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El sonido chirreante del fuego la hizo despertarse de la pesadilla. Siempre era lo mismo, gritos agonizantes, un par de ojos relucientes parecidos a los de una serpiente, el hedor a sangre y cuerpo descompuestos. El sudor cayo por su espalda. En cuanto sintió que era seguro, se incorporo del pequeño tumulto de pasto que había amontonado para simular una cama, la improvisada hoguera había sido su salvación, sentía que estaba apunto de morir mientras soñaba.

Los espantosos recuerdos siempre venian a ella como una ola, repulsivos y atemorizantes. La noche en que sus padres habían muerto estaba grabada en sus párpados, cada vez que se permitía cerrar los ojos venian a ella imágenes de lo sucedido. No podía escapar de ellas, estaban quemados en su cerebro y corazon.

Después de varias protestas, decidió levantarse para estirar sus piernas, ese invierno había sido bastante duro. No tenia techo, ni un hogar al que volver. Todo había sido arrebatado de la noche a la mañana. Para el colmo de sus males, no tenia consigo dinero suficiente como para sobrevivir mientras encontraba un trabajo. Conto las monedas de su bolso, 10- 40- 80... solo tenia dinero suficiente para la comida de una semana, debía apresurarse en llegar al pueblo mas cercano o moriría de hambre entre la soledad y el frio.

Un lejano tintineo la puso en alerta, las trampas sonoras habían sido de ayuda durante los meses en que durmió en los helados bosques. Podían advertirle la cercania de algún animal o peor aun... la de un demonio. Según el tipo de sonido, se trataba de la campanilla azul al oeste. Tomó sus cosas y las coloco dentro de un saco de yute a medio descoser, desordeno todo el campamento para que no hubiera indicios y apagó la fogata. El pueblo más cercano estaba a una o dos horas de distancia, si corría sin parar podía acortar ese tiempo media hora. El amanecer estaba lejos, a 4 horas más o menos, por lo que no podía contar con esa ventaja. Si se trataba de un demonio, era mejor mantenerse fuera del sendero, ellos normalmente emboscaban esos sitios por el flujo común de personas. Era mejor alejarse.

Otro tintineo del Oeste hizo que dejara de pensar y agarrara su arco y flecha, manteniendo el arma a disposición. Tomó aire para llenar sus pulmones y se digno a correr como si el mismisimo diablo la persiguiera.

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El ferrocarril llegó poco después del amanecer. El personal comenzó a ayudar con el equipaje a aquellas personas que lo ameritaran, los niños comenzaron a llorar al ser despertados abruptamente por sus madres, un grupo de hombres de negocios atiborraron la salida esperando ser ellos los primeros en bajar. El pilar de fuego se encontraba en la ciudad de Naha para cumplir con su nueva misión, se rumoraba que la ciudad estaba infestada de demonios y que se escondían en el bosque en lo alto de una colina. No esperaba tener que pasar más de 3 días en esa ciudad, su plan era llegar a su alojamiento, salir a reconocer la ciudad en busca de más información y al anochecer comenzar a patrullar cerca del bosque hasta encontrarse con los demonios. Aun no entendía como la ciudad manejaba las desapariciones con tanta tranquilidad, uno de los ancianos en el tren le había comentado que siempre se encontraban muertos al amanecer y que eso sucedía como mucha regularidad en las grandes ciudades.

Mientras caminaba, pensó en todo lo que había ocurrido recientemente en la mansion Ubuyashiki, el que Oyakata-sama aceptara la existencia de Kamado Nezuko había tomado por sorpresa a todos los pilares. Aun se negaba a creer que algo como un Demonio bueno existiera, usualmente perdían el control con facilidad y el hambre por carne humana era insoportable, no distinguían entre familia o desconocidos. Una mujer entre la muchedumbre captó su atención, llevaba ropas arapientas que parecían haber sido cosidas innumerables veces, el cabello era de un color azul nocturno en rulos, la melena intentaba estar quieta en una cola alta, su piel canela llamaba mucho la atención, era un color bonito y natural. La mayoría de las personas a su alrededor intentaban alejarse de ella pero ninguna podía quitarle los ojos de encima. Era una muchacha muy guapa incluso en esas fachas deprorables. Ella hizo contacto visual con él, tenía unos ojos intensos de un color azul claro casi llegando a blancos, sintió una oleada de satisfacción cuando se detuvo a contemplarlo sin prestar atención a nadie más, también había captado su atención.

Carraspeó para intentar concentrarse en su misión, su alojamiento no estaba muy lejos y necesitaba descansar los suficiente para patrullar. Siguió su camino sin mirarla, sintió como lo seguía con la mirada hasta que por fin había desaparecido de su vista.

Una vez instalado en su habitación, su cuervo se acercó a la ventana que daba a la calle. El animal comenzó a parlotear diciéndole instrucciones y cualquier otro mensaje traído de la Mansión Ubuyashiki, saco una lista del bolsillo de su uniforme, la lista estaba llena de notas sobre avistamientos de demonios en esa ciudad. El cuchicheo de dos mujeres hizo que mirara al exterior, por lo poco que podía escuchar estaban hablando de la desapareción de una familia.

-No creo que sea coincidencia que todos desaparecieran al mismo tiempo- hablo la mayor, la mujer tenía el cabello canoso y estaba vestida con un kimono soberbio. Parecía estar disgustada y su lenguaje corporal indicaba que no estaba comoda con lo que le contaban- Mi nieto suele jugar en la noche, ya sabe su condición- aclaro sin más detalles antes de continuar- Y varias veces a dicho que ha visto a gente extraña pasar trepando por el jardín. La ciudad está muy insegura últimamente.-

-Ni se diga. Hoy fue esa familia, hace dos noches fue la hija de los Watanabe, este asesino no hace distinción por clases sociales- miro con recelo y asco a alguien antes de añadir con amargura- debería de apuntar a los indigentes, son blancos más fáciles y nos harían un favor a todos-

Rengoku frunció el ceño ante esa declaración, dirigió la vista hacia donde estaba mirando la mujer y descubrió que de quién hablaban era de la muchacha con la que se había topado al llegar. Ella pareció oirlas y se abrazo a si misma. Sintió un deseo protector que casi lo cegó, quería bajar y obligar a que la mujer se disculpara. Se abstuvo tensando los músculos de su cuerpo, intentando controlar los extraños pensamientos que acudían a su mente. Culpo al cansancio. Si, el viaje lo había agotado y necesitaba dormir un poco para mantener la mente clara. La muchacha ya debía estar acostumbrada a ese tipo de tratos y, una vez pasado ese día, no correría más peligro por los demonios. Iba a asegurarse de eso.

Flama『炎』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora