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En Liberio se estaba llevando a cabo una declaración de guerra que dejaba muy en claro como Eren Jeager estaba en total desacuerdo al mundo entero, los civiles se veían afectados por los destrozos que el gobierno y ese horrible ser estaban haciend...

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En Liberio se estaba llevando a cabo una declaración de guerra que dejaba muy en claro como Eren Jeager estaba en total desacuerdo al mundo entero, los civiles se veían afectados por los destrozos que el gobierno y ese horrible ser estaban haciendo dentro de ese lugar dónde había tanta gente que no tenía la culpa de nada, pero aún así veían como sus pares morían y su hogar quedaba hecho pedazos, incluyendo a cierta castaña que sentía como su corazón se llenaba más y más de odio mientras veía a sus amigos morir a su al rededor.

No muy lejos de ahí, en un dirigible que tenía como destino el mismo Liberio, un grupo de soldados erdianos se encontraba preparándose para la batalla inminente que se avecinaba. Entre todos ellos se encontraba una pequeña y letal soldado de cortos cabellos oscuros y unos ojos azules que podrían reconocerse a kilómetros de distancia. Esa mujer sólo pudo jugar un poco con el cigarro que tenía entre sus dedos antes de darle una profunda calada, intentando que toda la ansiedad que habitaba en su pecho desapareciera con un poco de tabaco de por medio.

Todavía podía recordar cuándo era una simple cadete y odiaba con todo su ser el olor a esa basura que podía matarla, pero cuándo dejó de amamantar a su hijo, y Zeke Jeager se había vuelto su aliado, su estrés no hizo más que subir, por esa razón había caído en un vicio tan autodestructivo como ese. Levi muchas veces le comentaba que debería dejar esa mierda, al igual que su esposo, pero la Kirstein era bastante testaruda y esos dos sólo lograron que baje el consumo a un cigarro por día.

Evie lanzó un pequeño suspiro mientras lanzaba el humo del cigarro antes de apagarlo en un pequeño recipiente de aluminio que utilizaba para no llenar todo de colillas, después de todo aprendió a amar el orden desde que conoció a su padre adoptivo y no podía soportar que todo se llenase de cenizas.

La azabache tomó su corto cabello y lo amarró en una pequeña coleta baja detrás de su cabeza, a sabiendas que no faltaba mucho para llegar a Liberio y nuevamente sintió que todo eso estaba mal. No podía creer que hubieran seguido las malditas órdenes de Eren, ese Eren que no era el mismo chico con torpeza emocional y mal carácter que ella había llegado a querer, no, ese Eren era alguien que ella no podía llegar a reconocer con exactitud.

El Jeager siempre había priorizado la seguridad de los que más amaba y ni en mil años los lanzaría a la batalla así como así, pero ahí estaban, yendo a ese lugar dónde no sabrían si podrían volver. Evie se mordió el labio, deseando tomar otro cigarro de esos que Yelena les había regalado, pero se aguantó las ganas que tenía y sólo escondió su rostro entre sus manos, intentando que su propia cabeza eliminara todos esos pensamientos negativos que tenía sobre la misión.

—Cariño, ya casi llegamos.-Declaró una suave voz desde el otro lado de la puerta, haciendo que Evie quite su rostro de sus manos, percatandose que había dejado el seguro en la puerta de la pequeña habitación que le habían dado para descansar durante las horas que duró el viaje.

Ella reconocía perfectamente la voz de su esposo, no por nada despertaba cada día a su lado, y quería tranquilizarse un poco antes de enfrentarlo, sabía que podía decirle cualquier cosa, era su mejor amigo después de todo, pero esta vez quería ser un poco más fuerte frente a él, por esa misma razón respiró con tranquilidad antes de contestarle.

Blue swan; Reiner Braun & Jean Kirstein. [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora