La calidez del hogar es algo que no muchos tienen la suerte de sentir. Pocos eran los afortunados que eran capaz de vivir la sensación de profundo amor y confort que sólo una familia puede darte.
Reiner creció sin ello. Su vida había sido teñida de un frío casi insoportable, su madre no era la ideal y siquiera conocía la cara de aquél hombre que lo había engendrado, haciendo de su infancia algo casi insoportable. Pero todo eso cambió cuándo llegó una pequeña criaturita de cabellos castaños y ojos cafés a su vida, su amada prima menor había sido la personita que le enseñó un poco de ese amor incondicional hacia alguien más que tú mismo.
Pensó que eso sería suficiente, que sólo Gabi era la encargada de hacerle sentir en familia y que debía cuidarla de todos los males que su horrenda realidad les imponía, protegerla fue la misión más importante de su vida y era capaz de matar por el bienestar de esa mirada castaña. Pero cuándo conoció a su pequeño hijo supo que otra persona se debía unir a la diminuta lista de prioridades que él mismo había creado.
Erwin llenó su vida del amor más caótico que pudo sentir en toda su existencia. Era aterrador y emocionante, desgastante y aliviador, difícil y tan sencillo al mismo tiempo. Ser padre era algo abrumador, pero tenía a dos maravillosas personas marcandole cada paso para no fallar y no había día que no le agradeciera a Jean y Evie por ayudarlo en cada etapa de la vida del hijo que compartían.
Sin duda no cambiaría a esos dos por nada en el mundo.
Ese fue el primer pensamiento que surgió de su mente cuándo abrió sus ojos. Sus ojos ámbar se cerraron de golpe al sentir la luz tan avasallante del sol y volvió a abrirlos lentamente para que no ocurriese lo mismo. Cuándo se acostumbró no pudo evitar posar su mirada justo a su derecha, enterneciendose casi al instante por la imagen que sus esposos le estaban devolviendo.
Reiner era quién dormía en medio de los tres siendo abrazado por los de cabello oscuro, pero desde que supieron sobre el embarazo de la única mujer de la relación las cosas cambiaron un poco para su seguridad. Por esa misma razón Evie se encontraba entre los dos hombres para comodidad de su enorme vientre, pero eso no era lo que más enterneció al rubio.
Jean estaba allí, junto a su esposa, acariciando el enorme vientre que ya pasaba de los nueve meses, mientras le murmuraba algunas cosas al bebé que todavía no había nacido, tenía esa estúpida sonrisa en el rostro, esa misma que surgía cuándo Erwin lo abrazaba o cuándo sentía a su futuro hijo moverse dentro del estómago materno, esa sonrisa que Reiner amaba besar y que tranquilizaba a Evie cada vez que la veía.
La azabache no se quedaba atrás, una de sus manos estaban sobre el castaño cabello del menor y la otra no soltaba la mano del rubio que ella creía dormido, mientras que una mirada sumamente empalagosa se tatuaba con fuego en sus ojos.
Joder, como los amaba.
—Hey, ¿que hacen?.-Preguntó el rubio con una voz algo ronca producto de su reciente despertar antes de jalar un poco la mano de Evie y dejarle un suave beso en el dorso.
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Blue swan; Reiner Braun & Jean Kirstein. [#2]
Fanfiction"Volaremos lejos, encontraremos un camino, veremos el final, seremos el final y en la eternidad una diosa serás. Vuela hasta el cielo." Evie seguiría luchando por su libertad, sin importar las plumas que caigan de sus alas y cuán roto se encuentre s...