Minnesota

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Maratón 1/3

Maratón 1/3

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Nate

Hunter y Kyla llevan una semana actuando de manera extraña.

Ayer, por ejemplo, el ambiente se tornó incómodo cuando Hunter vio a la abogada viendo una película conmigo en el sofá. Se observaron mutuamente de manera desconfiada y a la vez fría. Es evidente que me estoy perdiendo algo, pero ninguno de los dos va a ceder y hablar.

Son tan parecidos.

No era el único que notaba esa extraña situación, los chicos e incluso el entrenador también lo habían hecho.

Para nuestra suerte —o desgracia— debemos compartir unas maravillosas cinco horas hasta Minnesota, donde se disputaba el próximo partido. Para acabar de colmar la situación, Hunter no jugará este partido por órdenes de arriba. La junta ya empieza a impacientarse con el caso y eso no es nada bueno.

Hoy hacía un día fresco para ser noviembre, por lo que el autobús parecía una sauna de lo alta que estaba la calefacción. Kyla está a mi lado, con su cabeza reposada en mi hombro mientras revisaba unas cosas en su portátil. Mientras Hunter se sienta algunos asientos más atrás, solo y con sus auriculares.

Espero de verdad que el viaje a Minnesota calme un poco las cosas o por lo menos que se solucionen.

Cuando por fin llegamos al aeropuerto fue como una ráfaga de aire fresa, literalmente. El aire acondicionado estaba a tope, por lo que el sofoco del autobús se me fue.

—Por fin, un poco de aire, me estaba muriendo ahí dentro —Gideon exclamó como si hubiera descubierto América.

—Sí, yo también lo agradezco, pero como no nos demos prisa perderemos el avión —replicó el entrenador.

—Pero si es privado —Noah se rasca la nuca, confuso.

—Tenemos el tiempo justo para llegar a Minnesota. Alguien decidió que desayunar chocolate con churros y luego coger un autobús sería la mejor idea —Hunter lanza una mirada fría a Noah.

—Vamos —la abogada y el entrenador empezaron a andar hacia la puerta de embarque.

Minnesota, allá vamos.

Ni dos horas han pasado y necesito bajarme de aquí o tirar por la ventana a Noah y Gideon. No sé cuál de las dos me sería más satisfactoria.

—¿Podéis hacer el favor de callaros? —Marcus los regaña—. Mi hijo es más tranquilo que vosotros dos.

Llevaban una hora peleando por una partida al Uno.

— Pero es injusto...—seguía quejándose Noah—. Ha hecho trampa.

—A tomar por culo —Hunter se levantó enfurecido de su asiento y les quitó las cartas, para guardarlas debajo de su culo—. Se ha acabado la tontería —vuelve a colocarse sus auriculares.

TIMEOUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora