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El aire se sentía extraño en medio de ese frondoso bosque dónde los soldados opositores a los jeageristas se encontraban esperando a la otra parte del grupo

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El aire se sentía extraño en medio de ese frondoso bosque dónde los soldados opositores a los jeageristas se encontraban esperando a la otra parte del grupo.

Evie se encargó de ser quién tomara las riendas de sus compañeros en ese momento, indicándole a cada uno la tarea que debían llevar a cabo hasta que Hange llegase a ese lugar junto a su esposo y los demás. Los únicos que no tenían tareas pendientes eran los más pequeños del grupo y ese hombre de cabellos rubios que no podía moverse con normalidad gracias a la herida que acababa de ser sanada. Los titanes cambiantes podían regenerarse con rapidez, pero eso provocaba un gran cansancio en su portador y la azabache decidió que ese hombre no fuese una molestia, después de todo debía recomponerse para luchar.

Reiner estaba sentado contra la carreta viendo como esa grácil y delicada figura caminaba de un lado a otro dando órdenes a sus compañeros, realmente ella había crecido mucho en esos años que él la había dejado atrás. Evie Langer era una chica con una mentalidad bastante frágil que podía desmoronarse en cualquier momento, pero al mismo tiempo poseía una tenacidad casi agobiante, y esa mujer que estaba delante de él había dejado toda debilidad detrás y se notaba en su mirada azulada que Reiner había adorado por tanto tiempo.

El rubio se mordió el labio mirando el rostro de esa mujer, había cambiado un poco, sus mejillas estaban un poco más llenas y sus facciones parecían más femeninas que antes, al igual que la forma de sus ojos se había alargado un poco. El cabello azabache estaba amarrado detrás de su cabeza con ese blanquecino listón que su padre adoptivo le había obsequiado hace años y eso enmarcaba la belleza que seguía poseyendo esa diosa erdiana de preciosos lunares.

—Hola, ¿cómo te llamas?.-Preguntó una suave vocecita que nunca había escuchado en su vida, pero cuándo se giró no pudo evitar quedar de piedra por unos interminables segundos.

Justo frente a él se encontraba un niño pequeño que no pasaba de los tres o cuatro años, sus cabellos eran rubios como el sol y tenían unas pequeñas ondulaciones que lo hacían parecer un pequeño ángel entre tanto desastre, pero lo que más le llamó la atención fueron esos enormes ojos azules que lo miraban con honesta curiosidad. Algo dentro del rubio mayor se sintió extremadamente cálido, como si estuviera viendo la misma representación de la absoluta pureza frente a sus impuros ojos.

—Mi-mi nombre es Reiner Braun, ¿y el tuyo?.-Preguntó patinando un poco con sus palabras, sin saber exactamente cómo reaccionar a aquello que su corazón le estaba gritando en ese momento, intentó hacer oídos sordos y pudo ver como la expresión del niño cambiaba de un momento a otro.

Las suaves mejillas infantiles se colorearon de un fuerte tono rojizo y los enormes ojos azules se abrieron por la sorpresa de escuchar ese nombre saliendo de los labios del hombre que había estado callado en todo el camino hasta ese pequeño bosque. Las manos del niño temblaron y comenzaron a sudar un poco, pero aún así le regaló una enorme sonrisa al hombre que era su padre biológico.

Blue swan; Reiner Braun & Jean Kirstein. [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora