Capítulo 34: Justicia Dividida.

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—¡Ah, suficiente! —gritó Xion de improvisto, mientras se levantaba de su puesto—

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—¡Ah, suficiente! —gritó Xion de improvisto, mientras se levantaba de su puesto—. ¿Cuánto tiempo vamos a seguir esperando?

—Por favor, tienes que ser paciente —le dije animándolo a regresar a su lugar.

—Desde hace tres horas que estamos varados en la estación de Crisvill, y quién sabe cuánto más les tomará reparar la falla del tren.

—La sphaera de funcionamiento remoto se quebró en pedazos y ya nos dijeron que tienen que esperar por el equipo especial para repararla —le recordé—. No podemos hacer nada.

—No, claro que sí —me aseguró él. Se dejó caer de nuevo a mi lado y del bolsillo trasero de su pantalón sacó su teléfono. Tecleó con velocidad una serie de letras en la pantalla y, seguido, desplegó un mapa holográfico tridimensional—. Mira, nos encontramos aquí —señaló un punto de color rojo en el que resaltaba el nombre Crisvill—. Estamos a una estación de nuestro destino, si nos bajamos ahora mismo y cruzamos por este sendero, podremos llegar a Freslia antes del anochecer.

—Ese camino no se ha usado en años Xion, ¿crees que todavía siga siendo transitable?

—MapTraps nunca me ha decepcionado y no espero que lo haga ahora —afirmó, muy seguro de ello, aunque a continuación agregó—: Y me rehúso a seguir sentado aquí sin hacer nada.

—Estoy de acuerdo —intervino Trade. Se acercó a nosotros con una expresión rígida, fría y que claramente reflejaba el límite de su paciencia—. Permanecer en este lugar no es más que una pérdida de tiempo.

Xion arrugó la frente y rodó los ojos conforme colocaba una mueca de pereza. Tal parece que en estas tres horas había olvidado que no estábamos solos en este viaje.

—Bueno..., si eso es lo que quieren, supongo que ya está decidido —suspiré poniéndome de pie.

—Por favor, lo que menos quiero es estar de acuerdo con este idiota —replicó Xion cruzándose de brazos.

—De igual forma, no tienes la inteligencia suficiente como para seguirme el ritmo —respondió Trade soltando un bufido.

Xion se levantó de un salto y sus miradas rivalizaron entre ellas. Me interpuse entre los dos antes de que alguno exclamara alguna otra tontería.

—Como sea... Vámonos —hablé con velocidad, empujando a Xion con suavidad a la puerta del andén—. Compórtate, ¿puedes? —le rogué en silencio.

—¿Yo? Pero si él empezó —gimoteó como todo un niño, pero al final sus labios exclamaron una sonrisa de burla.

Ah... Estos dos...

Nos encaminamos hacia la salida de la estación de trenes y, cruzando por la ciudad, dejamos atrás el poblado de Crisvill. Xion guiaba el camino y manejaba el mapa holográfico con la misma destreza que un excursionista en sus mejores años. Durante el trayecto, para romper un poco la tensión que había en el ambiente, le pregunté acerca de las misiones de apoyo en las que logró participar en los últimos dos meses, y aunque algunas no salieron según sus planes, fue agradable notar la emoción en su rostro mientras describía los detalles.

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