¿Amigos?

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Kyla

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Kyla

La mañana está siendo un caos, tengo un montón de papeles que revisar aparte de organizar el partido benéfico, sin que Jackson se entere.

Llevo toda la mañana con dolor de cabeza insoportable. Debí haber dormido más horas, pero mi cabeza no me dejó. No sé si hice bien en decirle eso a Nate, pero quiero creer que lo hice por el bien de los dos.

Estoy revisando el contrato de Rogers, el nuevo jugador. Su abogado —un tocajones de primera categoria— no está de acuerdo con la cláusula de cesión de derechos de imágenes. Tampoco es tan difícil, se entiende perfectamente, el contrato estipula claramente que Rogers cede sus derechos de imagen mientras su contrato sea vigente. Fin. No creo que haya ninguna complicación, aun asi me toca revisarlo y reescribirlo.

Cuando lo estoy acabando, la puerta de mi despacho se abre. Hall y Morgan aparecen sonriendo como dos niños.

«Ay no, ¿Qué habrán hecho ya?»

—¿Qué tal está la mejor abogada? —pregunta Morgan con su mejor sonrisa.

—Del mundo —le sigue el juego Hall, también con su mejor sonrisa .

Ahí está, los halagos, una clara señal de que o han hecho algo o me van a pedir alguna cosa, y no sé cuál de las dos me da más miedo. Gideon procede a sentarse en la silla que hay delante de mi escritorio mientras Owen se sienta en mi sofá.

—Claro sentaros, poneos cómodos. Como si estuvierais en vuestro despacho —realmente no me molesta, pero me hace gracia ver las caras que ponen cuando les riño por algo.

Parece que me tengan miedo. Mi despacho últimamente también es el de Owen, debido a su baja hay ciertos entrenamientos a los que no asiste porque van dirigidos exclusivamente a los jugadores que juegan el partido, así que se pasa el rato en mi despacho.

El otro día hasta tuve que dejarle mi ordenador para que se callara un rato y me dejara trabaja.

—¿Qué queréis?

Comparten una mirada cómplice y me vuelven a mirar, sonriendo.

—Lo que pasa, preciosa, es que hemos tenido un contratiempo —dice Gideon.

—El caso es, que... —empieza Owen, su tono suena inseguro y nervioso—. Nosotros nos encargábamos de hablar con el entrenador ¿No? —hago un sonido de asentimiento—. Pues no ha podido ser —dice rascándome la nuca nerviosamente.

— ¿A qué te refieres con que no ha podido ser?

—No se lo hemos dicho —contesta Gideon con obviedad.

Le han dado demasiados placajes, al pobre ya no le debe funcionar la cabeza.

—Lo he entendido, gracias por la aclaración Morgan. A lo que me refiero es ¿Por qué no se lo habéis dicho?

TIMEOUTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora