Capítulo 16: Compañeros.

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Excluyendo la molesta prueba que Gideon me impuso la primera noche, nada fuera de lo ordinario ocurrió los días siguientes

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Excluyendo la molesta prueba que Gideon me impuso la primera noche, nada fuera de lo ordinario ocurrió los días siguientes. El ambiente en el gremio seguía siendo igual de tenso. Los otros magos mantenían sus distancias conmigo o se retiraban del lugar en cuanto me veían llegar. Escuchaba los murmullos a mis espaldas y ciertos grupos intentaban provocarme con insultos y ofensas, pero al final terminaban rindiéndose después de la tercera hora.

Qué montón de basuras fastidiosas.

Así fue cada uno de los días hasta que finalmente transcurrió una semana entera. Estaba agotado de este ambiente tan... Ni siquiera sabía cómo describirlo. Todo parecía ser muy relajado en este gremio. Las risas inundaban sus espacios casi todo el tiempo y las pocas disputas que se presentaban, rápidamente se apagaban sin llegar a convertirse en peleas. En su mayoría, estas siempre terminaban resolviéndose con una cerveza que, al parecer, era la solución a todos los problemas aquí.

Durante todo este tiempo no llegué a enterarme de nada importante, tampoco volví a ver al hombre de cabellos marrones, aquel cuya presencia imponía tanto, ni a la mujer de largo cabello negro, esa misma que silenció a Xion el día de mi llegada. Ambos parecían ser figuras importantes en el gremio al igual que el resto y no se mostraron muy conformes con la decisión del Maestro... Aunque por lo visto, no me consideraban una amenaza, puesto que no se dignaban a estar aquí observándome.

También, me pareció extraño que apenas y había tenido contacto con la que sería mi compañera, me refiero a la chica elemental de luz. Todos los días la veía entrar al gremio a hablar con otros magos y tenía conciencia de se quedaba en el lugar hasta que me iba por las noches. No habíamos vuelto a compartir ni una sola palabra desde el primer día. Sabía que estaba simplemente vigilándome. Quería asegurarse de que no estaba haciendo algo que pudiera incitar a los otros a un combate. El problema era que su presencia era una molestia para mí. Al tenerla tan cerca, mi fuego palpitaba nerviosamente y se encontraba en un estado de agitación casi todo el tiempo. Mantenerlo controlado era un intenso dolor de cabeza.

Ahora entiendo porque los elementales no fraternizan con otros elementales. Esta alteración constante de mi elemento era desesperante.

—No pareces muy animado el día de hoy.

Alcé la vista y contemplé sin mucho interés a la persona que me hablaba detrás de la barra. Otra vez esta mujer. Siempre que me encontraba bebiendo, ella hallaba el coraje necesario para dirigirme la palabra; así había sido desde el primer día, de hecho, era la única persona en el gremio que se atrevía a hablarme con normalidad. Su largo cabello rubio y sus enormes ojos azules, solamente resaltaban lo grande e incómoda que su sonrisa podía llegar a ser.

—No hay razón para estarlo —le respondí desviándole la mirada por tercera vez.

Sentí que volvía a sonreírme y sin habérselo ordenado, empujó hacia mí una jarra llena de cerveza Roman. Bajé la cabeza y observé la jarra con cautela.

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