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Evie era experta en suprimir sus propios sentimientos

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Evie era experta en suprimir sus propios sentimientos.

Muchas veces en su vida había explotado y su corazón era quién gritaba lleno de cólera por todo lo que la propia azabache tragaba y tragaba. Pero en ese momento debía callar a esa voz que habitaba en su interior, tenía que engañarse a sí misma y colocar una estúpida sonrisa en su rostro para ser esa mujer sumisa que nunca fue, no importaba quién estuviera a su lado, si Reiner o Jean, ella nunca bajaba la mirada y aceptaba las cosas callada, pero en ese momento debía dejar todos sus principios de lado.

Porque ella no tenía que lidear con una pareja o con alguno de sus padres, ni siquiera con los idiotas de la milicia, no, en ese mismo instante debía hacerle frente a nadie más que Floch Foster, ese chico que tanto la detestaba y quería su maldita cabeza en una pica. Subió las escaleras hacia el primer piso con un poco de presión en su pecho, pero ésta se fue al instante cuándo sintió que su hijo escondía su rostro en su cuello, eso provocó que una dulce sonrisa brotara de sus labios y afianzó el agarre que tenía en su niño mientras terminaba de subir las interminables escaleras.

Casi al instante se arrepintió de subir a ese lugar, puesto que las miradas que se colocaron sobre ella no fueron las más agradables. Allí habían bastantes jeageristas reunidos, esos que podía diferenciar gracias al brazalete que descansaba en sus brazos, muchos de ellos la conocían, ya sea de nombre o porque fueron sus subordinados y sabían muy bien que posición tenía sobre todo lo que había ocurrido.

Aún así, entre todas esas personas, se encontraba cierto castaño que sintió como su alma volvía a su cuerpo al ver como su hijo y su esposa estaban allí, justo frente a sus narices y sin ningún tipo de herida lo suficientemente grande como para preocuparse, y en un mundo como el que vivían ya era demasiado pedir. En ese momento no pudo evitar hacerle caso a sus instintos, sabía que debía tener un perfil bajo, pero su corazón no lo entendió y sus piernas se movieron solas cuándo comenzó a caminar hacia su familia.

—¡Cariño, Win!.-Brotó de sus labios sin quererlo siquiera, simplemente dejando que su corazón hablara por él en ese mismo instante.

Evie no pudo decir ninguna palabra antes que su querido esposo cubriera su pequeño cuerpo con sus brazos, su hijo sintió la calidez de su padre y no dudó ni un segundo en girarse para abrazarlo con fuerza mientras seguía en los brazos de su madre. Escuchó un pequeño sollozo brotando de los labios del hombre que escondió su rostro en su hombro y una suave sonrisa nació de sus labios, después de todo Evie siempre era la que consolaba a su marido y ésta vez no sería la excepción.

—Tranquilo, estamos bien, estamos bien.-Murmuró la joven mujer subiendo una de sus manos para colocarla sobre la cabeza del más alto, acarició casi con dulzura mientras una suave sonrisa patinaba entre sus labios.

Evie no pudo evitar dejar un suave beso en la mejilla del menor con esa delicadeza que era tan digna de ella, el cuerpo de su esposo parecía tembloroso, casi como si intentase que todos sus sentimientos negativos se purgaran con la simple presencia de su familia y ella lo entendía perfectamente, después de todo la azabache también se sintió completamente superada hasta que pudo tomar a su hijo en brazos.

Blue swan; Reiner Braun & Jean Kirstein. [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora