Tuvo que forcejear cuando siento las manos en su cuello, al despertar había aparecido nuevamente en la guarida de Jingoku, la casa que alguna vez había sido su hogar. El sitio se veía exactamente como cuando lo abandonó, el piso mugriento y pincelado de sangre, las cortinas que tapaban los agujeros de las ventanas ondulaban por el frío viento exterior estaban rasgadas. En una repisa en el área de la cocina dónde antes era ocupado por los cacharros, trastes y otros objetos, ahora reposaban las calaveras de los cazadores de demonios que alguna vez ella había asesinado. Eran su preciado tesoro, como si estuviera orgulloso de vencer a unos asesinos de demonios de bajo rango. Nunca se había enfrentado al terror que emanaba un pilar, pero ella cambiaria aquello. Cuando sintió los dedos apretando su cuello volvió su atención al demonio frente a ella, estaba encima haciendo presion con su cuerpo para evitar que ella pudiera escapar, con cada movimiento que hacía la presión de sus manos aumentaba.
—Como pudiste hacerlo!? Maldita sea porque!?— dijo con una voz colérica, la peliazul sintió como el aire terminaba de escapar de sus pulmones, trato de clavarle las uñas en los brazos en un intento de hacer que la soltara, pero no hubo efecto en el demonio ya que las heridas se curaban de inmediato— Tal vez no pueda tocarte ahora, pero pronto vas a recibir tu castigo. Haré que sufras el doblé por esto, si es que no decido matarte en cuanto te ponga las manos encima—
Marion giro un poco la cabeza hacia la puerta de la pequeña casa con los ojos desorbitados y las lágrimas hurgiendo por salir. En la entrada, estaba la silueta de su madre con una pequeña aura brillante a su alrededor, la mujer de unos 41 años la observaba desde esa distancia entristecida incapaz de hacer algo para poder ayudarla, ella no había dejado el lugar desde que fue asesinada, como si su alma se hubiera encadenado a ese horrendo lugar. Volver a verla solo hizo que la culpa ardiera en sus entrañas, su madre había muerto por su culpa, el hombre que la había criado como un padre también había muerto esa misma noche. Si ella no se hubiera encontrado con Jingoku en el bosque ese día, si no lo hubiera reconocido y dirigido a su casa. Cerro lo ojos con fuerza sintiendo el sofocamiento y la perdida del conocimiento.
Cuando Jingoku sintió que la resistencia de su cuerpo cedía, se aparto un poco para luego apuñalarla con una de sus manos cerca de su corazón. Él dolor la hizo volver a reaccionar, quejándose y gimiendo de dolor, el demonio le arrancó una masa viscosa de color negrusco y la alzo para que su apagada vista viera el objeto.
—No mereces proteger el núcleo—
🍃
Segundo día del Festival.
Mansión Rengoku.Marion despertó de un salto, envuelta en sudor frío. Por inercia se llevó las manos hasta el cuello y no pudo evitar comenzar a toser cuando el aire no quería pasar a sus pulmones, el sueño fue tan vívido que aún podía notar la presión de los dedos en su cuello. Sintió que sus ojos comenzaban a picar, escondiendo su rostro en sus manos intentando frenar los sollozos que estaban buscando desesperadamente escapar de su garganta; Jingoku estaba furioso, aquel sueño era la prueba de ello. Alzo la vista alrededor de la habitación buscando su tocador, necesitaba escribirle a Uzui. Diviso el cuervo a un lado durmiendo plácidamente en un cojín de terciopelo junto al cuervo de Rengoku, entonces pestañeo varias veces dándose cuenta de que no estaba en su dormitorio. En el momento en que iba a levantarse, algo a su lado se revolvió por culpa de su ajetreo y una fuertes manos le aprisionaron la cintura evitando que saliera de la comodidad del futón, atraerla hacia un lado de la colchoneta. Llevo las manos hacia adelante para evitar chocar contra el duro pecho del bicolor. Él la mantuvo en un abrazo de oso.
—Buenos días, dormiste bien?— el dejo que ella se acomodara sin dejarlas escapar de sus garras, cuando le sonrió ella escondió su rostro en su pecho avergonzada. Sintió que una lágrimas caían desde el rostro de la chica a su piel y la hizo mirarlo agarrándola de la barbilla. Tenía la nariz rojiza y los ojos vidriosos, eso lo hizo fruncir el ceño— Te hice daño anoche? Que sucede?—
Ella reparo en sus lágrimas y comenzó a enjuagarlas con el dorso de su mano, sorviendo la nariz le devolvió una cálida sonrisa para tranquilizarlo. Él palmeo su cuerpo por encima de la cobija buscando alguna injuria.
