Palabras.

170 24 3
                                    


Se iba. Después de encontrarse con el Uchiha, se iba.

Se iba recordando las palabras que aquel estúpido Uchiha había decidido lanzar, sin importarle lo que él sintiera.

Joder, claro que tenía sentimientos. Que no se los demostrará a las personas era lo de menos, pero los tenía.

"—Cuidado si me entero que lastimas a Naruto. Si lo haces, te arrepentirás de haberlo hecho.

—¿Por qué insinúas que lo lastimaré yo? Lo que tú estás a punto de hacer lo lastimara más que yo.

Las palabras de Sasuke no iban con malas intenciones, pero sabía que aquel pelirrojo no había venido a su casa para hablar de la amistad y el amor. Le venía a amenazar, una amenaza que él no necesitaba.

—Deberías razonar mejor las cosas, antes de venir a decir estupideces a la casa de alguien".

Así que ahora estaba en aquel aeropuerto, recordando aquellas palabras pero también aquella última conversación que tuvo con el rubio.

Un calorcillo se instaló en su pecho. Esperanza. Tenía la esperanza que aquel rubio llegara al lugar y le pidiera que no se fuera. Sólo necesitaba eso, sólo unas simples palabras diciendole que se quedara, que buscarían la manera de que todo se arreglara, pero en cuanto puso un pie en el avión supo que su esperanza no serviría de nada y la idea la deshecho para siempre.

Bloqueo a todos sus amigos de cualquier red social y de su celular. Necesitaba alejarse de Tokyo y de la sola presencia de Naruto Uzumaki, al igual de todo lo que se relacionaba a este.

El avión comenzó a avanzar y poco a poco fue elevándose en el aire, para ir a ese destino incierto que Gaara tanto esperaba.

Y en el aeropuerto, viendo por aquel gran vidrio como aquel avión se iba, una persona se hallaba de pie. Contenía ciertas lágrimas pues el cometido que quería realizar no lo logró, así que solo se dio la vuelta y se fue.

>•<

Habían pasado los años y Gaara era ya feliz en su nuevo hogar. Shikamaru había vuelto a su vida, pues ahora era pareja de su hermana mayor, aunque para él era una relación bastante extraña, no podía estar más feliz por su amigo y hermana.

Pero su sorpresa en ese lugar fue cuando le vio ahí, retratando a una pareja que posaba frente el bellísimo paisaje. Se acercó poco a poco hasta quedar a su lado. Alternaba su vista entre la pintura, la pareja y el pintor.

El contrario volteó a verle, sorpresa al principio pero cambiada por felicidad al poco tiempo. Le sonrió y el pelirrojo imitó la acción.

El chico terminó su trabajo, ganándose unas monedas por parte de la pareja, quienes se veían bastante felices por cómo se veían en el cuadro.

—No sabía que estabas por aquí— Sai comenzó a guardar sus herramientas.

—No preguntaste nunca donde estaba— el pelinegro se acercó al más bajo, dejando un insignificante espacio entre ellos.

—Me bloqueaste— Gaara estaba levemente incómodo por la cercanía—. Tanto mi número como mis redes fueron bloqueados de la tuya. ¿Cómo es que te iba a preguntar?

—Lo sé, lo siento— murmuró y el más alto se alejo a terminar su acción antes hecha—. Me alegra volver a verte.

—A mí igual— tomo sus cosas y le vio—, pero me alegraría más obtener nuevamente tu número y un café bien caliente.

Los días de nuestra felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora