El poder de la magia siempre ha estado en manos de aquellos que nacen con la voluntad de dominarla. En el mundo actual, estas personas son mejor conocidas como magos. Durante mucho tiempo, los magos y los humanos han intentado coexistir en armonía...
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El polvillo luminoso que dejé esparcido en todo el lugar, rápidamente me avisó de la presencia de nuevos intrusos en el edificio. Trade se había puesto tenso y eso solo podía significar que esta vez, no se trataba de simples marionetas.
—No está solo —avisó de pronto—, hay alguien más con él.
¿Alguien más? Oh, es verdad... Al concentrarme un poco más, podía sentir una segunda presencia al lado del primero.
—Así que desde un principio estábamos tratando con un grupo —comenté—. Bueno..., realmente nunca consideramos esa posibilidad. Aunque, después de haber presenciado esa otra magia, era de esperarse. Es casi imposible para un mago aprender a usar más de una magia; imagino que lo de los portales debe ser obra de su compañero. Quizá hasta haya más de dos personas implicadas. Tal parece que la situación acaba de tomar un giro interesante.
Pese a la seriedad con la que miraba hacia el techo, Trade se notaba nervioso. Había tomado cierta distancia con respeto a mí e inesperadamente se alzó y ajustó la capucha de su chaqueta. Pareciera como... si intentara contenerse o retener algo que estaba a punto de salir de su cuerpo.
¿Será por lo que pasó hace unos instantes?
También me sorprendió su inesperado gesto. No esperaba en lo absoluto que me salvara de caer por el portal y, cuando me llamó por mi nombre, mi mente se quedó en blanco y antes de siquiera notarlo, ya me encontraba sostenida por su mano.
Repentinamente, mientras seguía sumergida en mis pensamientos, las dos figuras que habían aparecido y que hasta ahora permanecían inmóviles en el piso de arriba, comenzaron a caminar hacia lados opuesto.
—Aquí vienen... —soltó él, siguiendo a una de ellas con la mirada—. Seguramente su estrategia ahora será la de atacarnos en conjunto.
Frunció el rostro y lo escuché contener una palabra entre dientes.
Definitivamente se notaba incomodo, pero sabía que, aunque preguntara, él no me diría nada. La luz en mi interior también me advertía de su inestabilidad y esa postura que mostraba me reflejaba que no era prudente estar cerca de él.
Supongo que no tengo otra alternativa. Espero no arrepentirme de lo que estoy a punto de hacer.
—Sabes..., yo también estoy cansada de este juego —le dije, aunque no estaba segura de que me estuviera escuchando. Me di vuelta y caminé hacia el grupo de obras que había agrupado en el centro de la habitación.
Levanté las manos y dejé escapar leves partículas de luz de mis palmas.
—¿Qué haces? —finalmente preguntó.
—Ya verás... —respondí.
El polvillo se fue acumulando alrededor de las obras de artes y cuando consideré que era suficiente, me detuve. Luego guiada por mis deseos, la luz empezó a extenderse hasta que cada una de las partículas se juntó una con otra y en conjunto, crearon una gigantesca caja de cristal brillante que envolvió todos los objetos.
