiso y educado ante las órdenes de Ubuyashiki-dono y le parecía impresionante como el hombre tenía control sobre una bestia salvaje como el pilar del viento.
Shinazugawa se volvió de nuevo a su líder y se postro ante él en señal de respeto.
—Si me disculpa Oyakata-sama...— volvió a levantarse y con su arma desató las cuerdas que ataban a la peliazul— Si un cazador no puede darle fin a su vida, entonces que sea ella quien decida que hacer—
Con esas palabras dejo frente a ella su arma. Marion quedó de piedra por unas instantes, se le estaba permitiendo suicidarse en ese momento. Sus manos temblaron cuando tomo el mango de la katana, era pesada y rústica, no podía creer que algo tan bonito como eso fuera utilizado para matar.
—Sanemi— susurro en advertencia el patrón, el nombrado bajo la cabeza pero no hizo ningún ademán de quitarle la espada a la chica.
El ardor comenzó a ser más intenso haciendo que Marion se contrajera. Era una batalla que no sabía hasta cuándo duraría, su parte humana, el veneno de Giclinas y la sangre demoniaca estaban en un vaivén en el que ninguno tenía oportunidades de ganar. La pilar del insecto pareció percatarse de que algo andaba mal porque se acercó tocando brevemente el hombro de la peliazul.
—Que sucede? Te duele algo?— era una voz preocupada que hizo que Marion se sintiera culpable. La sangre salió de su boca cuando empezo a toser, sus ojos picaban y los sentidos volvieron agudizarse. Los gritos de Sanemi eran insoportable, el graznar de los cuervos le martillaban los oídos, se abrazo a si misma junto con la katana. "No morirás" la voz volvió a repetirle lo mismo como si fuera un disco rayado, todo era tan intolerable que quería que acabará. Sintió como le volvían a apretar el brazo, Shinobu le susurro— Rengoku-san espera por ti, tienes que soportarlo—
La imagen de Rengoku se apoderó de su mente, era una escena que no sabía donde la había visto pero que parecía ser tan real que eclipsó momentáneamente el dolor. Estaba en debajo de un árbol, con el viento soplando levemente en primavera, los cerezos habían florecido y teñian de un rosado precioso. Él se volvió hacía ella y le sonrió, sus ojos se llenaron de lágrimas. Era una escena que se sentía tan nostálgica, tan triste.
Tomo la katana con fuerza, decidida a hacer lo que tenía que hacer y con el arma tomando impulso hacía atrás la dirigió con fuerza hacia su cuello.
Antes de que el filo tocará la fina carne, sintió que fue detenida por otra katana. Miro a un lado, Shinobu desenvaino la suya y estaba deteniendo el avance. Marion hizo más presión, con la fuerza aumentada de la sangre demoniaca. La pilar del insecto soltó una maldición silenciosa, su espada no estaba diseñada para un combate de fuerza y no podía contra la chica.
Con un jalón de su haori, shinazugawa quitó a Shinobu como si fuera peso pluma. Tomo su arma, arrancandola de las manos de la peliazul y luego golpeó con bastante fuerza haciendo que se tambaleara hacía atrás y soltará todo el aire de sus pulmones. Cuando cayo de espaldas contra el suelo, el pilar de viento se coloco encima de ella haciendo presión e inmobilizandola. Tenía una fuerza abrumadora, era demasiado aterrador.
El pilar vaciló cuando vio sus ojos aterrados, como si viera en él un fantasma. Con otro golpe la chica quedó inconsciente.
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Después de degollar al demonio la misión había terminado. La mayoría de sus subordinados comenzó a patrullar la zona en busca de sobrevivientes y heridos, el demonio había causado un pequeño revuelo en una zona gourmet del centro de Tokyo, se había hecho pasar por chef privado y acosado a sus víctimas hasta que por fin decidía matarlas. Muchas fueron servidas en platos que luego fueron consumidos por los siguientes en la lista, algo que solo un demonio podía planear.
El cuerpo termino de esfumarse y luego comenzó a llover. El pilar de la llama miro al cielo nublado, por fin podía regresar a la sede principal de la organización. Su cuervo le había dado toda el informe sobre el estado de Marion.
Apretó los puños, cerrando sus ojos y sintiendo las gotas cayendo en su rostro. El agua lavaba la sangre que tenía pegada en la mejilla. No importaba que era o en que se convertiría, Marion era Marion y sus sentimientos no iban a cambiar pasará lo que pasará.
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Flama『炎』
FanfictionKujo Marion perdió su hogar en manos de un demonio. Siendo la única sobreviviente de la masacre, no tiene más alternativa que seguir con su vida e intentar progresar en una civilización que solo la ve para un solo propósito. Rengoku Kyojuro, el pil...