—No es nada. Es solo, yo...— las lágrimas quisieron volver a salir pero ella intento detenerlas. No sabía porque, pero esos momentos no quería mentirle a Kyojuro. Quería que él la reconfortará y velará por su dolor, pero aún si pensaba en ello, no podía ser completamente sincera con él— Soñé con mi madre, hacía tiempo que no lo hacía. Pensaba que ya me había olvidado de su rostro, fue... Muy emotivo— una cosa era verdad, no había visto el rostro limpio de su madre desde que murió. Era como si la imagen de la mujer muerta hubiera reescrito todas sus memorias. Muchas veces durante su confinamiento intento recordar sus tiempos en vida pero siempre la imagen de la mujer ensangrentada en el suelo la acosaban como un monstruo. Por primera vez, la había visto clara e inmaculada como una santa. Eso la hizo pensar seriamente en si era un buen o mal augurio. Se estremeció cuando sintió la mano de Kyojuro en su hombro desnudo, acariciándola con la yema de su pulgar. Miro al hombre acurrucado con ella, el bicolor siempre la hacía sentirse protegida y querida, y si no fuera porque tenía que escribir la carta a Uzui y comenzar con el plan se quedaría todo el rato con él disfrutando de su compañía— Tengo que ir a mi habitación, Senjuro se estará preguntando la hora en que iremos al festival—
El bicolor miro hacía el Shōji, el resplandor que traspasaba el papel translúcido era bastante fuerte, así que calculo que debían ser las 9 o 10 de la mañana. El menor de los Rengoku no iría hasta su habitación a menos de que necesitaría algo o pasarán las 11, solo para comprobar el menú del almuerzo. Dejó que Marion se escapara de sus brazos, saliendo tímidamente de la seguridad de la cobija. Su espalda salio a la luz, tenía la cintura fina y unas caderas grandes, estiró el brazo para acariciar la curvatura de la espalda pasando por la enorme cicatriz que deformaba su piel. Marion se puso rígida y arqueo la espalda por inercia.
—Como te hizo esa cicatriz?— pregunto, la peliazul se cubrió con el kimono de seda y se encongio un poco. Kyojuro se recostó de un lado, reposando su cabeza en una mano— Es extraño que tengas tantas cicatrices cuando tienes el poder de regenerarte—
No respondió enseguida, y el bicolor la siguió con la mirada mientras se levantaba y se dirigía a despertar al emplumado demonio que había echo escándalo la noche anterior, el cuervo de Uzui chillo molesto para luego comenzó a abrir vuelo hasta la entrada de la habitación. Marion lo siguió abriéndole el Shōji para que pudiera irse.
—Algunas fueron antes de tomar la sangre de él. La de la espalda...— ni siquiera sé atrevió a mirar atrás— A veces la comida escaseaba, Y Yubari fue despoblada junto con los pueblos vecinos. Los cazadores rondaban en las cercanía, así que tuvo que mantenerse oculto mientras acumulaba poder. Es algo que no me matará, pero también tengo un límite de regeneración... Él la sobrepasó y obtuve la cicatriz— miro hacía su muslo derecho recordando lo que había pasado en Naha— La cicatriz del muslo me la hizo la bestia, era una herida profunda y ya comenzaba a amanecer. La regeneración no es tan buena cuando el sol está, así que la cerro a duras penas— la peliazul arrugó la manga del kimono cuando una de sus manos apretó la tela, sintiéndose insegura con su cuerpo—Te incomodan? No te gusta verlas?—
Kyojuro se levantó acercándose a ella, abrazándola desde la espalda y repartiendo besos por su nuca. Marion cerró el Shōji nuevamente cuando el ave abrió vuelo, volviéndose a Rengoku para poder estrecharse más contra él. Apoyando su mejilla en sus pectorales se sintió insegura con el plan, deseo que aquellos minutos que pasaba con el pilar se hicieran eternos, que nada pudiera interrumpirlos. Le encantaría poder mandar todo al diablo, irse con él a un lugar lejano dónde no existieran los demonios, pero aquello solo acabaría en la muerte de muchas personas. Jingoku era temperamental, y no se fiaba de que pudiera mantener los estribos ante tantas provocaciones. Kyojuro debió sentir su inquietud por separarse porque la tomo de la barbilla y la alzó, para depositar un dulce beso en sus labios.
—Quedate conmigo unos minutos más. Estoy seguro de que Senjuro entenderá nuestro retraso— el pilar la miro con un brillo singular en sus ojos, en cuanto ella asintio él la cargo dirigiéndose de nuevo al futón. Marion dejo de pensar cuando volvió a besarla, iba a posponer su destino por solo unos preciosos minutos más.
🌿Nota: Intentaré seguir publicando semanal... Pero últimamente no he estado de muchos ánimos, asi que puede que algunos episodios se retrasen un poco 🥺. Gracias por continuar apoyando está historia💕
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Flama『炎』
FanfictionKujo Marion perdió su hogar en manos de un demonio. Siendo la única sobreviviente de la masacre, no tiene más alternativa que seguir con su vida e intentar progresar en una civilización que solo la ve para un solo propósito. Rengoku Kyojuro, el pil...