Mentiras

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Habían pasado dos semanas.

Dos semanas desde que Menma no estaba en casa.

Dos semanas en donde Sasuke comenzaba a desesperarse y a escuchar la voz de su hijo.

Dos semanas de desveladas, por parte del rubio, pues el Uchiha se despertaba a diferentes horas, gritando y llorando por el menor.

Dos semanas desde que le habían arrebatado al pequeño eclipse, aquel que podía ser tanto su sol como su luna.

Aquel que le alumbraba tanto el día como la noche.

Dos semanas desde que su vida se oscureció por completo, y nadie sabía que hacer para alumbrarla.

Izuna estaba ahí, probablemente sufriendo igual que Sasuke. Con él, había pasado una semana desde que aquella persona confesó que había cometido tan atroz crimen.

—Debemos hacer algo— dijo la pelirrosa—. Ninguno de los tres puede seguir así, sufriendo en silencio.

—¿Qué mierda quieres que hagamos?— habló el rubio. Su pareja puso su mano sobre su hombro—. Mi sobrino está desaparecido, sabemos que esa bruja lo tiene, fuimos al puto hotel y no están, el único que sabe donde están es Tobirama y el único que puede hablar con él está ahí sentado pensando que su vida es una mierda porque se quedó sin nada.

El pelirrojo se levantó y se acercó al Uchiha mayor, quien veía una parte vacía de la sala.

—Izuna, ¿verdad?— no le respondió. El tomó asiento a su lado—. Sé que estás mal pues perdiste a todo aquel que en verdad quisiste, pero el Uchiha de allá— señaló a Sasuke—, en verdad necesita de tu ayuda para salvar a un pequeño. Su pequeño.

—No pienso hablar con Tobirama, si es lo que vienes a pedir.

—Bien. Entonces prefieres que un niño muera. Pensé que eras policía.

—¿Por qué no van ustedes a hablar con él? Si tanta jodida urgencia tienen.

—Creeme...— el pelirrojo menor se acercó—, si ese hijo de puta nos dijera todo lo que queremos saber, lo haríamos, pero no es así. El sólo te dirá toda la verdad a ti. Y si tú no nos ayudas, perderemos a Menma para siempre y si eso pasa, yo me encargo de que tú pierdas cualquier otra cosa, como tu vida.

Gaara lloraba. Lloraba mientras lo decía. E Izuna no levantó su vista de la alfombra.

>°<

—Senju, te van a dejar ver a alguien, sal— el peliblanco hizo lo pedido.

Lo llevaron hasta una habitación, lo sentaron y lo esposaron. Luego, entró esa persona que tanto necesitó ver.

—Izuna...— dijo con cierto alivio.

—Senju— contestó con seriedad—, vengo a hacerte unas preguntas.

—Bien, preguntame lo que quieras. Ya no tengo nada que esconder.

—Dime ¿dónde esta la Hyuga con el niño? Y quiero la verdad.

—¿Ya tiene al niño?— dijo algo asombrado, sin creer en las palabras que él le dijo.

—No te hagas, tú la ayudaste con el niño. Tú mandaste a tus personas para llevárselo.

—Yo no mande a nadie con nadie. El niño será de los Uchiha y eso pero yo jamás tomaría un infante sólo porque sí. El trabajo de secuestrarlo no fue de mi parte.

—Entonces, ¿cómo mierda supiste que iría tras el niño?— preguntó aún más confundido.

—Me lo mencionó cuando teníamos el trato, dijo que el pequeño era muy lindo pero que su padre lo mal educó. Me habló sobre querer traerlo a vivir con ella y Naruto.

—Entonces quién...

—Hinata está bastante dañada, psicológicamente. Y supongo que el tema de la infertilidad la está poniendo peor.

—¿Es infertil?— el Senju asintió—. ¿Cómo sabes eso?

—La investigue. Después de que se volvió candidata para desposar a Naruto, vi los pros y los contras que tendría el que Naruto se casara con ella.

—De acuerdo. Espero no mientas, eres bueno en eso— se acercó hacia la puerta.

—Nunca te he mentido, Izuna.

—¿En serio?— se giró—. Haz memoria, nunca me dijiste sobre lo de mi hermano, ¿eso no es mentir?

—No era como si yo hubiera querido mentirte en ese aspecto. Todo lo demás fue cierto. Hasta el hecho de que eres la persona que más me importa, no soportaría que te pasara algo malo.

—Luego vendré— y así, salió de aquel lugar.

>•<

—Menma, Menma, Menma— golpeó sus uñas contra el volante, mientras veía el camino.

—¿A dónde me va a llevar?— preguntó el menor desde el asiento de atrás.

—A un lugar donde no nos molestaran. Donde nadie sabrá que es lo que pasa.

—¿Manejaras esto sin Tobirama? ¿Continuaras el trabajo tú sola?— el castaño se volteó a verle.

—Haré lo que sea para que no los separen de mí. Nunca.

Hanabi abrazó más fuerte al pequeño y este se escondió en los brazos de la chica. Neji tragó en seco. Hinata sonrió.

Probablemente esté sería el fin

>•<

Hola.
He vuelto con otro capitulo raro :3

Espero que les guste mucho. No he podido publicar porque no tengo línea unu

Pero cada vez que pueda les compartiré un capitulo :'3

Espero que les guste, comenten y voten si gustan, se agradece uwu

Los quiero.
Adiós.

Los días de nuestra felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora