¡Basta!

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Kyla

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Kyla

Llevó dos noches sin pegar ojo. 

Me inquieta demasiado tener a mi padre a una habitación de mí. Doy vueltas en la cama, pero no consigo conciliar el sueño. Bajo a la concina, con la esperanza de tener una mañana tranquila —por lo menos—.

—Voy contigo a la oficina. He quedado para hablar con Jackson —habla nada más entrar en la cocina.

—Buenos días, papá —murmuró.

Me ignoro, como de costumbre estos días. Han sido una verdadera tortura. Lleva tres días aquí y hemos discutido un total de quince veces, quizás. Es agotador. Mi padre me consume demasiada energía.

¿Y aún se pregunta porque me fui?

Hoy el día parecía ir por el mismo camino; muchos papeles que revisar y la presión de tener a mi padre revoloteando. Lo único que me aliviaba un poco, era el viaje a Cleveland de mañana.

A media mañana, papa interrumpe en mi despacho. Como de costumbre.

—Ya he visto suficiente —interrumpió en mi despacho—. Esto no es trabajo para ti. Cuando terminé el año vas a volver a Carolina, he hablado con Jackson, le he recomendado a otra persona.

«Espera ¿qué?»

—No tienes ningún derecho a hacer esto. Es mi vida y mi trabajo, yo decido si quiero seguir o no trabajando aquí o en cualquier otro lado —le recuerdo—. Y me importa muy poco lo que tú pienses sobre este trabajo, estoy harta de intentar cumplir siempre tus deseos papa —flaqueó un poco al decir las últimas palabras.

—¿Cumplir mis deseos? —bufa incrédulo—. Nunca has cumplido mis deseos Kyla, al contrario.

—¿Qué nunca lo he hecho? Es lo que he intentado toda mi vida —le grito—. Desde que mama murió, tú te has enfocado solo en tu trabajo y yo... —intento explicarle mi punto de vista, pero como siempre, no me escucha, ni siquiera me deja terminar de hablar.

—No te atrevas a echarme a mi la culpa de tus errores.

—¿Errores? —mi grito sale ahogado—. Siempre he intentado ser la mejor hija.

Me apunté al club de debate de mi instituto, no se presentó a ninguno. Hice clases de ballet, no vino a ninguno de mis recitales. Sacaba buenas notas, pero él nunca le daba importancia, solo a mis fallos, a estos sí que les dedicaba unas horas para echarme la bronca.

—Matando a una persona no es la mejor forma de demostrarlo —grita él dando un golpe en la mesa, sobresaltándome y dejándome muda—. E irte de casa para venir aquí a hacer, Dios sabe que haces aquí con tantos chicos... —la puerta de mi despacho se abre, interrumpiendo el discurso de mi padre, por ella parecen Ivy y el entrenador.

—Siento interrumpir, pero el entrenador quería hablar contigo y yo...—intenta explicarse Ivy.

—Me voy —dice mi padre—. Disfruta mientras puedas, porque dentro de unos meses vuelvas a casa. Yo me encargaré personalmente de eso.

Sale sin despedirse siquiera, dando un portazo. 

«Que manía que tiene siempre de hacer eso»

—Lo siento mucho Kyla, pero el entrenador me dijo que lo dejara pasar que seria lo mejor y...—intenta excusarse Ivy.

—No te preocupes. Me has salvado, de hecho.

—Bien. Os dejo hablar tengo cosas que hacer —la rubia sale del despacho dejándome sola con John.

—¿Porque no me habías dicho que Dracula estaba aquí? —se refería a papá.

—No quería molestar—me dejó caer en el sofá.

—No tienes por qué hacerlo Kyla. Ya no eres esa niña de diecisiete años que se moría por la atención de su padre —se sienta a mi lado—. Tienes veintidós, una carrera universitaria y un trabajo. Todo lo has conseguido con tu propio esfuerzo.

—Es demasiado frustrante.

—Hagas lo que hagas, estoy aquí para ti, pequeña Jones —aprieta mi hombro cariñosamente—. Sabes de sobras que Julia estará encantada de tenerte en casa. Desde que Elena se fue, echa de menos tener a otra mujer en casa.

—Gracias John. Por todo.

—De nada —se levanta—. Ahora vete a casa, tienes que descansar o mañana vas a estar muerta durante el viaje.

—Sí, entrenador —imitó el tono de voz que usan los jugadores.

Cuando llego al departamento las cosas de mi padre ya no están y no han ni rastro de él. Por un lado, me tranquiliza que ya no esté aquí, pero una pequeña parte de mí esperaba que se despidiera.

«Eres una ingenua, Kyla»

De repente, alguien llama a mi puerta. ¿Quién será a estas horas? Espero que no sea mi padre... No me afecta tanto que no se haya despedido.

La persona vuelve a insistir.

—Hola —Se apoya en el marco de mi puerta—. Ahora ya no puedes huir de mí, así que vamos a hablar —da un paso adelante—. Quieras o no.

Hola ¿que os está pareciendo de momento el especial? Aun les queda un capítulo y vaya capítulo

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Hola ¿que os está pareciendo de momento el especial? Aun les queda un capítulo y vaya capítulo....

Desliza para seguir leyendo, espero que lo disfrutes. BESOS, OS AMO ❤️

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