Capítulo 49: Iván Serger.

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—Díganme, jóvenes, ¿les ha gustado el lugar? —preguntó el hombre a medida que lo seguíamos

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—Díganme, jóvenes, ¿les ha gustado el lugar? —preguntó el hombre a medida que lo seguíamos.

—Desde luego —afirmó Mia—. Ha sido una experiencia de lo más interesante. No tenía idea acerca de todo el conocimiento y trabajo que conlleva una empresa como esta.

—Aprecio que alguien del exterior valore nuestro trabajo —comentó divertido—. Entiendo que al público no le interese el proceso de confección tras cada colección, aun así, si me gustaría que se le diera más credibilidad al trabajo que mis muchachos hacen en este lugar.

—Estoy de acuerdo, no imaginaba que aun con tanta tecnológica a nuestra disposición, todavía habrían decenas de manos implicadas en la realización de las prendas —añadió Mia.

—Si ahora le parece increíble, imagínese como era hace treinta años en las que apenas y se tenía algo de conocimiento sobre las fibras y aleaciones mágicas. Millones fueron los quebraderos de cabezas por los que pasamos Remus y yo para lograr dar con los filamentos adecuados —Iván suspiró y por un breve segundo se perdió en los recuerdos del pasado—. Aunque no puedo quejarme, si bien en su momento representó todo un desafío ahora mismo me dedico a la parte más divertida del proceso que es crear y confeccionar las piezas para las colecciones.

—¿Siempre supo que quería dedicarse a este negocio? —preguntó Mia intrigada.

—Digamos que la pasión se me despertó a una edad muy joven —explicó él—. Por supuesto nunca se me pasó por la cabeza la idea fundar una compañía. Si bien siempre le he huido a los temas complicados, también tenía un deseo ferviente de querer mostrar al reino la belleza de mis diseños. Por mucho que lo aparente, jamás me consideré un hombre de negocios. Recuerdo muy bien que cuando se dieron los términos necesarios para crear la marca, fueron muchos dolores administrativos los que casi hacen que renuncie. Y es que pasaba más tiempo entre tablas de cálculos y números, que entre telas y agujas. Agradezco mucho que Remus haya tenido la paciencia de explicarme todo el asunto de los negocios, de lo contrario, creo que Golden Strings jamás habría salido a la luz.

Mia abrió la boca y primero balbuceó algo inentendible, luego negó con la cabeza con expresión escéptica.

—Yo.... Disculpe mi ignorancia. Si trabajó con Remus Strings durante la creación de la marca, ¿eso no lo convertiría a usted en un cofundador? —preguntó arrugando la frente.

Jade e Iván compartieron una mirada de complicidad y por un momento la chica pensó que le estaban tomando el pelo.

—¿Quieres decirles? —le insinuó su mujer.

Él se lo pensó un momento.

—Mm, supongo que no pasará nada si se los cuento —decidió Iván. Se acomodó el traje como si lo siguiente que fuera a decir necesitara hacerlo con su mejor pose—. Lo que voy a confesarle señorita, es un secreto que no muchos conocen —hizo una pausa, más por dramatismo que por de verdad necesitarla—. Para historia del público y archivos oficiales de la empresa, Remus es el fundador, propietario y actual jefe ejecutivo de la compañía registrada como Golden Strings. Bien. Para hechos reales, pues, digamos que fui la mente que orquestó las base en las que está sustentada la compañía.

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