El plan está en marcha

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Kyla

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Kyla

El reloj de mi habitación marca las cinco y media de la mañana.

Genial.

Llevo despierta la mayor parte de la noche y tan solo llego a la conclusión de que tendría qué organizar el partido por mi cuenta. Lo primero que debo hacer es hablar con la enfermera del hospital y lo segundo - y más importante - los jugadores.

Con Nate.

Necesito ponerme en marcha de inmediato, así que me levanto de la cama para ir a por la primera parte del plan. Debo ir antes de las nueve o Jackson se daría cuenta. Hago exactamente el mismo recorrido que ayer, pero esta vez con aún más ganas de vomitar. Mi cabeza grita una y otra vez que de media vuelta y vuelva a mi cama.

«Necesitas afrontar esto de una vez»

—Respira hondo, Kyla —me recuerdo a mí misma más de una vez.

Sin pensarlo más, salgo del coche y me adentro hacia el edificio. Sabía el nombre de Carla, la enfermera, por el identificador que llevaba —agradezco a mi memoria por una vez—. En secretaria me indicaron que se encontraba en la planta infantil, la misma que ayer.

—Kylaaaa —un cuerpo diminuto impacta en mis piernas.

Reconozco la bombona de oxígeno que lleva, es Natalie.

—Natalie —me agacho a su altura —. ¿Has visto a Carla?

—Está en la habitación de Josh —señala la habitación del final.

—Gracias, hermosa.

Antes de levantarme, dejo un beso en su mejilla pálida.

—De nada —se sonroja.

Agarra su bombona y sale prácticamente corriendo hacia la zona de juegos.

Camino hasta la puerta y asomo mi cabeza, dando toques en la puerta. Uno de los niños que ayer jugaba con Owen está tumbado en la camilla, mientras Carla le administra un suero. Está pálido, pero aun así me sonríe cuando se percata de mi presencia.

—Kyla —saludo con la mano que no tiene el suero, haciendo que la enfermera se dé cuenta de mi presencia—. Esta es mi última bolsa de la mañana, y ya podré ir a jugar con los chicos durante el resto del día.

Joder.

—Eso es maravilloso —felicito.

Carla termina con su trabajo y le quita el suero.

—Ala, ya estás. Ve a jugar con los demás —le ayuda a bajar de la camilla.

En cuanto sus pies tocan el suelo, sale corriendo hacia la puerta, no sin antes hacerme una señal para que me agache. Lo hago sin dudar y me da un beso en la mejilla, suelto una risa cuando se sonroja. Como si de una travesura se tratara, sale corriendo.

TIMEOUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora