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Las calles de Stohess eran algo de lo que Evie nunca iba a estar acostumbrada

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Las calles de Stohess eran algo de lo que Evie nunca iba a estar acostumbrada.

La azabache había crecido en la ciudad subterránea viviendo de aquello que podía robar o conseguir de alguien que se apiadase de una pobre niña pequeña y las calles de ese distrito eran algo que nunca pensó pisar ni en mil años. Pero los tiempos habían cambiado y ella había logrado conseguir un alto mando dentro de la legión de reconocimiento convirtiéndose así en una persona que podía pasearse con tranquilidad por el distrito del muro Sina sin ningún tipo de problema.

Por esa misma razón estaba caminando por allí con su hijo agarrado de su brazo y una dulce sonrisa partiendo sus labios. Los últimos días habían sido muy estresantes para ella y su familia, pero el simple hecho de ver a su pequeño Erwin sonriendo y disfrutando del dulce que le había comprado era como un claro respiro fresco de todo aquello que había vivido esos últimos meses.

Pero todo momento preciado tiene que tener su fin de alguna manera y para Evie fue así cuándo unos gritos comenzaron a escucharse a la lejanía. Frunció el ceño mientras avanzaba hacia dónde venía el estruendo de gente, pero cuándo llegó a la calle del cuartel de Stoness sintió un mal presentimiento inundando todo su ser, porque ahí estaban concentrados un grupo de civiles bastante grande que no paraba de gritar esa frase tan importante para la pobre Evie que sentía como se manchaba.

"Entreguen sus corazones". Eso decían los hombres que se habían juntado frente al cuartel, pero ellos tenían unos carteles pidiendo la liberación de Eren y eso hizo que la pobre azabache sintiera como las lágrimas se juntaban en el borde de sus ojos. Esa era la frase que su padre biológico había utilizado para avanzar en ese mundo tan cruel, la utilizó con ella y miles de soldados más, si, quizá era el lema de la milicia, pero para Evie siempre había significado más y esos malditos estaban ensuciandola de esa manera tan vil.

La azabache maldijo en voz baja antes de tomar a su asombrado hijo en brazos, lo escondió en su abrazo para que nadie pudiera pensar en lastimarlo siquiera y tomando unas bocanadas de aire se coló dentro de la pequeña muchedumbre esquivando los golpes de los hombres y dando algún que otro empujón para que no se acercarán a su cuerpo, y sintió un alivio impresionante cuándo vió a Hitch justo en la puerta intentando detener a todas las personas que querían entrar al cuartel.

—¡Hitch, ábreme!.-Exclamó con claridad y la castaña no tardó en encontrar la bella mirada azulada que pertenecía a su compañera, sorprendiendose al instante por ver a la oficial en mando de la legión de reconocimiento en la calle justo en ese momento.

Hitch abrió las puertas e hizo todo lo posible para que Evie pudiera entrar con ese niño en brazos que se aferraba al pecho de su madre con fuerza para no caerse. Un suspiro aliviado brotó de los rosados labios de la azabache cuándo se vió dentro del cuartel, pero sus ojos se abrieron con terror cuándo visualizaron el humo que brotaba de una habitación del edificio, casi como si hubiera ocurrido una explosión y supo que realmente algo importante había ocurrido cuándo vió a una desesperada Mikasa corriendo en su dirección.

Blue swan; Reiner Braun & Jean Kirstein. [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora