—Dei, Dei, Dei~— el azabache entraba al departamento. El mencionado cerró sus ojos al escucharle.Se encontraron en la sala. El rubio estaba en el sillón, mientras que en sus manos, y en la pequeña mesa, se encontraban pedazos de arcilla.
—Itachi... ¿Qué haces aquí?— regresó su vista al producto en sus manos, siguiendo con su trabajo. O
—Saso me habló y me dijo que sí te podía traer arcilla. Toma— le entregó la bolsa con lo ya antes mencionado.
—Genial, ¿ya te vas?— sonrió con ironía mientras husmeaba dentro de la bolsa.
—De hecho, quiero pedirte un favor— tomó un mechón del cabello rubio y lo vio, como si contemplará lo más hermoso del mundo.
—¿Cuál?— frunció su ceño, confundido por su repentino actuar.
—¿Cortarías mi cabello?
~°~
TIEMPO ANTES.—Cortare mi cabello— exclamó, aun acostado en aquella cama.
—¿Por qué tan de repente?— preguntó el Uchiha de corto cabello.
—Lo dejé crecer por un... Capricho de hace mucho. Ahora que estoy contigo, necesito un cambio o algo así.
—Siento que lo haces más por satisfacerme a mí que porque en verdad lo quieras— le vio. Estaba sentado en la cama poniéndose las botas.
—Quiero tener algo que represente nuestra relación— tiró su cabeza hacia atrás, recargando la en la cabecera de la cama.
—No puedo convencerte de nada— soltó un suspiro y sonrió. Subió a la cama y gateó hasta quedar a lado del menor, tomó su rostro y se unieron en un corto beso—. Si te sientes cómodo con eso, por mí está bien. Lo que representa nuestra relación es el amor que nos tenemos— dijo separándose un poco—. Regreso en la noche, debo ir al trabajo— bajo de la cama y salió de la habitación—. ¡Te amo!
>•<
—¿Estas seguro de esto?— Deidara dejaba las tijeras en la mesa, mientras el Uchiha pasaba todo su cabello hacia atrás.
—Sí, me he aburrido un poco con el cabello largo— necesitaba aquel suceso para seguir.
—¿Hasta donde lo cortaras?— se atrevió a preguntar, pasando aquel peine por los largos cabellos.
—Cuando llegues a la altura que quiero. Ahí diré que dejes de cortar— hasta donde al verlo, ya no duela.
—Bien— tomó las tijeras nuevamente y las acercó al pequeño mechón que había separado con dos de sus dedos.
Admiró por última vez aquella larga cabellera y...
Lo cortó.
>•<
—Sí, Tobi...— el pelirrojo bajaba de la moto y se adentraba al edificio—. Si veo a Itachi le diré que te compre eso— subió al ascensor y cambió su celular de oreja—. No sé por qué no le dices a tu novio— pasó su mano libre por su rostro.
Cuando llegó a su piso, las puertas del ascensor se abrieron, salió y comenzó a buscar la llave. Se detuvo frente a su puerta y sacó la pequeña llave.
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Los días de nuestra felicidad
RandomSegunda parte de las historias: "Veinte días" y "No cometí el error"