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La ira de Evie Kirstein crecía a la par que ese jodido soldado la empujaba para que caminara

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La ira de Evie Kirstein crecía a la par que ese jodido soldado la empujaba para que caminara.

Tenía a su pequeño hijo de sólo cuatro años en brazos y sin embargo ese bastardo seguía dándole pequeños empujones para que no se retrase, eso no hacía más que provocar a la azabache y sabía muy bien porqué lo hacían. Floch tenía algo en su contra y siempre lo supo, intentaba hacer oídos sordos cuándo ella era oficial, después de todo él no podía tocarla sin ser detenido por insubordinación, pero ahora no habían más barreras para que ese idiota le ordene a otros que la tratarán como basura.

Aún así no bajó su mentón y siguió andando intentando no tropezar con el revés de su falda. Bajó las escaleras con rapidez y sintió cierta nostalgia al ver las celdas de Shiganshina, aún así avanzó con seguridad hasta el final de ese largo pasillo y sus ojos se abrieron un poco más cuándo vió que en una de las tantas celdas se encontraban sus queridos compañeros, su esposo y la familia de Sasha junto a Niccolo. Al parecer Floch y los demás habían capturado a todos los que estaban en el restaurante.

El soldado jeagerista abrió la celda y prácticamente empujó a la mujer dentro, pero Evie no cayó gracias a unos brazos cálidos que no hicieron más que atraerla a su pecho mientras escondía su nariz en el corto cabello azabache. La Kirstein supo al instante que esa calidez le pertenecía a su querido esposo y mejor amigo, por esa razón cerró sus ojos disfrutando de la dulce sensación mientras abrazaba a su hijo haciendo de ese un bonito momento familiar pese a las circunstancias.

—Temí que algo les hubiera pasado cuándo vi a Mikasa y Armin llegar sin ustedes dos.-Murmuró el más alto separándose sólo un poco para dejar una suave caricia en la mejilla de aquél niño que dormía en los brazos de su madre, realmente su hijo era un ángel y lo confirmaba mientras más lo observaba.

—Tranquilo, estamos bien.-Afirmó sin mencionar la amenaza de Floch, sólo disfrutó de la mirada que Jean le estaba regalando a su hijo, esa mirada de amor y devoción absoluta que sólo un padre podía hacer, la vió en sus propios padres cuándo ella era más joven y siempre quiso que su hijo sintiera lo mismo.

El castaño no insistió mucho en ello y simplemente tomó a su hijo en brazos, algo que Evie agradecía, amaba a su hijo, pero lo había cargado por horas enteras y sus brazos se habían dormido un poco. Jean acercó sus labios hacia la regordeta mejilla y dejó un suave beso mientras la azabache tomaba asiento junto a Armin y aceptaba una pequeña taza de té que la madre de Sasha le extendía con una leve sonrisa en su cansado rostro.

—¿Lleva mucho tiempo dormido?.-Preguntó Jean con un tono de voz bajo, después de todo no quería importunar el sueño de su amado hijo.

—Si, no le agradó mucho el viaje, lleva dormido desde que pudo dejar de llorar, se aterró cuándo vió a sus tíos peleando.-Explicó intentando no dar suficientes detalles sobre lo que había ocurrido dentro de esa habitación.

Blue swan; Reiner Braun & Jean Kirstein. [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora