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El suave viento movía los largos cabellos ondulados que pertenecían a una joven que no pasaba de los diecisiete años de edad

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El suave viento movía los largos cabellos ondulados que pertenecían a una joven que no pasaba de los diecisiete años de edad. Sus enormes ojos azules no brillaban, simplemente estaban fijos al horizonte a la par que su mano acariciaba con delicadeza los cortos cabellos del chico castaño que estaba acostado en su regazo.

En otra situación esa escena podría considerarse tierna y dulce, pero el verdadero trasfondo distaba bastante de la superficialidad que rondaba a esa pareja de amigos. Aún así ambos sabían la verdad, esa era una simple proyección creada por el castaño y el chico era la persona que estaba destruyendo el mundo mientras que la muchacha de cabellos azabaches sólo quería acabar con la vida de su gran amigo para dejarle un mundo pacífico a su hijo aunque dejase su propio corazón de lado.

El silencio estaba instalado entre ellos únicamente disfrutando de la pequeña ilusión en la que estaban dónde ambos volvieron a ser esos adolescentes idiotas que se peleaban a diario. Evie se aguantaba las ganas de llorar que tenía mientras perdía sus dedos entre las suaves hebras castañas que poseía su amigo, realmente habían llegado a un punto dónde no podían retroceder, Eren debía morir, pero su propio corazón dolía por la idea de no volver a escuchar la molesta voz del muchacho de mirada esmeralda.

—¿En serio estás haciendo todo esto por nosotros, realmente piensas que así puedes solucionar todo esto?¿no pensaste en las consecuencias?. Querrán destruirnos, Eren.-Fueron las primeras palabras que salieron de los rosados labios de la azabache después de la estúpida explicación que el castaño intentó darle.

Evie estaba totalmente aterrada y no buscaba ocultarlo. Temía que los demás países tomasen venganza por la masacre que Eren estaba desarrollando, no sólo le dolía que murieran tantas personas, entre ellas niños y civiles inocentes que sólo buscaban vivir con tranquilidad, si no que estaba atemorizada porque no sabía si podría proteger a su hijo del mundo luego de toda la destrucción que el castaño dejaría atrás suyo.

—Ven, vamos a un lugar más tranquilo.-Fueron las únicas palabras que salieron de los labios del castaño mientras se levantaba del cálido regazo de quién era la querida hermana mayor de la tropa ciento cuatro.

Eren le extendió una de sus manos a la par que una suave sonrisa triste cruzaba los labios del portador del titan fundador y Evie dudó un poco en tomarla, después de todo estaba frente a la persona que estaba destruyendo el mundo entero, pero terminó haciéndolo mientras lanzaba un pequeño suspiro por la tensión que seguía latente en su corazón. Comenzaron a caminar, o más bien Evie seguía al castaño quién la arrastraba para seguir avanzando entre esos planos extraños que él controlaba como deseaba.

La azabache solo pestañeó, pero de un momento a otro estaban en un lugar que ella recordaba bastante bien. Su garganta fue atravesada por un nudo insoportable cuándo se percató que Eren los había llevado al pequeño claro en Shiganshina dónde ella solía compartir algunos momentos junto a su madre y el rubio de olfato excepcional. No sabía porqué el castaño conocía ese lugar, pero la mirada en esos orbes esmeralda pudo demostrarle que también significaba algo para él y por esa razón se aguantó los enormes deseos de llorar como una niña pequeña.

Blue swan; Reiner Braun & Jean Kirstein. [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora