Cleveland, allá vamos

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Kyla

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Kyla

Son las siete horas de avión más largas que he vivido en la historia.

El entrenador intento hacer más ameno el viaje pero para mi desgracia, a la hora cayó dormido, como la mayoría del equipo, así que no tengo con quien hablar.

Ivy ni siquiera hizo el intento, se colocó sus auriculares y se durmió nada más subirse.

Por el bien de mis piernas, decido levantarme para estirarlas e aprovechar para ir hacia al baño.

—Ocupado —pero los golpes no cesan, así que lo vuelvo a repetir—. ¡Ocupado! —esta vez irritada.

Pero siguen golpeando la puerta. Cabreada, me levanto de la taza y tiro de la cadena, para abrir la puerta y gritarle al imbécil que este al otro lado. 

Como sea Gideon juro que lo mato.

—He dicho ocupado ¿Es que acaso eres sord...? —no soy capaz de terminar la pregunta, porque la persona se mete conmigo dentro del cubículo. Nate—. ¿No podías ir al otro baño? —le reprocho con el ceño fruncido y mis manos sobre su pecho, dado a que el espacio es reducido estamos muy cerca. Su aliento se mezcla con el mío.

—No, porque entonces no podría hacer esto —y estrella sus labios contra los míos.

Aturdida, tardó unos segundos en corresponder el beso. Damos una vuelta sobre nosotros mismos, tengo la espalda apoyada contra la puerta y Nate se asegura de colocar el seguro bien puesto, para que nadie pueda entrar.

—Muy inteligente.

—Cuando quiero puedo serlo —me responde él, mientras comienza dejar besos húmedos por mi cuello.

—Nate... —se me escapa un suspiro, cualquiera podría oírnos—. No creo que sea buena idea, nos pueden oír y ...—me corta con un beso, esta vez es más fogoso que el anterior, dejándome sin aliento ni argumentos.

—Entonces tendremos que ser muy silencioso —susurra encima de mis labios.

Aprovecha para meter la mano por debajo de la camiseta y rozar mis pechos por encima del sujetador. Desciende su cabeza hasta colocarla debajo de mi camiseta y atender mis pechos. Los saca por encima de mi sujetador y mientras lame uno, me pellizca el otro con la mano, provocándome un gemido. 

Lo acalla rápidamente con su mano.

—Te dije silenciosa, Kyla.

Saca su cabeza de mi camiseta y cambia la mano a mi cuello, donde ejerce un poco de presión. Aunque su tono es duro y ronco, noto un deje de diversión en su voz.

Los dos podemos jugar a este juego, capitán.

Cuelo mi mano por debajo de su camiseta y paseo mis uñas por sus abdominales. Dejando algún arañazo fuerte que seguro se quedará marcado. Esconde su cara en el hueco de mi cuello, dondemuerde y besa a su antojo.

TIMEOUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora