EXTRA

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12 de julio de 2007 – Raleigh, Carolina del Norte

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12 de julio de 2007 – Raleigh, Carolina del Norte

EMMA JONES

Kyla llevaba toda la mañana dando vueltas por el patio, sus hermanos estaban con su padre, camino al campamento de fútbol. Separar a los trillizos no había sido la mejor idea, ahora lo entiendo.

—Kyla cariño, ¿Quieres que vayamos al parque?

—¿Kian y Kanneth también vienen? —sus ojos marrones me observan con ilusión.

—Lo siento, cariño, ellos no volverán hasta dentro de unas semanas.

—Está bien —sus hombros se hunden—. ¿Podemos ir al parque mientras no vuelven?

—Claro, ve a prepararte.

Sube las escaleras hacia su habitación a velocidad de la luz. A pesar de tener ocho años, mi hija tiene demasiada energía. Seguro que cuando sea mayor será toda una deportista, no una chica de despacho como su padre o Keith. Que a sus quince años ya se le nota el interés por el derecho.

—Ya estoy, mamá —sale disparada hacia la entrada de la casa—. Vamos, corre, no quiero quedarme sin sitio en los columpios.

Me agarra de la mano, arrastrándome hacia el parque. Nada más llegar, desaparece entre los demás niños. Localizó un banco vacío, así que me siento ahí.

—¿Puedo sentarme?

Delante de mí se encuentra una mujer de pelo rubio. Es hermosa.

—Claro.

—Gracias —suspira aliviada—. Es la primera vez que estoy en la ciudad, no me imaginaba que los parques estarían tan llenos.

—Normalmente, no lo están, pero es periodo de vacaciones, es el único lugar donde los niños pueden desahogarse y darnos un segundo de paz —la mujer se ríe—. Me llamo Emma ¿Sois nuevos en la ciudad?

—Encantada —me da dos besos—. Soy Laila y no, no nos hemos mudado, mi marido está aquí por una conferencia del trabajo. No quería que los niños estuvieran encerrados en el hotel y este parque es el más cercano.

—Oh, eso es genial.

Un niño de pelo rubio oscuro se acerca a Lila llorando.

—Mamá, esa niña me ha pegado —señala a mi hija.

Dios mío, Kyla.

—Lo siento mucho, Laila —me disculpo, mientras Kyla se acerca abrazando mi cuello—. Es mi hija, Kyla.

—No te preocupes, Emma, son niños.

—Pero mamá...—el niño protesta.

—¿Qué ha pasado, Kyla?

—Es que yo estaba en el columpio y él quería que me bajara para subir él.

—¿Y por eso le has pegado?

—No, pero él me ha dicho que mis trenzas son feas y que las niñas feas no tienen marido ni hijos —frunce su ceño, como su padre—. ¿A que no es verdad, mamá? ¿A qué me voy a casar y tener hijos?

—Claro, cariño —quitó el flequillo que le cae por la frente—. Pero no puedes pegar a la gente cuando dicen algo que no te gusta, no está bien.

—Pero mama...

—Mama nada, Kyla, discúlpate.

Se baja de mis piernas, aun con el ceño fruncido, y se acerca al niño que está encima de Laila.

—Lo siento.

—Gracias —el niño murmura.

—Nathaniel Davis —advierte a su madre.

—Yo también lo siento.

—Bien, podéis volver a jugar y compartir columpio —propone Laila.

—Ni hablar —murmuran los dos.

Las dos le damos una mirada asesina a nuestros respectivos hijos.

—Bien —murmuran.

—Pero tus trenzas siguen siendo feas, nunca vas a conseguir marido.

—Y tú nunca conseguirás mujer, eres horripilante.

—¡Niños!

Los dos se van corriendo hacia los columpios, observó a la mujer rubia de mi lado, no tardamos dos segundos en estallar a carcajadas.

Al fin y al cabo, los niños son niños.

Al fin y al cabo, los niños son niños

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COMOOO???????

Parece ser que Kyla y Nate ya se conocían jeje 🤓

Espero que hayan disfrutado del extra, nos vemos en el siguiente.

OS AMO🤍

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