Algo en su interior se rompió, un sonido que solo ella pudo escuchar. silencioso y frágil como un grito ahogado por el atronador bullicio de una multitud. Cómo el golpe de un trueno, la realidad la golpeó con su natural crueldad. Kyojuro no volvería a estar con ella, no escucharía más su voz, su nombre no volvería a ser pronunciado por su boca. No volvería a tocarlo, no volvería a despertar junto a él. Ella ya no volvería a estar con él.
Sus lágrimas se acumularon en sus ojos, queriendo con desesperación liberarse en una cascada de tristeza y desesperación. Tambaleante se acercó hasta la urna de madera, el gran rectángulo se ubicaba en todo el medio de esa estancia como si fuera el protagonista de un evento nefasto. Sus piernas flaquearon cuando toco la superficie áspera, era incapaz de moverse, de emitir algún sonido, solo quería desaparecer, quería cerrar los ojos y despertar de esa horrenda pesadilla. La lágrimas no pararon de brotar de sus ojos, no podía detenerlas, estaba rota.
No noto cuando Senjuro se acercó desde su espalda a toda prisa, no sabía si eran sus propias lágrimas pero el chico también estaba ido en llanto, la acaricio por la espalda en un intento de animarla.
—Hermana, tienes que ocultarte. En esta sala el sol se filtra más y ya va a amanecer, tienes que esconderte o te quemaras— intento jalarla de su kimono, pero ella forcejeo clavando sus largas uñas en la madera. Senjuro mantuvo la voz aunque hipiaba cada vez que tomaba aire— Vas a morir si te quedas aquí, recuerda que no puedes soportar la luz directa—
Estaría bien, morirá junto a él. Desaparecería en cenizas, le arrebataría todos los pecados que se había llevado con él y bajaría al infierno para no volver jamás. Era mejor así, no necesitaba reencarnar. La vida le había enseñado lo suficiente como para saber que volver a vivir tendría un costo alto a pagar. Sus memorias con Kyojuro serían arrebatadas, tampoco estaba la certeza de que se encontrarían en algún momento. Si, morir estaría bien para ella.
Un cuerpo más fuerte la hizo separarse con facilidad de la urna, levantandola del suelo. Shinjuro había entrada en escena, cargándola en su hombro izquierdo como si no pesará la gran cosa. Senjuro exclamó algo y su padre chasqueo la lengua respondiendole que todo aquello era una molestia. Marion no podía escuchar sus voces, a pesar de que discutían, de que Shinjuro gritaba, de que las aves cantaban esa madrugada, de que el río estuviera cerca todo se había convertido en un mundo silencioso. Sus ojos perdieron el brillo poco a poco mientras más se alejaba del cuerpo frío e inerte de Kyojuro, sumida por siempre en la oscuridad.
Fue encerrada en el cuarto más alejado de los rayos del sol, en esa nueva habitación suya. Los Rengoku tenían miedo de su inestabilidad emocional así que procuraron mantenerla vigilada y encerrada hasta que el sol volviera a ocultarse. El velorio se haría durante la mañana y la cremación en la tarde, después ambos le enseñarian dónde quedaba la tumba familiar, en donde estaría los restos de Kyojuro junto a los de su madre. Marion se sintió mal por ellos, a pesar de estar en una situación tan dolorosa como aquella, tenían el tiempo de estar preocupados por su bienestar. A pesar de que ya no era como ellos, de que se había convertido en lo que cazaba su familia. Aún así, su dolor no disminuyó. Tirada en el tatami no había parado de llorar recostada mirando hacia el Shōji reforzado con varias tablas de madera, el día paso sin si quiera darse cuenta.
Llegando al crepúsculo, cuando el sol apenas era una línea en el horizonte. Senjuro apareció en la entrada, traía consigo una pequeña caja y un sobre apretados contra su pecho. Marion se incorporó débilmente y miro sus ojos, los tenía hundidos, rojos y vidriosos con la nariz irritada de tanto sorber. Al igual que ella, el menor de los Rengoku también la estaba pasando mal. Se acercó limpiando el resto de sus lágrimas con la tela de su nagigi.
—Mi hermano quiso que tuvieras esto— puso ambos objetos en el suelo, justo frente a ella. Marion había cambiado su forma a la de una niña de 8 años, así que Senjuro se veía mucho más grande en comparación a ella. Sus ojos azules estaban perdidos, a lo que chico aclaro— Son sus últimas palabras dirigidas a ti. Pensé que querrías saberlas lo más rápido posible— Sin mediar más palabras volvió a levantarse para dirigirse a la salida. Pero antes de pasar el umbral y dirigirse hacía su propia desesperación, se giro para verla de un costado— Se que puede ser doloroso. Pero creo que que mi hermano no hubiera querido que te sacrificaras en medio del dolor, él hubiera deseado que siguieras viviendo, incluso si no estaban juntos—

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Flama『炎』
FanfictionKujo Marion perdió su hogar en manos de un demonio. Siendo la única sobreviviente de la masacre, no tiene más alternativa que seguir con su vida e intentar progresar en una civilización que solo la ve para un solo propósito. Rengoku Kyojuro, el pil...