Miércoles

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Miércoles, 30 de diciembre de 2020

"Ella había perdido todo, todo lo que más amaba que era él. M.A. había sido el amor de su vida, en pocos meses le había enseñado lo que era el amor de verdad, a disfrutar la vida desde otros ojos. Él había sido su salvador, su respiro, su rayo de esperanza en medio de una pandemia que devastaba el mundo.

M.A. había llegado un miércoles cualquiera mediante una invitación a un café. Ambos habían asistido al encuentro pensando que entre los dos no pasaría nada, que aquella sería la primera y última cita que tendrían, pero ninguno de los dos podía estar tan equivocados. A último momento en la despedida a él se le había salido sin pensarlo una nueva invitación a desayunar para el siguiente sábado y ella aceptó inmediatamente. 

Pronto los desayunos se convirtieron en comidas, las comidas en cenas y las cenas terminaban en algún café o un bar mirándose a los ojos como dos locos enamorados. 

Para entonces habían dejado de mentirse así mismos, sabían que estaban completa, tonta y locamente enamorados el uno del otro. Ya no era raro verlos por la calle tomados de la mano, ver su auto fuera del trabajo de ella esperándola a la salida o que pasaran días enteros en la casa de ella riendo como nunca y bailando como dementes. 

Ninguno de los dos había pensado en que acabaría aquel simple café de un miércoles por la tarde, como tampoco verían venir lo que estaba a punto de suceder.

Cuando ambos pensaron que por fin habían encontrado a su persona, al indicado, fue entonces cuando él retrocedió, y aunque la amaba como jamás en su maldita vida lo había hecho, tuvo que alejarse convenciéndose, o mejor dicho mintiéndose de que aquello era lo correcto, pues había algo significante que los separaba por completo, que lo hacía sentir que no podían estar juntos, a pesar del gran amor que se profesaban.

Y fue hasta entonces que ella perdió todo, cuando el mundo se le vino sobre los pies, cuando esperaba como niña pequeña en la puerta su regreso, pero él no lo hizo."

N. 

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