Lo profesional de lo personal

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Kyla

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Kyla

Miércoles.

Mi cuarta semana y mi castigo; la visita al hospital. 

Ivy me comento sobre la visita anual al hospital de la ciudad. No me desagradaba la idea de ir a ver a niños, para nada. Me desagradaba la idea de estar en un hospital, otra vez. No soporto estar entre esas cuatro paredes, ni la idea de estar tan cerca de Nathaniel.

Mi plan de escape estaba funcionando bien estos días, no me había vuelto a cruzar al capitán y si lo había hecho no me había percatado. Sé que debo hablar con él, no es normal contarle cosas personales sobre mí, besarlo y luego salir corriendo.  

En mi defensa, nunca tuve planeado contarle nada, hacía apenas un mes que nos conocíamos. Sin embargo, sentí que tenía la suficiente confianza para contárselo. Que estaba en un lugar seguro y que no iba a pasar nada. Me daba la confianza suficiente para hacerlo porque de alguna manera sabia que me iba a escuchar. Eso me asusta aún más

Noto mis manos temblar al volante y las ganas de vomitar de esta mañana vuelven a subirme por la garganta. Desde la muerte de mi madre no he vuelto a pisar un edificio médico. Mi padre se negó a que pisáramos de nuevo un hospital, se había obsesionado de alguna manera.  Así apareció Carlos; nuestro médico de familia. Venía a casa cuando teníamos algún problema de salud. 

Accedo al parking con la acreditación del equipo y aparco en la plaza indicada. «Vamos Kyla, tienes veintidós años, superalo» Me repito una y otra vez que puedo hacerlo, pero no soy capaz de mover un centimetro de mi cuerpo fuera del vehiculo.

Respiro hondo y tras un suspiro pesado por fin salgo del coche. 

Nada más poner un pie en la recepcion siento un escalfrio recorrer mi espina dorsal. Estoy demsiado tensa. Carraspeo, intentando quitarme la incomodidad y me dirijo hacia la planta infantil, guiada por una enfermera.

—Los jugadores ya han llegado —informa.

Miro las paredes de mi alrededor, recordadando los dos años que mama estuvo ingresada. Sonrió ante ese recuerdo, inevitablemente. Mis hermanos y yo nos habiamos camelado a todo el personal, de manera que nos traía siempre piruletas y jugaba a juegos de mesa con nosotros, intentando entretenernos. Aunque Keith simepre asegura que era para mantenernos controlados, para que no la liáramos mucho.

—Buenos días, Kyla —Owen aparece delante de mí—. Te estábamos esperando —sonríe, resaltando sus hoyuelos.

Detrás de el observo a alguno de los chicos dibujar junto a niños en una mesa, mientras otros realizan juegos de mesa. 

«No sabría decir quiénes son los niños aquí»

—Buenos días, Owen —sonrío—. Y bien ¿qué tengo que hacer? 

—En realidad nada. Solo estar con los niños, nos hacemos fotos o jugamos a algún juego. Lo que ellos quieran —explica—. Yo ahora iba con Natalie ¿Quieres venir conmigo? —asiento inmediatamente. Prefiero no estar sola.

TIMEOUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora