Let the games begin

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MARATÓN 5/5

MARATÓN 5/5

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Nate

Estoy histérico, lo admito.

El vestuario está en completo silencio, todos están en sus propias cabezas. No es habitual en nosotros antes de un partido, pero es que no es un simple partido; es el partido. Si ganamos hoy, nos proclamamos campeones. El año pasado nos quedamos a las puertas, por lo que todos tenemos ese sabor agridulce.

Es nuestro año y espero que jugar en casa nos de ventaja.

Jackson ingresa al vestuario, con Kyla a sus espaldas. Casi me caigo del banco cuando veo la camiseta que lleva.

El número.

Mi numero.

—Escuchadme todos —el entrenador reclama nuestra atención. Pero aun sigo mirando a la abogada—. Capitán, vuelve a nosotros, por favor —Kyla se burla, guiñandome un ojo.

—Si, señor.

Se oyen un par de risas y burlas.

—Hoy tenemos la oportunidad de escribir nuestra propia historia, de dejar nuestra huella en este campo, de mostrar al mundo de qué estamos hechos. No importa lo que haya pasado ayer, no importa cuántas veces hayamos caído. Lo único que importa es lo que hagamos hoy —miro a Hunter—. Cuando salgamos a ese campo, recordar por qué estáis aquí. Recordar el sacrificio, el sudor y las lágrimas que habéis puesto en esto. Recordar... —hace una pausa. Sus ojos están rojos, juraría que aguados. Kyla se acerca, apretando su hombro en señal de apoyo—. Recordar que no estáis solos, que tienen a sus compañeros de equipo a su lado, listos para luchar juntos hasta el final. Que me tienen a mi. Siempre.

» No se trata solo de ganar o perder. Se trata de darlo todo, de dejarlo todo en el campo. Se trata de jugar con pasión, con corazón, con orgullo. Porque al final del día, lo único que importa es saber que dimos lo mejor de nosotros mismos, que no nos rendimos, que luchamos hasta el final.

Una serie de gritos de afirmación resuenan en el vestuario

—Salir ahí fuera y demostrar al mundo quién somos los 49ers. Hacedme sentir orgulloso —aplausos—. ¿Entendido?

—Si, entrenador.

Termino de poner mis protecciones, dejando el casco para el final. Hasta que veo unas piernas largas enfundadas en un pantalón de cuero nego.

—Hola —murmura.

Sonrio bobamente.

—Hola, cariño —agarró sus muslos por la parte trasera, acercandola mas a mi. Su ombligo queda a la altura de mi cara—. ¿Sabe su novio que lleva una camiseta del capitán del equipo?

—No, el pobre no se entera mucho —sonríe—. No se lo digas.

—Tranquila, su secreto está a salvo conmigo, señorita.

TIMEOUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora