Desastre

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Kyla

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Kyla

—No me puedo creer que me dejes solo esta noche.

Nate hace un puchero desde la cama, mientras observa cómo elijo la ropa que utilizare esta noche.

—Llevamos durmiendo juntos casi dos semanas, por una no te va a pasar nada.

He dormido más en el apartamento del quarterback que en el mío, lo que no hacía del todo feliz a su amigo. Savana por lo contrario, se muestra muy contenta ante mi relación con Nate.

La rubia debia volver mañana a Los Angeles, sus vacaciones habían terminado y los nacionales de voleibol daban comienzo en un mes. Por lo que habíamos decidido salir de fiesta esta noche, junto con Ivy y Carla. 

Me alegra haber podido crear un pequeño grupo con ellas.

—Quien sabe, a lo mejor esta noche me ahogo mientras duerme y tu no estás para salvarme—refunfuña como un niño pequeño.

—Hunter duerme en la habitación continua a la tuya.

—Pero el no me haría él boca a boca, antes me muero —expresa ofendido—. Tu misma, estará bajo tu conciencia —se acomoda en la cama de espaldas.

Camino hasta el, en ropa interior, y me posicionó encima de su ancha y trabajada espalda, mientras dejo caricias en su pelo y besos en su cuello.

—No te enfades, solo será por una noche —aseguro—. Además que tú no puedas venir es gracias a Savana, especifico que solo quería chicas en su despedida.

—Traicionado por mi propia amiga —oigo su voz de manera baja, ya que tiene la cara enterrada en la almohada.

—Si estás despierto para cuando vuelva, podemos... —mis palabras se ven cortadas por sus labios.

Ahora está boca arriba, ni siquiera sé cómo a conseguido girarse conmigo encima de él.

—Ten por seguro que cuando lleges voy a secuéstrate toda la maldita noche —afirma dejando un beso en mi frente—. Ahora ve a cambiarte o no voy a dejarte ir.

Me levanto para volver a a mi maleta, la cual había traído hace unos días a casa del jugador para tener algo de ropa aquí.

Para cuándo me he duchado, peinado y maquillado, Nate está frito en la cama. Dudo en despedirme de él para no despertarlo, pero seguro que le molestá más si no lo hago, por lo que reparto suaves besos y caricias por su cara.

—Me voy ya —aviso cuando abre un poco sus ojos. Su única respuesta es una débil afirmación.

En el salón, Savana esperándome, conun vestido de lentejuelas grises que brilla a dos kilómetros de distancia.

—Por fin, pensaba que no ibas a salir nunca de la habitación —se queja cuando llego a su lado.

—Culpa de tu amigo —levantó las manos en señal de inocencia.

TIMEOUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora