No me fastidies...

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Kyla

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Kyla

El lunes por fin conseguimos la orden para registrar las cámaras de seguridad de la discoteca. Gracias a Thomas, que tuvo que mover algunos hilos.

—Esta tarde debemos pasar por la discoteca y revisar esas cámaras, es de suma importancia que encontremos de una vez por todas alguna prueba.

Inmediatamente, todos vuelven a su trabajo sin yo tener que indicar nada.

Podría cogerle el gusto a esto de ser jefa.

Pienso en contárselo a Nate. Pero el muy imbécil ni se ha dignado a acercarse a hablar desde el viernes, cuando ocurrió el incidente. Intente aplicar la ley del hielo, aunque eso no es posible, ya que ni siquiera ha intentado hablar conmigo en ningún momento.

Por mi bien, quiero pensar que lo hace para darme mi espacio.

Mi parte racional sabe que es lo mejor, dado que mientras sigamos estando a la defensiva no vamos a llegar a ninguna conclusión. Mi parte emocional, por otro lado, pide a gritos que vaya y le reclame porque no me habla.

A lo mejor la discusión fue una tontería, pero que se tomara la libertad de insinuar que él tenía que darme permiso para salir o no de fiesta, me cabreo. Añadiendo que estaba aún con esa sensación en el estómago por el incidente en la discoteca.

Como estaba previsto, Savana se fue el viernes, por lo que le hice una visita antes de que se marchara.

FLASHBACK

—¿Savana? Soy Kyla doy toques en su puerta—. ¿Puedo pasar?

—Claro.

—Veo que aún no tienes la maleta lista es lo primero que veo al entrar.

Una maleta rosa gigante desparramada en su cama, rodeada de ropa a su alrededor.

—Sí, siempre es más difícil cuando tienes que volver a hacerlo.

—Supongo que la ropa nueva que te llevas tiene algo que ver.

—Podría ser se ríe un poco, para después callarse.

Eso deja el ambiente un poco incómodo, sabe lo que le quiero preguntar y seguramente ella también quiere comentarme algo. Pero ninguna de las dos nos atrevemos.

—Anda suéltalo ya la rubia rompe el hielo.

—¿Estás bien?

— Si lo preguntas por lo del viernes...suspira pesadamente—. Sí, lo estoy. Aunque admito que eso es gracias a Hunter, que me convenció de que no era mi culpa. Después de que me diera una ducha se quedó conmigo durante toda la noche —se me hace difícil imaginar la imagen de un Hunter consolando a alguien, pero aun así percibo que no quiere que toquemos el tema, lo cual respeto —. ¿Y tú, cómo estás? devuelve la pregunta.

TIMEOUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora